Revolviéndonos en el Mercosur

Han pasado los años –más de dos décadas ya– y el Mercosur continúa debatiéndose entre la autocomplacencia de sus miembros y críticas a su postración y ausencia de posibilidades de “despegue” desde el punto de vista comercial, o por lo menos asomando por fuera del bloque, hasta “embalajes” que dan como prácticamente al alcance de la mano el dilatado acuerdo con la Unión Europea.
Bueno, en una nueva arremetida de los intentos que hasta ahora solo han arrojado frustraciones o expectativas sin concretar, tenemos que en el marco de la tercera cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac) y la Unión Europea (UE), en julio, se entregará un petitorio por los representantes del Mercosur para no añadir más temas a la negociación por un acuerdo comercial con los países europeos, así como una expresión de voluntad para firmar el tratado, informó el ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa.
El canciller aludió en las últimas horas en Buenos Aires a la posibilidad de concretar el acuerdo comercial entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Unión Europea y reiteró en la ocasión el interés firme de los integrantes del bloque regional sudamericano por suscribir el tratado, en tanto aseguró que “estamos muy optimistas en firmar”.
Acotó que el 16 de julio el Mercosur expresará la voluntad de cerrar los acuerdos y no introducir más temas, para reflexionar que “allí nos encontraremos con varios comisarios de la UE, vamos a tener conversaciones para expresar nuestra voluntad de finalizar el acuerdo y de no agregar más temas, que van dificultando su cierre”.
Trajo a colación que la primera instancia para sellar el documento fue en la reunión de la Organización Mundial del Comercio celebrada en diciembre de 2017 en Buenos Aires, la segunda en la reunión Mercosur-UE en Bruselas en enero de 2018, la tercera en Montevideo, y la próxima será en la tercera cumbre Celac-UE, que se realizará en julio.
Apuntó que el acuerdo tiene sus pilares en política, cooperación y comercio y que en el capítulo comercial, hay nueve acuerdos concluidos en catorce capítulos. Consultado por las expresiones del presidente Tabaré Vázquez en la cumbre del Mercosur que se celebró en Asunción el lunes 18, el ministro definió que “significa que el resultado final tiene que ser en igualdad de condiciones y que responda a las expectativas creadas después de 20 años”.
¿Y qué dijo Vázquez en esta instancia? Pues que 14 años atrás se realizó la última reunión del mecanismo de diálogo entre el Mercosur y China y que ese país “es el principal socio comercial del Mercosur, ¿podemos prescindir de ese socio?, ¿qué esperamos para relanzar ese mecanismo de diálogo?”
También destacó que están en curso o se iniciarán a la brevedad negociaciones con Canadá, con el Acuerdo Europeo de Libre Comercio (EFTA, integrado por Suiza, Islandia, Noruega y Liechtenstein), Corea del Sur y Singapur. A estos añadió el diálogo con la Unión Económica Euroasiática y países como China o Japón. También recordó el proceso de acercamiento con la Alianza del Pacífico que proseguirá en setiembre en Puerto Vallarta, México, que tiene como hoja de ruta lo trabajado por cancilleres el año pasado.
Sobre el acuerdo con la Unión Europea (UE), enfatizó que “deseamos y trabajamos para que el resultado final de esta negociación sea el mejor, pero no todo depende del Mercosur”. Agregó que las negociaciones precisan capacidad técnica acompañada de voluntad política.
Reiteró lo dicho en diciembre de 2017, en Brasil, cuando dijo que “no estamos dispuestos a perder el tiempo en negociaciones eternas” y “tampoco estamos dispuestos a firmar un acuerdito”, porque el Mercosur está abierto al diálogo con dignidad y responsabilidad. En tal sentido se refirió a las negociaciones entre la UE y Japón que llevaron un año, con importantes avances. “Cuando se quiere se puede”, afirmó.
Por otra parte, el presidente dijo que, a pesar de que China es el principal socio comercial del Mercosur, no se realizaron nuevas reuniones del mecanismo de diálogo desde setiembre de 2004. En tanto, durante la reunión del Grupo Mercado Común del domingo 17, antesala a la cumbre de presidentes del Mercosur que se realizó este lunes 18, el ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, recordó que el arancel externo común acordado data de, prácticamente, un cuarto de siglo. “Si uno de los componentes del regionalismo abierto, que es en lo que creemos, nos dice protección moderada entre terceros, discutamos qué quiere decir y veamos si llegamos a las mismas conclusiones que hace 23 años”, sintetizó.
También remarcó “la urgencia por acuerdos con preferencias arancelarias”, que permitan “incluso la subsistencia de muchos sectores importantes de la producción”. El jerarca valoró “que se comenzara a discutir, con sinceridad, si vamos a seguir mejorando la zona de libre comercio o si vamos a retomar la agenda de libre circulación. En algún momento debemos tomar una resolución acerca de cuál debería ser la dirección que vamos a adoptar en lo comercial desde el bloque”.
Astori también se refirió a la coordinación de políticas económicas. En ese sentido, “un aspecto que debemos mejorar es la alineación de estímulos en función de los intereses comunes. Hoy no siempre están alineados los estímulos que ponemos en práctica en nuestros países”, advirtió.
En todos los casos esta enumeración de problemas de los gobernantes de nuestro país se conjuga con enunciados de deseos que no son nuevos, y peor aún, son problemas crónicos que denuncian que sigue pesando en el bloque regional el bilateralismo de Argentina y Brasil, factor clave que hace que permanezca como un serio obstáculo para países como Uruguay la existencia de un elevado arancel externo común, es decir para las importaciones de los productos de afuera de la región.
Se trata de un mecanismo proteccionista para beneficio de productos elaborados en Argentina y Brasil que tienen que competir con los de otros países que están en condiciones de vender a menores precios y por lo tanto obliga a que los uruguayos y paraguayos paguemos más caros los similares que vienen del otro lado de la frontera dentro del Mercosur.
Si no se ha podido superar este obstáculo, ni siquiera cuando el Mercosur funcionaba como un club de presidentes amigos de los gobiernos de izquierda, no es delirante asumir que el empantanamiento del bloque mirando solo su ombligo debe dar paso a una apertura extrarregional para el crecimiento de las economías de sus integrantes, pese a las asimetrías y diversidad de políticas que generan una inestabilidad y desconfianza justificada.
Un paso inexorable, por lo tanto, es celebrar los acuerdos pendientes con la Unión Europea y China, para insuflar aire fresco en la dinámica regional, sin regalar nada pero asumiendo que todo tratado es un camino de ida y vuelta, y que seguir encerrados es mucho peor que asumir el riesgo medido de potenciar el intercambio comercial por fuera de la región.
Y el problema no solo lo tenemos en el Mercosur, sino dentro de nuestro propio gobierno, porque hay sectores del Frente Amplio que se oponen a la apertura y hasta han trabado que se consagre la celebración de un TLC con Chile y se han opuesto a todo acuerdo de este tipo con Estados Unidos; extremo que en Paysandú terminó costando el cierre de Paylana, que se quedó fuera del único mercado que pudo haberle dado unos años más de vida.
Es que los “trancazos” ideológicos también cuentan a la hora de abordar los problemas que tenemos cuando queremos abrirnos al mundo, que es lo que necesita un país pequeño y vulnerable como Uruguay.