Animales centinelas para investigar métodos de control de garrapata

El combate contra la garrapata comienza por la elaboración de un plan de control integrado de la garrapata y los hemoparásitos. Este plan se basa en la rotación generacional de los productos y la vacunación temprana de las categorías susceptibles con hemovacunas o contra la tristeza, sin desconocer otros aspectos. Así lo expresa el trabajo elaborado por los médicos veterinarios Rafael Carriquiry, del Plan Agropecuario; Ulises Cuore, de la Dirección de Laboratorios Veterinarios del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca; y Angélica Solari, de la misma repartición oficial.
Aunque es un método poco usado en Uruguay, los profesionales entienden que es una buena alternativa para disminuir la cantidad de tratamientos, con la obtención de un buen resultado en el control y la disminución del riesgo de aparición de residuos en las carnes y los gastos en tratamientos. El costo de este método se reduce a la revisación mensual de algunos animales y el registro de lo observado.
Según el artículo publicado en el último número de la revista Plan Agropecuario, se exhibe la experiencia del uso de animales centinelas como método para definir los intervalos (frecuencia) entre cada tratamiento que integra el plan de control.
El control de la garrapata común del ganado (R. microplus) en nuestro país tradicionalmente se ha basado en la aplicación de acaricidas con frecuencia variable, según el criterio del productor y en escasas situaciones con supervisión veterinaria. La frecuencia suele asociarse al período de acción residual de los productos usados, o bien, a la visualización de garrapatas en los animales.
La acción o poder residual de los productos se refiere al tiempo durante el que el químico permanece activo y con capacidad de impedir el desarrollo de los parásitos. Este termina cuando las larvas que suben al animal completan el ciclo, llegando a desarrollarse garrapatas adultas.
No tienen poder residual los productos que se aplican en baño de inmersión o aspersión (amitraz, piretroides o las mezclas con organofosforados), las ivermectinas inyectables al 1% u otras lactonas de aplicación pour on al 0,5%. En cambio, existen otros principios activos cuya acción residual es mayor de 30 días, como ivermectinas 3,15%, fipronil y fluazuron.
Si el objetivo es erradicar la garrapata, detallan en el informe, será necesario aplicar el producto según lo que indica su etiqueta, antes que termine la acción residual, lo que se denomina tratamientos supresivos. Los principios activos que hay en Uruguay son los mismos que existen en el resto del mundo; no hay nada nuevo desde hace muchos años. Además ningún producto tiene efecto repelente, o sea que no evitan que las larvas de garrapatas que están en el campo se suban al bovino.
Esto tiene al menos dos implicancias importantes: primero, los animales tratados con garrapaticidas igual se pueden enfermar de tristeza parasitaria y segundo, algunas garrapatas pueden alcanzar cierto desarrollo antes de morir por efecto del garrapaticida (en el caso del fluazuron, por su modo de acción es más evidente). Entonces, la simple presencia de garrapata en animales tratados no implica directamente una falla en el tratamiento y menos aún la presencia de resistencia.
Existen varios factores que pueden influir en el resultado de los tratamientos acaricidas, entre ellos, la lluvia. Si esta ocurre luego de una aplicación de un pour on, disminuye la efectividad en el tratamiento. Además, también la variabilidad individual interviene en la eficacia, sobre todo en los acaricidas inyectables, ya que por mecanismos funcionales no todos los animales metabolizan la droga uniformemente, lo que provoca diferentes tiempos de eficacia residual.

Definir objetivos

El objetivo de los tratamientos puede ser erradicar la garrapata, es decir, eliminarla de cierto ambiente. De hecho, en toda la “zona limpia” (centro-sur del país), si aparecen garrapatas, es obligatorio por ley erradicarla. También es obligatorio en aquellos predios, aunque estén en “zona endémica”, que implican un riesgo para los demás (ejemplo, donde hay resistencia comprobada a múltiples garrapaticidas). No obstante, en la zona endémica (la mayoría del país), no es obligatorio erradicar la garrapata. El productor puede tener garrapata en su establecimiento y no es penalizado de ninguna manera. Lo que sí está claramente prohibido es transitar con animales parasitados, con la excepción de aquellos que van a faena. Esta excepción deja en claro la relevancia que tiene el riesgo de aparición de residuos químicos en las carnes, que se antepone, al riesgo de transitar con animales parasitados. En otras palabras, se considera más peligroso el residuo en la carne que la posible difusión del parásito.
En otros casos, la erradicación no es el objetivo, por ejemplo, por ser un predio con senda de paso en una zona muy infestada, por considerarlo antieconómico o por otros motivos. El propósito es minimizar las poblaciones de garrapatas, con el menor gasto posible o tener una infestación que no implique dificultades en el movimiento de ganado. Estos u otros pueden ser los objetivos cuando no se pretende erradicar el parásito de un establecimiento, pero es importante que el productor lo tenga claro, para alinear sus acciones en ese sentido. Si no se pretende erradicar la garrapata, no tiene sentido aplicar todo el año tratamientos supresivos, ya que se gasta mucho dinero, se manejan muchos más químicos de los necesarios, se aumenta el riesgo de la aparición de resistencia y residuos en los alimentos.