El tiempo es hoy

El Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) publicó el 30 de mayo el informe correspondiente al estado de la educación en Uruguay durante el período 2015-2016 y la información colgada en la web, trascendió sin pena ni gloria y no tuvo destaque alguno por las autoridades. Aunque el Ineed forma parte de la estructura institucional educativa y brinda información oficial.
En el lanzamiento, la presidenta de la comisión directiva, Alex Mazzei, expresó que esperaba que el informe colaborara en el debate educativo y aportara elementos para el diseño de políticas que ayudaran a mejorar la calidad de la enseñanza. El director ejecutivo Mariano Palamidessi, por su lado, consignó que la publicación de carácter evaluativa se instalaba como “una invitación al debate basado en evidencia”. Ni siquiera el aporte proveniente de la experiencia sirvió para debatir, a partir de esa evidencia, ante las necesidades planteadas en el informe. De hecho, es escasa la presencia de autoridades nacionales cada vez que el Ineed realiza el lanzamiento de sus publicaciones.
El estudio reconoce los avances y coberturas a edades tempranas, pero “la permanencia de los estudiantes comienza a ser un problema en educación media. Por otro lado, la asistencia al sistema educativo presenta una gran desigualdad según estatus socioeconómico”, indica el estudio.
El documento señala: “A los 10 años el 18% de los niños cursa con rezago, mientras que a los 13 años el 29% de los adolescentes está rezagado o abandonó. A los 17 años los adolescentes se dividen en tercios: 34% cursa el grado esperado, 39% está rezagado y 27% no estudia. Además, las diferencias por quintiles de ingreso a los 17 años son las siguientes: el 17% de los alumnos del quintil de menores ingresos y el 76% de los del de mayores ingresos asisten sin rezago. El porcentaje de alumnos egresados sin rezago por ciclo en 2015 era de: 90% en primaria, 60% en media básica y 31% en media superior”.
El promedio de escolaridad entre los jóvenes de 20 a 24 años, se mantiene estable en nueve años en las últimas tres décadas. Traducido: en los últimos 30 años, las personas de esa franja etaria tienen Primaria completa más tres años de liceo. Eso indica la evidencia –como dijo Palamidessi– aunque el discurso político vaya por otro lado.
En cuanto a aprendizajes, “la proporción de niños en los niveles más bajos de desempeño del Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo (Terce) es de 71% en ciencias, 62% en matemática y 56% en lengua. Por su parte, a los 15 años el 40% de los alumnos no alcanza, de acuerdo con PISA, los logros mínimos en lectura y ciencias, y el 52% en matemática”. El tan temido y discutido PISA continúa ubicándonos en lugares lejanos, a pesar que los voceros oficiales insistan en que hay familias que tienen al primer egresado de la Universidad. Una cuestión obvia y lógica para los tiempos que corren, ciertamente mucho más rápida que la lógica tribunera y efectista que pretende conmover con resultados absolutos, cuando vemos que –nuevamente– la evidencia nos señala la relatividad del comentario.
Incluso el estudio complementa que desde las evaluaciones educativas en Uruguay, que datan de 1996, “los desempeños de los niños al finalizar primaria y su iniquidad se han mantenido estables”. Es decir que las políticas progresistas no lograron bajar los índices de iniquidad que se mantienen desde “la época neoliberal de los 90’”, de acuerdo con ese mismo discurso sesgado.
Los docentes reconocen que no se encuentran formados para enfrentar la realidad que presenta un aula, ante esa diversidad sociocultural que, después, generará las diferencias en el rendimiento académico. “Los educadores detectan como puntos débiles el uso de tecnologías de la información y la comunicación, el trabajo en clases con diversidad sociocultural y las necesidades educativas especiales. El 62% de los docentes participó de instancias de formación continua en 2014, y quienes no cursaron no lo hicieron por el horario, desinterés y dificultades en la accesibilidad de la oferta (costo y distancia)”, dice el informe.
Incluso, “la mayoría de los profesores dice recibir poca retroalimentación de los directores de los centros. Por su parte, los maestros valoran más positivamente la calificación y orientación que dan los inspectores que los profesores de media”. Palamidessi reconoció que para lograr mejores y equitativos resultados, “el sistema educativo deberá cambiar el ritmo de avance”, tendrá que “mejorar la planificación y la asignación del gasto público en educación para lograr las metas de la ANEP” y además “generar intervenciones coherentes con los perfiles de egreso”. Esta constatación académica, basada en la evidencia, no está muy alejada del ciudadano a pie.
La última encuesta de la empresa Factum revela que la percepción popular es más negativa que antes. Aunque se muestren descensos en los niveles de repetición, ni en la creación de nuevos centros con tiempo extendido o las mejoras de los salarios docentes, el 40% de la población la percibe “mal”, el 21% “muy mal”, el 27% la ve “bien” y el 6% opinó que “muy bien”. Es decir que seis de cada diez uruguayos tienen una opinión negativa y los indicadores oficiales no aportaron a un cambio de esa imagen porque se puede discutir sobre el nivel académico de los egresados en los diversos niveles y sus rendimientos posteriores. De hecho, cuando salen de la escuela encuentran dificultades de aprendizaje en el Ciclo Básico y cuando finalizan el liceo, o no llegan o tampoco egresan de la Universidad, ante los niveles de exigencia. Es que la preocupación permanece tan centrada en “pasarlos” como sea, que los propios estudiantes encontrarán escollos difíciles de asumir porque no les otorgaron las herramientas necesarias para eso. Entonces, la ecuación no tendrá el resultado en algunos de los niveles siguientes.
Sin embargo, la cuota de optimismo es aportada por más de la mitad de los encuestados: el panorama mejorará en los próximos tres años. En todo caso, habrá jóvenes que no tendrán interés en volver en los próximos tres años y para ellos el tiempo es hoy. Absolutamente hoy. Porque mientras se buscan argumentos para conformar una entelequia progresista, las cifras y la evidencia marcan su propio camino.