Cambio de hábitos

Desde hace varias décadas las bolsas plásticas representaron una solución barata, práctica y resistente para las mil cosas en que se las utiliza, desde la entrega de mercaderías en los comercios a ser una opción para sacar la basura. Sin embargo, desde hace ya algunos años y debido a la contaminación que producen a causa de su abuso, son varios los países del mundo que están analizando cómo hacer para dejar de usarlas.
Ahora, el Poder Legislativo sancionó la ley que declara de interés general la prevención y reducción del impacto ambiental derivado del uso de bolsas plásticas, mediante acciones que desestimulen su utilización, promuevan su reciclado y otras formas de valorización. En este sentido, prohíbe la fabricación, importación, distribución, venta y entrega a cualquier título de las bolsas plásticas que no sean compostables o biodegradables y faculta al Poder Ejecutivo a establecer la obligación de cobro, la fijación de un precio mínimo y el modo de facturación de las bolsas autorizadas antes mencionadas.
La norma tiene por objetivo el regular para desestimular su uso indiscriminado, por los daños que causan al hábitat, incluye a todos los tipos de bolsas plásticas para contener y transportar productos y bienes que sean entregadas a un consumidor en cualquier punto de venta o entrega. En tanto, los titulares de los puntos de venta estarán obligados a realizar o participar en campañas de difusión y concientización, identificar las bolsas suministradas y disponer de un sistema de recolección de residuos de estos artículos, así como ofrecer a la venta bolsas reutilizables. También se prevé la puesta en marcha de un programa para facilitar la reconversión de la industria nacional de bolsas plásticas y el fomento de soluciones tecnológicas tendientes a minimizar los impactos ambientales derivados del uso de bolsas plásticas no biodegradables.
El proyecto, ahora ley, se originó como resultado de un proceso de intercambio realizado desde la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama) con entidades públicas y privadas. Para su elaboración fueron analizadas experiencias internacionales y se revisaron normativas extranjeras. En el ámbito nacional, se consideró el Plan de Acción Estratégico para la Gestión Sustentable de Bolsas Plásticas, elaborado por la Dinama en setiembre de 2009, y otros antecedentes como la Ley de Envases y Residuos de Envases y su reglamentación, que data del 23 de julio de 2007.
Tras su aprobación, la nueva ley deberá reglamentarse en un plazo de 180 días y lo dispuesto en ella quedará vigente a más tardar dentro de un año o en el plazo que fije la reglamentación. Luego la Dirección Nacional de Medio Ambiente será la responsable del contralor y aplicación de sanciones.
Ese será un punto clave para determinar si la existencia de la ley puede llegar a tener o no una incidencia real en el medio ambiente, dado que no sería la primera vez que se crean normas para la protección del ambiente y luego no se cumplen.
En este sentido, en 2007 se aprobó el Decreto 260/007 estableciéndose las normas reglamentarias para la gestión de residuos de envases primarios, con el objetivo de lograr la efectiva disminución de los efectos ambientales de la disposición incontrolada de estos residuos. Esta norma, enfocada a trabajar sobre el grupo de residuos de envases post-consumo, incluyó la obligación de las grandes superficies comerciales de contar con planes de acción para disminuir la cantidad de residuos de bolsas plásticas, a través de un proceso de reciclado o destrucción final. Sin embargo, pasaron 11 años y los supermercados nunca la cumplieron.
Sería importante que esta vez, el nuevo instrumento legal y las acciones complementarias que se desarrollarán cuenten con los controles y la promoción de la concientización necesaria para avanzar hacia un cambio cultural con capacidad de modificar conductas que constituyen una amenaza para el medio ambiente y la biodiversidad.
Uno de los problemas ambientales de mayor importancia en el mundo es la pérdida de diversidad biológica, que tendrá gran impacto para las generaciones presentes y futuras y ya está afectando a gran número de especies que están desapareciendo a gran velocidad como consecuencia de la actividad humana. Los desechos plásticos tienen gran impacto ambiental debido a su uso indiscriminado y amenazan los ecosistemas a nivel mundial porque contaminan en todo su ciclo de vida, desde la etapa de fabricación hasta su eliminación inadecuada.
Nuestro estilo de vida ha estado dominado por un modelo de producción y consumo en el que los bienes se producen a partir de materias primas, se utilizan y son desechados como residuos. En Uruguay cada persona utiliza unas 400 bolsas de nylon por año y los grandes supermercados son responsables de la circulación del 90% de este tipo de bolsas. No obstante, aunque cotidiano y muy visible el problema de las bolsas de plástico es apenas uno de los temas en que es necesario avanzar en materia de protección ambiental nacional en el marco de una ley de gestión integral de residuos.
Es de esperar que el proyecto de ley enviado al Parlamento pueda conseguir los apoyos necesarios para su instrumentación. Esto requerirá considerar a los residuos como recurso, reconocer sus posibilidades de generar valor y empleo, disminuyendo los volúmenes de disposición final y promoviendo su revalorización para fabricar otros productos.
Por el momento, principio tienen las cosas y bueno sería que comencemos a cambiar el hábito de “use y tire” yendo hacia prácticas que favorezcan el medio ambiente y la calidad de vida, aunque ello requiera el esfuerzo de volver a la “chismosa” y sacar la basura en otros contenedores que no sean las bolsas de plástico o, como alternativa, el gasto de comprar bolsas biodegradables.