Las metas educativas y lo que dice el Mirador

La ministra de Educación, María Julia Muñoz, aseguró en una entrevista con el semanario Búsqueda que “en un 99,9% el Frente Amplio mantiene la imagen de que no mete ‘la mano en la lata’” y, a pesar de criticar el “error horroroso” del exvicepresidente Raúl Sendic de presentarse con un título académico que no tenía, quitó importancia a las denuncias contra Ancap y ASSE porque, según aseguró, “nadie se enriqueció”.
Para la ministra, de aquí al próximo año electoral, el Frente Amplio superará los “episodios aislados” de irregularidades “que se han manejado” por la prensa.
Ahora veremos si su cartera ha llegado a la meta del 99,9% de cumplimiento en cuestiones que no son tan “aisladas” y que claramente no “maneja” la prensa, sino el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed) que no tendrá presupuesto suficiente para llevar adelante su tarea específica. Y esto ha sido reiterado por su directora, Alex Mazzei.
El último informe correspondiente al “Mirador Educativo” del Ineed, publicado la semana pasada, señala que en Uruguay el 70,7% de los jóvenes de 17 años que ingresó al ciclo educativo, finalizó la educación media básica. Sin embargo, “apenas el 30,8% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 20 años de edad egresó en 2017 de educación media. El crecimiento del egreso ha sido leve en los últimos 11 años” y se ubica en 8,1 puntos porcentuales.
Desagregada la información y tomando en cuenta “por edad simple se observa que a los 18 años solo el 20,9% había egresado, mientras que a los 20 años lo había hecho el 38,8%”. El mayor egreso se registra en Montevideo en comparación con el Interior, en dicho grupo etario y tiene una diferencia por encima de los 10 puntos porcentuales, mientras que la brecha se ensancha –y es un fenómeno que se observa en otros temas sociales– entre los extremos superior e inferior del nivel socioeconómico en 51,6 puntos porcentuales.
El año pasado, el 41,1% de los alumnos extraedad comprendidos entre los 21 y 23 años egresó de la educación media, por lo tanto concluye que “el país se encuentra aún lejos de alcanzar la universalización de la educación media, tal como lo establece la ley, así como de alcanzar la meta de egreso del 75% para 2020 de acuerdo con las metas de la ANEP para el quinquenio”.
Y agrega: “No resulta previsible que lo anterior se revierta en el corto plazo, teniendo en cuenta el lento ritmo de variación del indicador”. Claramente la prensa no “maneja” estos indicadores con tanta claridad como el Ineed, que además es un instituto conformado por docentes y académicos de larga trayectoria técnica.
Seguidamente el Monitor se basa en las estimaciones efectuadas por la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) correspondiente al año pasado. Asegura que “el 26,8% de los jóvenes con edades comprendidas entre los 18 y los 19 años de edad en todo el país había culminado la educación media”. En más de una década, el indicador se incrementó en 7,2 puntos porcentuales y presenta –nuevamente– una diferencia de casi 10 puntos porcentuales entre Montevideo y el Interior, a favor de la capital del país. La brecha –otra vez– se manifiesta porfiada porque hay una diferencia de 49,7 puntos porcentuales entre jóvenes de nivel socioeconómico muy bajo y muy alto, a favor de estos últimos.
Si se calcula que cada persona que ingresa al primer año de Primaria en la edad prevista y avanzara sin repeticiones, tendría que cursar el último año de liceo a los 18 años, si bien igualmente se considera oportuna la edad de 19 años. Sin embargo, “poco menos de un tercio de esta población había egresado de educación media en 2017 (33,0%)”. Recordemos que la meta fijada por las autoridades de la educación hacia el año 2020 apuntaba a que el 45% de los jóvenes de 19 años haya culminado la educación media. Por tanto, parece difícil que en un año y medio pueda revertirse la tendencia que abarca a un tercio de esta población específica.
Y como el descenso del número de egresados de las carreras de formación docente no son “episodios aislados” sino que se enmarca en un mismo panorama complejo, analiza los datos en magisterio y profesorado.
En el primer caso, los números bajan en forma continua desde 2006 a 2015 de 1.236 a 712 y en el Interior se profundiza esa diferencia porque en 2006 egresaron 1.132 y 604 lo hicieron en 2015. En las carreras de profesorado pasa lo mismo: de 803 a 724 entre 2006 y 2015.
Y si se analiza el gasto público, el Monitor asegura que “aumentó desde el 2007 sistemáticamente todos los años del período considerado, con excepción del 2015 en que sufrió una leve caída que fue más que recuperada en 2016, año en que ascendió a 495.433 millones de pesos constantes”. Es más, el informe analiza la voluntad política existente en torno a este rubro.
“En el período considerado, el país aumentó los recursos que dirige a la educación, considerando su capacidad económica” y estima que en 2015, “el total de recursos dirigidos a educación representaba un 6,73% del producto bruto interno. Todas las fuentes del gasto total en educación aumentaron en términos del producto bruto interno al considerar los extremos del período 2005-2015. El gasto público lideró este aumento creciendo cada año un 3,5%, seguido por el gasto privado que lo hizo 1,1% y la renuncia fiscal un 0,8% anual”. Ergo, plata no faltó y aporte estatal tampoco.
La pregunta es: ¿cómo una hábil declarante, la ministra Muñoz, analiza los magros resultados educativos que no logran repuntar desde hace 12 años (2006), con tres períodos de gobiernos progresistas, cuando las metas apuntan a la universalización y apenas se llega a un tercio?
Porque, ya que hay respuestas para todo, deberían aparecer para esto también. Y no vale la comparación con otros gobiernos, ni métodos ni sistemas, porque las reformas educativas en los últimos años han brillado por su ausencia y porque las condiciones socioeconómicas han mejorado –de acuerdo con las cifras oficiales– con descensos pronunciados en la línea de pobreza y accesibilidad a una oferta educativa que, en algunos casos, ha facilitado el ingreso y egreso con “cambios en las exigencias”.