Justicia condenó a un año de arresto domiciliario a automovilista que chocó a Leandro Ribeiro, que tras el siniestro quedó parapléjico

Nadie se levanta un día y sale a la calle decidido a chocar a otra persona; y menos lesionarlo gravemente. Eso no se discute. Pero si pasa, ya sea por una imprudencia, la mala fortuna o el destino, la responsabilidad debe ser asumida.
Hace más de dos años que Leandro Mauricio Ribeiro Dos Santos, hoy de 20 años, se encuentra parapléjico, con el 90% de su cerebro muerto o extirpado, como consecuencia de un grave accidente que parece haber ocurrido solo para los suyos; porque nunca nadie (del otro lado) llamó preguntando por él. La lucha de su familia por no decaer, brindarle una buena atención y lograr el pedido de justicia no cesó y dio sus frutos.
El hombre que chocó a Leandro fue procesado sin prisión, deberá cumplir arresto domiciliario a la noche y además no puede conducir por el término de un año. Pero esto no sirve de consuelo para la familia de Leandro.
Natalia Ribeiro es la hermana de Leandro, quien ha peleado a brazo partido a nivel judicial para que algo sucediera. En diálogo con EL TELEGRAFO, contó que el fallo (regido bajo el antiguo Código de Proceso Penal) le dejó un sabor semiamargo. “Si conduzco alcoholizada, me pueden sacar la libreta por un año. El primer fallo fue solo ese para quien chocó a mi hermano. No lo sentí justo. Y la abogada revocó. Ahí nuevamente en audiencia, viendo al tipo sentado enfrente mío, en la sala de espera, y que ni levante la mirada para como ser humano decirte ‘lo siento’, la jueza dictó además el procesamiento sin prisión con arresto domiciliario de 21 a 7 de la mañana. Es decir que dormir, va a hacerlo tranquilo”, indicó Natalia.
Leandro no ha tenido avances y eso también se suma a la lista de hechos desalentadores para la familia. “Verlo así, ver a nuestra madre que –desde que lo tiene en Artigas– no come ni respira por el agotamiento, es desgarrador”, agregó la mujer que desde el momento del accidente le prometió a su hermano que no descansaría hasta lograr justicia.

Esa noche difícil de olvidar

El accidente ocurrió pasadas las 22 del 1º de junio de 2016. Leandro Ribeiro se desplazaba a bordo de la motocicleta Baccio X3M, matrícula ICB 108, por Bulevar Artigas al sur. Lo hacía con casco protector. Al llegar al cruce de Canelones, el motonetista colisionó con un Volkswagen Fusca, matrícula IAB 8315, guiado por un hombre de 41 años, que se dirigía al Este. Tras impactar contra el paragolpes delantero izquierdo del automóvil, la moto tuvo quebradura de horquilla, lo cual fue determinante para la entidad de las lesiones sufridas por Ribeiro Dos Santos, que terminó a seis metros del punto de impacto. Esa noche, Leandro había visitado a su hermana, con quien vivió durante varios años en nuestra ciudad, ya que son oriundos de Artigas. Salió de trabajar y pasó a estar un rato con ella. “Cuando lo despedí en la puerta le dije que al llegar a la casa de la novia, con quien tenía un bebé de seis meses, me escribiera como siempre hacía. Me dijo que me quedara tranquila que no le iba a pasar nada y se fue”. Al rato, “al ver que no me llegaba nada de él, empecé a llamarlo. No me atendía. Llamé a la novia y me dijo que todavía no había llegado. Noté que había algo raro porque siempre se comunicaba conmigo y no era de irse a otro lado, ni de cambiar su rumbo”, sostuvo.
Pasaron dos horas y Natalia no soportó esperar en su casa. “Salí a buscarlo porque más o menos sabía su ruta. Fui a pizzerías donde siempre compramos y lo conocían pero nadie había visto nada. Me fui al carrito de comidas del Estadio Cerrado y pregunté. Las chicas que estaban me dijeron que justo había pasado mucha gente pero al mostrarles una foto de mi celular enseguida lo reconocieron. Sí, me dijo una de ellas. ‘Compró dos hamburguesas y una porción de fritas. Andaba en una moto negra y con casco negro’. Pero nadie vio para dónde agarró”, dijo.
Desde el carrito a la casa de su novia, el camino era recto por bulevar Artigas al sur. “No entendía nada, porque no iba a demorar tanto y mucho menos habiendo comprado la comida”, mencionó. “Me fui directo al hospital y di su nombre. Salió la doctora Pequeño. Me explicó que estaba en tomógrafo de Comepa y que después iba a poder decirme la situación, pero que era complicado. Al ratito me comunicó que había que trasladarlo urgente al CTI de Tacuarembó, que le fuera avisando a mi familia de Artigas. Fueron horas interminables”, dijo Natalia.

No ha tenido avances

El panorama no ha cambiado para la familia Ribeiro-Dos Santos. La rutina se ha vuelta pesada, pero el amor parece sostener todo y más. “Hoy se precisan tres personas para levantar a Leandro, porque pesa entre 20 y 23 kilos, y hay que tener mucho cuidado. El tiene solo el 10% del cerebro y perdió, además de masa cerebral, más de la mitad del cráneo. Por eso, el médico dijo que hay que tener extremados cuidados. Esa misma cantidad de personas que lo levantan, son quienes lo bañan y lo visten para luego sentarlo en la silla o en la cama”, contó Natalia.
Como además el desgaste le ha causado escaras y pérdida de masa muscular, entre otras cosas, Leandro no puede sostener su cabeza. “Por eso cuando lo sientan (como puede verse en la foto) tienen que rodearlo de almohadones y demás. Dejás de atenderlo por un minuto y no sabés qué puede pasar”, agregó.
“Su hijito (hoy de dos años) sigue yendo a visitarlo al menos una vez por mes y lo reconoce como su papá. ‘Vamos a Artigas. Ver (a) papá’, me dijo hace unos días y eso te parte el corazón”; aunque destacó que el vínculo se mantenga: “Es su padre y que lo reconozca como tal, aún viéndolo así, es maravilloso”.

El fallo de la justicia

La Justicia Penal dispuso recientemente el procesamiento sin prisión del conductor del auto, por la presunta comisión de un delito de lesiones gravísimas culposas imponiéndole como medida sustitutiva a la prisión el arresto domiciliario nocturno en el horario de 21 a 7 por el plazo de 6 meses y la prohibición de conducir cualquier tipo de vehículo por el plazo de un año debiendo hacer entrega de la licencia de conducir en la sede.