Precisamos “llorones” en Paysandú

En los últimos días, el presidente de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicio (Fuecys), Flavio Riverón, declaró que “los empresarios deberían inaugurar el Club de los Llorones. Es lo único que saben hacer en serio”. Si bien se trata de expresiones que no deberían llamar la atención proviniendo de una central sindical que considera a los empresarios sus enemigos de clase, resulta interesante analizarlas con mayor detenimiento y desde una perspectiva departamental.
Lamentablemente, Riverón no es original en sus ataques a quienes llevan adelante un emprendimiento en el sector privado. El exdirigente sindical y exdirector nacional de Trabajo considera que los empresarios extranjeros son “jodedores”, lo que deja en claro que resulta mucho más importante repetir las viejas consignas que asumir las responsabilidades institucionales y la objetividad que le imponían la función pública que desempeñaba en el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
En los últimos días, el dirigente del Sindicato Único de la Construcción y Afines y precandidato por el Frente Amplio, Oscar Andrade, realizó nuevos ataques en el mismo sentido, señalando que “si uno sigue el razonamiento de los empresarios, dan ganas de mandarlos al Mides para que vayan a buscar alimentos”. Las declaraciones de Andrade dejan al descubierto el poco o nulo conocimiento que tiene de la realidad del empleo en nuestro departamento, donde muchas familias padecen complejas situaciones de desempleo o de seguro de paro. Ante estas situaciones, resulta totalmente desacertado referirse a la ayuda que brinda esa secretaría de Estado.
Si bien los ejemplos abundan, el ataque a los empresarios es una conducta constante del Pit-Cnt, como forma de menoscabar una actividad totalmente lícita, protegida por la propia Constitución Nacional, que dispone que los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad, y que nadie puede ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecieran por razones de interés general.
Incluso la propia Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce la existencia e importancia de los empresarios como uno de los actores de las negociaciones tripartitas y lo mismo sucede a nivel nacional con los Consejos de Salarios. La búsqueda de inversiones extranjeras que llevan adelante el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, y el Ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, junto con organismos especializados como Uruguay XXI dejan en claro que existe en ellos una cabal conciencia sobre la importancia que los capitales privados y más concretamente los empresarios de ese sector tienen para el desarrollo de nuestro país.
Afortunadamente, y mal que le pese a Flavio Riverón y al Pit-Cnt, en Paysandú tuvimos muchas de esas personas que ellos califican de “llorones” y nos sentimos orgullosos de la realidad industrial pujante, con altos niveles de empleo formal y decente que ayudaron a forjar, junto con las trabajadoras y trabajadores que durante décadas aportaron su trabajo, un polo industrial al norte del río Negro, que fue un referente para todo el país. Empleos que aportaron una calidad de vida envidiable a los trabajadores, en comparación con el resto del país y la región, muchos de los que, al igual que sus hijos, crearon a su vez empresas, alimentando el círculo virtuoso de riqueza en el que todos ganamos durante casi un siglo, desde que comenzaron a instalarse las primeras industrias.
En la lógica del Pit-Cnt, vecinos como Antonio Estefanell, Carlos Fraschini, Pedro Harguindeguy, Juan Carlos Henderson, Conrado Olaso Marín o Nicolás Máscolo, entre tantos otros, fueron simples “llorones” y no empresarios que generaron fuentes de trabajo y oportunidades de progreso para miles de familias. Afortunadamente, muchos sanduceros no comparten las valoraciones soberbias y discriminatorias de la central sindical.
En efecto, en la sesión de la Junta Departamental de Paysandú del 24 de octubre de 2013, el edil socialista Luis Lopardo resumió con claridad el proceso manufacturero vivido por nuestro departamento y su importancia:
“El surgimiento del polo industrial de Paysandú en la década del 40 del siglo XX no fue una casualidad, no fue un don que vino del cielo, sino que fue la conjunción de una serie de factores sociopolíticos que se dieron a esa altura del siglo. Y hagamos un poquito de referencia a estas cosas. En la década del 40, el mundo en plena Segunda Guerra Mundial, el Uruguay por esos años llevaba adelante, como consecuencia de la guerra, lo que se llamó una política de sustitución de importaciones. Los estudiosos nos hablan del ‘segundo batllismo’ y lo ubican precisamente en esta época, en la que, entre otras cosas también interesantes, cabe recordar la influencia en el partido de gobierno de ese momento de los dirigentes canarios; tal vez, y sin tal vez, era el más emblemático don Tomás Berreta. Superar el país agrícola-ganadero por un país que tuviese en la industria, en las cadenas agroindustriales, otro motor distinto al que se había conocido hasta ese momento, esas fueron las circunstancias que dieron origen, particularmente en nuestro departamento y en nuestra ciudad, al surgimiento del polo industrial. Hubo además, desde el Gobierno nacional, toda una política de apoyo desde el punto de vista arancelario para la instalación de estos nuevos complejos industriales. Y ahí jugó también un elemento esencial que no queremos dejar de destacar, la visión de muchos hombres y mujeres de este solar, que vieron que esta oportunidad era realmente excelente para lanzarse a un proyecto que sirviera de base a un nuevo fundamento económico para el departamento y el país. (…) Desde esta bancada nosotros queremos saludar no solo a los empresarios que han mantenido este emprendimiento en marcha sino también a los cientos y miles de trabajadores sanduceros, de productores rurales que fueron durante muchos años parte de este proceso. A todos ellos, a los que quedaron en el camino y a los que siguieron por otras rutas, el saludo fraternal y para ellos también es este homenaje”.
Ante el cierre o reducción de varias industrias sanduceras y el desolador panorama de la economía sanducera, queda claro que todos los sanduceros, sin distinción de partidos políticos o de ocupaciones, desearíamos tener más “llorones” en nuestro departamento, que radiquen nuevas inversiones y le otorguen a su población la seguridad laboral y económica tan deseada. Lamentablemente, Riverón optó por el camino de cavar y ensanchar la famosa “grieta” entre sectores de la sociedad, tarea a la que muchos actores sindicales se encuentran abocados con verdadera pasión confesional.
Así las cosas, tanto la casta sindical uruguaya como Riverón deberían tener en cuenta la famosa frase del político británico Winston Churchill: “Muchas personas miran al empresario como al lobo que hay que abatir, otros muchos lo miran como a una vaca que hay que exprimir, y muy pocos lo miran como al caballo que tira del carro”.