Pinturas rupestres del paisaje protegido de Chamangá abandonadas y posiblemente robadas y vandalizadas

PARAJE CHAMANGÁ, (Por Daniel Hardy Coll).- Las pinturas rupestres de Chamangá se encuentran en muy malas condiciones en los campos de la familia Patrón (estancia La Lucila), desde hace dos años, porque el Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente no está actuando en el lugar tras su última visita guiada en el invierno de 2016.
No sólo la erosión natural del clima y el paso del tiempo siguen actuando sobre el principal conjunto que se puede admirar aún a plena luz del día –si usted lo encuentra claro está–, clasificado como “La Linda” o “La Pocha I”, sino que la ausencia total del Estado puede colaborar en su destrucción total, por la demolición de estas inmensas bochas de granito gris, por vandalismo o por robo, a pesar de ser patrimonio mundial de la Unesco y Paraje Protegido del Sistema Nacional de Áreas Protegidas hace ya ocho años.
Cerca de “La Linda” se logra observar apenas, con enorme paciencia, el conjunto de pinturas rupestres que tienen entre 900 y 1.500 años de antigüedad, y que según la información oficial “se trata del mayor registro en la cuenca del Plata a cielo abierto”, llamado “Las Hojas”.
Una de las gigantes rocas de granito gris fue cortada por picapedreros en el año 2010, según fuentes consultadas por este periodista; con mechas y una moledora –las marcas se aprecian con claridad– la partieron en dos, tirando al suelo el conjunto conocido por el nombre “Las Manos”. Al hacerlo destruyeron la pintura ya que al caer se partió en dos pedazos. Hoy una parte se encuentra en el museo “Rivera” de Durazno y la otra, en la Casa de la Cultura en Trinidad.
El lugar se ubica a 38 kilómetros del kilómetro 164 de la ruta nacional Nº3 rumbo a Durazno y se accede después de transitar por un camino vecinal. Otro conjunto está más adelante, nos explican nuestras fuentes, y se le conoce por el nombre “La Quemada”, que también ha sido desamparado, aunque se tienen datos de al menos dos conjuntos de pinturas más y de algunos petroglifos, pero se informa de 44 en total en el folleto de la Oficina Turística y Administración del Geoparque.
También la Intendencia de Flores se olvidó de su cuidado, aunque dejó en el mojón 164 de la ruta, la cartelería que indica la localidad marcando una distancia de apenas 21 kilómetros, que en realidad son muchos más. Asimismo lo promociona un cartel muy bonito que informa de todos los atractivos turísticos de este departamento en una de las esquinas del parque Centenario.
Este paisaje protegido que es incluido en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas desde el año 2010, aún se promociona, pero está “cerrado” al público desde 2016, aunque el Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente (Mvotma) –que es el que lo administra– parece desconocer esta situación.
El Paisaje Protegido Localidad Rupestre de Chamangá sigue estando en la guía del SNAP, pero sin ninguna clase de conservación, amparo o resguardo y de protección.
Chamangá fue el quinto lugar geográfico en ser incluido en este sistema. Se trata de un paisaje que incluyen 12.172 hectáreas, el noveno más grande de las 15 áreas que integran el SNAP. La gestión del SNAP insume oficialmente “2,6 millones de dólares anuales, de ese total que incluye personal, gastos corrientes e inversiones, un 78% se realiza en territorios”.
Cada área protegida tiene una Comisión Asesora Específica (CAE), “cuyo cometido es el asesoramiento, promoción y control de las áreas, en la que participan delegados de cinco ministerios, 13 organizaciones de la sociedad civil, 6 agrupaciones de fomento, 5 agrupaciones en materia de turismo, propietarios y pobladores, un organismo internacional y las alcaldías que se encuentran incorporándose gradualmente a este equipo de trabajo.

Prehistoria en la piedra

La información turística de la Intendencia de Flores dice que se trata del mayor registro de arte rupestre en la “Cuenca del Plata, con 900 a 1.500 años de antigüedad, en bochas de granito que salieron a la superficie hace unos 200 millones de años…” Eso es lo que cualquier turista leerá en la cartelería en la vía pública, y en la folletería. Es más, informa que en esta mayor concentración al aire libre existen en la actualidad 44 pinturas. Pero en un último volante promocionando los diferentes circuitos turísticos, de este año, para conocer el “2º Geoparque Mundial de la Unesco en América Latina”, no incluye visitas a Chamangá.

La aventura es llegar

Los carteles en ambas direcciones en el kilómetro 164 de la ruta 3 (a 24 kilómetros al sur de Trinidad) le indican al visitante que quiere conocer esta SNAP, que se encuentra a 21 kilómetros. Si bien alguna cartelería con información existe en estos primeros 21 kilómetros, un enorme cartel con el sello de la Unesco hoy luce de espaldas al automovilista. De todas formas y transitando por un camino óptimo, mitad pavimentado y mitad de ripio, con muchos vados y curvas, se llega hasta la escuela rural “Santa Elena” Nº20. En su predio se invirtió en un conjunto de contenedores, que ofició hasta hace dos años como Centro de Visitantes. Desde allí partían las excursiones con guías guardaparques funcionarios de la Intendencia de Flores en camiones similares a los que se usan en Cabo Polonio.
Pero toda esta infraestructura hoy duerme en instalaciones del edificio comunal, incluyendo los colchones de los guías. ¿Dónde está la entrada? Es la pregunta que los usuales visitantes se hacen. Si no se recurre a preguntar al almacén y quesería “El Sacrificio” una cuadra más adelante de la escuelita, es casi imposible llegar a la portera de ingreso a este geoparque.
“Sigan unos 15 a 20 kilómetros por este camino, cuando vean la portera de entrada a la estancia La Lucila, ya habrán llegado. Muchos pegan la vuelta, muchos regresan y me dicen que entraron pero que no vieron ninguna pintura. ¡Qué lindo fue hasta hace unos años cuando hacían las visitas guiadas, pasaron miles de personas!”, sentencia con melancolía el almacenero.
Decidimos ir registrando puntos de referencia hasta lograr llegar. Al dejar el almacén del campo usted se cruza con estancias y establecimientos a diestra y siniestra. En el itinerario se deben pasar por El Burro, Los Náufragos, Haras Chamangá a los 7 kilómetros, el primer cartel de Área Protegida a los 8 kilómetros, Los Nogales, El Pobrecito a los 10 kilómetros, un segundo cartel del SNAP en la escuela rural Nº36 “La Lucila” a los 12 kilómetros, La Lucila y finalmente a 17,5 kilómetros del viejo almacén y quesería, la tapera que fue un destacamento policial que protegía el lugar y la puerta de ingreso al predio, totalmente abierta.
Un cartel de la Unesco con una inscripción que reza “Una comunidad que no conserva su patrimonio se destruye a sí misma” le da la bienvenida al iluso turista que cree que encontrará todo ordenado, con la señalización correspondiente, bien preservado y cuidado. Pues nada de eso es real. Porteras abiertas, ningún candado, ningún cartel de prohibido el paso, ningún funcionario, nada de información…
Al frente, a la derecha y a la izquierda, varias formaciones rocosas, muy cerca enormes plantaciones acorralando este conjunto de piedras con arte rupestre.
Hace unos días el Ministerio de Vivienda Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente empezó a celebrar en el museo Blanes de Montevideo la primera década del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, con una muestra itinerante que recorre el país y hoy se presenta precisamente, en Trinidad.
Uno cree después de recorrer tantos kilómetros que visitará, como en el primer mundo, un lugar en perfectas condiciones ya que es el “2º Geoparque Mundial de la Unesco en América Latina”. Pero aquí hay que jugar a los niños exploradores para descubrir rastros del arte rupestre. No pudimos coordinar una visita a través del sitio web www.chamanga.org.uy como los sugiere la cartelería, porque está “fuera de servicio”.

Arte milenario en ruinas

Después de algunas horas de inspeccionar rocas y más rocas, este periodista logró encontrar dos conjuntos de pinturas y un posible petroglifo. También una lasca de una de las bochas de granito con posibles rastros de pintura rupestre escondido entre dos inmensas bochas, como para ser sacada en cualquier momento. El Ing. Agr. Horacio Irazabal y el maestro Mario Magallanes fueron los “padres” de este descubrimiento en la década del setenta. Irazabal al jubilarse donó a la Arq. Etchegaray toda su investigación con fotografías impactantes de las 44 pinturas rupestres.
¿Dónde están las otras 41? ¿Qué fue de ellas?, ¿Demolidas o lucen en el hall de algún palacete? ¿Por qué a pesar de ser aún Paisaje Protegido –los carteles no han sido retirados de la región adyacente– fue decididamente abandonado?
Este periodista se contactó con la oficina de Unesco y con el Mvotma, concretamente con la Dirección del Sistema Nacional de Aéreas Protegidas, para consultar a las autoridades sobre el particular. Al cierre de esta edición, no se recibió ninguna respuesta. Quizás hoy en Trinidad puedan darnos alguna.