En cine en EL TELEGRAFO, la noche de bodas y el desencanto

Tomando como punto de partida la novela de Ian McEwan “La playa de Chesil”, Dominic Cooke realiza la película homónima, retratando de forma exhaustiva una tarde y noche de bodas. Con todo lo que ello implica en una pareja virgen. El propio McEwan es el adaptador de su novela, lo que asegura una adecuada traslación.
Al igual que en el libro, la noche de bodas sirve de hilo conductor para ir conformando el retrato de dos personas que se aman pero a veces no sepan cómo hacerlo. En una época con demasiados inconvenientes, presiones, subterfugios, surgen una serie de maravillosas contradicciones, una amplia gama de grises en ambos personajes. El choque interior entre el amor y la aversión; el júbilo y el asco; el gusto y el dolor.
Cooke filma con convicción y excelente montaje los detalles de cada contradicción, y los intérpretes -Saoirse Ronan y Billy Howle- desarrollan los detalles físicos del temor y el temblor de la angustia.
La acción ocurre en la Inglaterra de 1962. Florence (Saoirse Ronan) y Edward (Billy Howle) tienen poco más de 20 años. Ella es de clase media alta, él de clase baja. Inocentes, vírgenes y enamorados, cuando aún no se había publicado el primer LP de The Beatles y El amante de Lady Chatterley estaba prohibido, se casan y pasan su primera noche de bodas en un hotel, junto a la famosa Chesil Beach, en Dorset al sur del país. Lo que sucede esa noche, entre sus palabras y sus silencios, cambiará sus vidas para siempre.
A través de flashbacks se van revelando quiénes son y cómo han llegado al punto en el que están. En el “presente”, Florence y Edward intentan disfrutar de su luna de miel en un hotelito. Ahí, aún inocentes, vírgenes y embriagados por el enamoramiento, se topan con un escollo inesperado.
La realidad de la sexualidad, todavía un tema tabú en la Inglaterra de la época, irrumpe como un terremoto que hace tambalear la relación. Donde debería haber ternura, pasión, íntima complicidad, tan solo hay una sucesión de momentos terriblemente incómodos.
En bellos escenarios (especialmente aquellos en los que predomina la naturaleza) y con un ritmo que mezcla la música clásica de Mozart o Schubert con la energía de Chuck Berry, la protagonista de “Lady Bird” Saoirse Ronan y el desconocido y prometedor Billy Howle dibujan con precisión la inseguridad, los miedos, la torpeza y la confusión de dos inmaduros veinteañeros que aún no saben casi nada sobre la vida.
Se exhibe esta noche en la sala “1º de Julio” de EL TELEGRAFO a las 20. La sala se habilita a las 19.30 con cortos y trailers. Entrada libre y gratuita.