Las enseñanzas del rejuvenecimiento chino

El intendente de Paysandú Guillermo Caraballo retorna de su viaje oficial a China, invitado a través del Congreso de Intendentes por la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero, junto a otros cinco intendentes, en el marco del trigésimo aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Uruguay y China.
Retorna en los días previos a que la República Popular China celebre el cuadragésimo aniversario de la reforma y la apertura , una gran revolución que el Partido Comunista inició en diciembre de 1978, cuando el XI Comité Central del Partido Comunista de China realizó su III Sesión Plenaria. Fue un acontecimiento de trascendencia histórica que dio inicio al nuevo período de cambios con repercusiones globales.
Desde entonces, los comunistas y el pueblo chinos, con un intrépido espíritu emprendedor y a través de una impetuosa práctica de innovación, han llevado adelante una transformación de la nación, que ha producido cambios históricos en la fisonomía del pueblo chino, en la de la China socialista y en la del Partido Comunista de China.
Ciertamente la China visitada por los intendentes uruguayos no es la misma, aunque apenas pasaron cuatro décadas. El gigante asiático aprovechó una ola de globalización que barrió el mundo y emergió como la fábrica del planeta. La adopción de Internet por parte de China, dentro de ciertos límites, ayudó a convertirla en un líder en tecnología. Y el asesoramiento extranjero ayudó a reformar sus bancos, construir un sistema legal y crear corporaciones modernas.
Se invirtió fuertemente en educación, ampliando el acceso a escuelas y universidades, y eliminando el analfabetismo. China continental ahora produce más graduados en ciencias e ingeniería cada año que Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Taiwán juntos.
En ciudades como Shanghái, los escolares chinos superan a sus compañeros en todo el mundo, tal como lo determina el informe PISA. Para muchos de sus padres, sin embargo, incluso eso no es suficiente. Debido a la nueva riqueza, el énfasis tradicional en la educación como camino hacia la movilidad social y el examen hipercompetitivo de ingreso a la universidad del estado, la mayoría de los estudiantes también se inscriben en programas de tutoría después de la escuela, un mercado con un valor similar a la mitad del presupuesto militar anual del gobierno de esa nación.
El presidente Xi Jinping impulsa lo que él llama “el gran rejuvenecimiento de la nación china”. La prosperidad ha traído expectativas crecientes; el público quiere algo más que el crecimiento económico. Quiere aire más limpio, alimentos y medicinas más seguros, mejores servicios de salud y escuelas, menos corrupción y mayor igualdad.
China ahora lidera el mundo en el número de propietarios de viviendas, usuarios de Internet, graduados universitarios y, según algunas cifras oficiales, multimillonarios. La pobreza extrema ha caído a menos del 1 por ciento. Un remanso aislado y empobrecido se ha convertido en el rival más importante de los Estados Unidos desde la caída de la Unión Soviética.
En este entorno, ¿qué provecho pueden sacar los intendentes uruguayos que cruzaron el mundo, especialmente el de Paysandú? Aun desde nuestra insignificancia geográfica, siempre hay un camino para el intercambio y especialmente el aprendizaje. Para tener una idea de esto que denominamos insignificancia geográfica, la provincia de Yunnan –una de las últimas visitadas– tiene un territorio de 394.000 kilómetros cuadrados, 28 veces más extensa que Paysandú.
Es muy posible que el ejemplo más adecuado esté en la misma China. Durante décadas, Estados Unidos alentó y ayudó al ascenso de China, trabajando con sus líderes y su gente para construir la asociación económica más importante del mundo. En 2001, esa potencia llevó a China a la Organización Mundial del Comercio.
Obviamente, es solo un ejemplo que el camino puede ser el aprendizaje del éxito por esa nación obtenida. No se pretende ni sueña con llegar al logro de China, que hizo que su “maestro” se convirtiera en su mayor cliente, que ahora mismo lo acusa de robo de tecnología a gran escala, apuntando directamente a la gigante Huawei de “ciber inseguridad”. En los Estados Unidos, los economistas dicen que, como resultado de las enormes compras a China, desaparecieron al menos dos millones de empleos, muchos en los distritos que terminaron votando por el presidente Trump.
No es claramente el camino por el cual puede pretender ir Uruguay y mucho menos Paysandú. Para empezar porque no tenemos los recursos naturales ni la población de ese gigante que se despereza y apunta a convertirse en potencia mundial.
Lo que importa es llevar a nuestra escala los modelos exitosos de China. No será sencillo, pues una de las características del crecimiento económico es la adhesión al trabajo duro de su pueblo. No podemos decir lo mismo aquí, cuando el sueño de miles es alcanzar un empleo público o acceder a los planes sociales que el gobierno otorga a cambio de nada, sin exigencia productiva alguna.
Pero esas actas de hermanamiento, que luego pueden derivar en hermanamientos concretos entre gobiernos de segundo nivel (provincias chinas con departamentos uruguayos), más allá de pretensiones de intercambio, deben contener hambre de aprender. De la sociedad agrícola de Mao a la sociedad económicamente occidentalizada pero que mantiene la ideología comunista con elemento integrador común nacional, hubo un camino de asimilación y aprendizaje.
Es la gran oportunidad. Del mismo modo que capitales occidentales vieron en China un gran espacio donde invertir, está en nosotros buscar lo mismo, exponer un territorio amigable para la inversión y el comercio chino. Al mismo tiempo asimilar sus estrategias para el crecimiento económico, que se basa no solo en inversiones, en la búsqueda de oportunidades sino en una población instruida y con la cultura del esfuerzo sincero y duro para ir en busca del progreso.
Este es un país pequeño escasamente poblado, con capacidad para producir mucho más alimento y otros bienes. Como no hay rentabilidad ni inversiones que justifiquen esa producción, entonces el paisaje más usual es el del campo extensamente verde.
La visita de estos seis intendentes –incluido el de Paysandú– ha resultado clave entonces en la medida que permitirá comprender mejor este milagro chino y tratar de obrar en consecuencia. La inversión en conocimiento de nuestros líderes –especialmente si responde a invitaciones– es siempre un valioso bien. Desde el lugar que les toque en su trayectoria política, en el fortalecimiento chino –en apenas lo que dura un suspiro– debe haber inspiración. Y acción.