Devolución de “gentileza”

Los gestos valen más que mil palabras. Los gestos en política y en el mundo diplomático sirven para asentar una posición, y resultan mucho más fuertes que cualquier locución, explicación o comunicado. Eso le debe quedar claro al presidente Tabaré Vázquez frente a la primera gira que hará el mandatario electo de Brasil, Jair Bolsonaro, en la que no incluirá a Uruguay. El tour regional lo hará una vez asuma la Presidencia, el próximo 1º de enero de 2019.
Bolsonaro, conocido y denostado por sus ideas ultraderechistas, pretende realizar en el primer trimestre del año próximo un viaje por Argentina, Chile y Paraguay, según informó el diario La Nación de Buenos Aires. Por ahora, se sabe que es un paseo “corto”, como lo definió el propio presidente, sin fechas y detalles confirmados hasta el momento. De Uruguay, nada. Y no debería llamar la atención.
Vázquez fue el último de los presidentes del Mercosur en saludar a Bolsonaro cuando ganó la elección de su país, presionado por la opinión pública. Y aunque en la primera conversación telefónica que mantuvieron el brasileño lo invitó a asistir a su investidura y Vázquez se comprometió a hacerlo, Bolsonaro no retribuirá la gentileza cuando lleve adelante su primera gira oficial como presidente. Además, el canciller uruguayo Rodolfo Nin Novoa tuvo muy desafortunadas palabras para con Bolsonaro durante el período electoral, y eso no se olvida fácil porque es la imagen del país la que está detrás del funcionario que nos representa.
No bastaron las palabras del mandatario uruguayo para con su colega, al que le transmitió que espera “el fortalecimiento de las relaciones de hermandad entre ambos países, en los planos culturales, educativos, diplomáticos y comerciales”, según informó en su momento la Presidencia de la República. Incluso Vázquez intentó una suerte de justificación por la demora en transmitirle sus felicitaciones a Bolsonaro: “Era muy fácil hacer un Twitter (sic) o publicar en la web de Presidencia lo que acabo de decir pero entendimos que le daba más formalidad y seriedad al tema que lo hiciéramos como lo acabamos de hacer”, explicó.
Unas palabras que sonaron a excusa tardía. Y con los brasileños no se juega. Más allá de ideologías, lo que debe primar en un gobierno, en una diplomacia, son los intereses comunes. Brasil es uno de nuestros principales socios comerciales, es nuestro vecino poderoso, es con quien tenemos que ir de la mano en muchos aspectos. No hay margen para pavadas. Pero desde el gobierno y el Frente Amplio esto no se entendió desde el arranque. Colocaron la ideología por sobre lo político y económico, haciendo de nuestra diplomacia un hazmerreír. Y ya bastante papelones pasamos –y seguimos pasado– con la actitud del gobierno uruguayo frente a la crisis en Venezuela, cuya administración que lidera Nicolás Maduro tiene al país en el lodo y desde acá nada se dice o condena.
Respecto a la posibilidad de que Bolsonaro ganara las elecciones presidenciales en Brasil, connotados dirigentes frenteamplistas salieron a la palestra para criticarlo. El propio canciller Rodolfo Nin Novoa dijo “Esperemos que las encuestas le erren”. Esas fueron las expresiones nada menos que del ministro de Relaciones Exteriores frente a los sondeos de opinión que daban como ganador a Bolsonaro sobre el izquierdista Fernando Haddad.
Otra burrada fue la de Liliam Kechichián, la ministra de Turismo. Una secretaria de Estado que debe pregonar el turismo abierto a todo el mundo y en el que depende en buena medida de los turistas brasileños para que la temporada de verano sea un éxito, no puede expresarse de esta manera. Está en la tapa del libro. “Tremendo Brasil. Me duele. Lo que sucede cuando la política deja de ser limpia y transparente y cuando la ética se mancha. Viene lo peor disfrazado de antisistema. Hay que ser implacable con las conductas. Ahora tres semanas para defender la democracia y la libertad”, escribió en Twitter Kechichian luego del resultado de la primera vuelta. Por supuesto, ninguno de estos exabruptos tuvo consecuencias políticas, lo que demuestra el respaldo del gobierno uruguayo ante la desubicación de los jerarcas.
Por su parte, el verborrágico expresidente José Mujica, también opinó y mencionó que el triunfo de Bolsonaro es peligroso para la región y para Brasil. También el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, afirmó que el voto mayoritario a Bolsonaro es “un voto castigo y hay que hacerse cargo”. “Una cosa es la discusión con una derecha razonable, democrática, y otra cosa es lo de este señor que tiene posiciones de racismo y homofobia. Y esto me preocupa mucho por la debilidad de la democracia en general”, aseveró con aires de analista político.
Y pese que tras la victoria definitiva en segunda vuelta del excapitán del Ejército algunos dirigentes oficialistas moderaron el discurso, Brasil no olvida. ¡Obviamente! Como si fuera parte de su diplomacia: tiene con qué hacer sentir el rigor. Esas duras críticas y los comentarios en apoyo de Haddad no pasaron inadvertidas en el comando de campaña de Bolsonaro y ahora pesaron al momento de decidir qué países visitar.
Aunque con matices los presidentes de Argentina, Chile y Paraguay están mucho más cerca ideológicamente de Bolsonaro que Vázquez y en círculos empresariales esperan que eso no pese al momento de mantener la corriente de negocios locales con Brasil, tercer socio comercial de Uruguay.
De cualquier modo, el país bien pudo haberse incluido en el itinerario del nuevo presidente brasileño de haber sido más prudentes y centrados a la hora de opinar. O de no opinar nada. No pasa nada guardar silencio de vez en cuando. De hecho, suelen hacerlo y mirar para el costado cada vez que un gobierno compañero se equivoca feo.
La política exterior de esta Presidencia de Vázquez ha dejado mucho que desear. Presionado por la ideología de ciertos grupos dentro del Frente Amplio, el mandatario ha capitulado en avanzar hacia el mundo moderno y de convivencia, con el foco puesto en sumar comercio y bienestar para el pueblo.