Los políticos, la política y los temas que interesan

Los precandidatos a la Presidencia comienzan sus campañas electorales y cualquiera de los 25 –algunos pertenecientes a sectores conocidos y otros no tanto– saben que deben apostar al impacto en sus planteos, porque las preocupaciones se basan en los mismos temas desde hace años y nadie llega con la varita de la innovación.
Como la seguridad, el empleo, la educación y la vivienda no son asuntos resueltos bajo una política de Estado, sino todo lo contrario, en este tiempo serán presentados bajo un punto de confrontación y debate. Aquellos que no fueron gobierno en la última década darán una batalla dialéctica que ya se hace notar. Sin embargo, la mirada estará sobre los precandidatos oficialistas, que integraron distintos lugares de gobierno, y que hoy mantienen posturas tales como si no hubiesen formado parte de algunos de los poderes.
Pero la gente vota con el bolsillo, dicen algunos estudiosos en forma coloquial. Y algo de eso hay porque las variables económicas influyen al momento de decidir el voto.
En forma paralela discute con mayor o menor ahínco, generalmente a través de las redes sociales, sobre la pertinencia de un fallo judicial en un caso de corrupción, le dará mayor énfasis al político que manejó alcoholizado si no pertenece a su sector o se preguntará por qué no le hicieron las mismas pruebas al que se accidentó, pero se movió de lugar o se quejará de la inseguridad ciudadana porque seguramente fue víctima de una rapiña u ocurrió en su barrio al tiempo que reclamará contra un nuevo código de aplicaciones y resultados variados.
Y como la preocupación trasciende por caminos diferentes, en la medida que reclame por mayores puestos de trabajo y mejores salarios en relación al costo de vida, mirará a su costado y notará los trasfondos sociales que generan impactos colectivos. Verá que hay personas que duermen en las calles, a pesar de la vocinglería que le indique que hacen “uso de un derecho”, que hay generaciones enteras que no lograron salir de los cinturones de la ciudades y que a esos lugares retornarán los referentes de turno en sus visitas cada cinco años.
Es decir, hay promesas que se repiten con el tiempo sobre problemáticas sociales con causas múltiples y que prefieren plantearse de manera más directa desde los discursos, porque resulta más efectista caminar por allí y aparecer en las fotos para lograr el mayor impacto en la campaña. Si esto no fuera así, al menos en la última década ganada los guarismos serían bastante más alentadores que las cifras relativas que se manejan desde el oficialismo.
Como sea, mientras la situación económica no golpee el salario y el empleo principalmente de la clase media, y los pobres no empeoren demasiado su situación, el escenario se complica menos. Pero en esta oportunidad, se deberá discutir la diferencia existente entre la realidad que presenta el Instituto Nacional de Estadística con un 7,4% de desempleo o una inflación por debajo del 8% y la percepción existente, al menos en Paysandú, en el sector empresarial y particularmente en el comercio y los servicios o el ámbito agropecuario de los emprendimientos pequeños o familiares, sobre la falta de empleo ante una reducción de los puestos laborales.
En el medio de estas cuestiones aparece entre los precandidatos la discusión impositiva, con promesas de derogaciones, mientras que la población percibe que paga impuestos altos para los servicios que recibe. Y para continuar la suma, los resultados en materia de políticas educativas se presentará con mayor crudeza si se enfoca a los denominados “colectivos vulnerables”, donde la educación oficiará como una barrera de escape o profundizará la brecha. O en salud pública, un servicio que no acostumbran a usar nuestros precandidatos, pero que demuestra carencias y falta de recursos desde hace varias gestiones. Entonces empieza a enlistar y ve una cantidad de temas que no podrá ignorar. Haya o no formado parte del gobierno que se va o del anterior. El asunto es prometer para ganar el que viene.
Y en el oficialismo, las maniobras para cambiar a los viejos liderazgos se hicieron con rapidez y se posicionaron a cuatro precandidatos que, si van a prender o no en la ciudadanía, es otra cosa. Dentro de la oposición, el Partido Nacional lee continuamente las encuestas y ya se siente ganador de la próxima contienda, tras el balotaje. El Partido Colorado sigue abierto, trata de remover sus viejas estructuras, incluye a jóvenes dirigentes con los de siempre y presenta nuevos desafíos con la habilitación de precandidatos provenientes de áreas estrictamente técnicas.
Es interesante la apropiación de algunos temas como eslogan de campaña para los precandidatos que deberán aguardar a las elecciones internas y resolver acompañar a una fórmula.
Todo esto condimentado con las nuevas formas de comunicar y la incidencia que tendrán los temas de género. No obstante, en 25 líderes hay solo dos son mujeres, por lo tanto evidencia las dificultades existentes aún en las políticas internas. O la capacidad de convocatoria de una sorpresa como Juan Sartori, sobre quien por el momento pesa la indiferencia, pero cambia el escenario si acumula un mayor caudal de votos.
Por eso la militancia, en cualquiera de sus formas, cumplirá un rol mayor que en otras oportunidades con el avance de nuevas maneras de emprender la comunicación y enfocar sus mensajes. Porque notaremos que todo se politiza con mayor o menor violencia, fundamentalmente si ocurrió en la otra vereda. Alcanza con leer hoy las formas de dirigirse en las redes sociales para comprender que las prácticas sucias, también resultan válidas.
El gran tema es el nivel del cumplimiento que tendrán esas promesas electorales, ante un público demandante pero ya cansado de ver los mismos comportamientos.
La trama de la política es muy fina y ellos lo saben. Para bajarse del estrado habrá tiempo. El problema empieza cuando comienzan a caminar entre los mortales.