Intento de algunas organizaciones de atar lucha de los feminismos a una definición partidaria

A partir de manifestaciones y hechos acaecidos durante la celebración del Día Internacional de la Mujer en nuestro país, para el líder del Partido Independiente, senador Pablo Mieres, se han generado “líneas transversales de interpretación que corren el riesgo de transformarse en procesos de división y desacumulación para la causa de los derechos de las mujeres y la equidad de género”.
Señaló que los avances registrados en los últimos años en la reivindicación de los derechos de las mujeres y la construcción de una sociedad equitativa, incluyendo la ley de violencia de género, la ley de cuotas y la ley integral de combate a la violencia contra las mujeres, así como los agravantes del homicidio en los casos de femicidios, han sido señales importantes en la lucha por la igualdad, en tanto en forma paralela, en la vida social y cultural se han impulsado avances en la construcción de una convivencia alineada con las metas de equidad.
Igualmente, consideró que los casos de femicidios siguen siendo “escandalosamente numerosos” y que la ley integral de combate a la violencia contra las mujeres no ha contado con los recursos necesarios para su implementación. “Y nadie duda que en la vida cotidiana siguen existiendo iniquidades que son reflejo de las relaciones de género; nuestra sociedad mantiene conductas machistas que debemos seguir combatiendo”.
“Pero en esta oportunidad han emergido diferencias muy significativas entre los diferentes colectivos u organizaciones que reivindican los derechos de las mujeres con respecto a la interpretación de sus causas y, también, en algunos casos, con los contenidos de los reclamos”, destacó.
En este sentido subrayó que “ha habido, de parte de ciertos grupos, una vinculación directa entre la reivindicación feminista y el combate al capitalismo. Una interpretación que, por cierto, carece de cualquier tipo de sustento histórico”. Acotó que “baste decir que son, precisamente, sociedades capitalistas las que registran los mayores avances en la consagración y defensa de los derechos de las mujeres. Las sociedades escandinavas son, por lejos, las que expresan los mayores avances de los derechos de las mujeres, hoy en día y desde varias décadas a la fecha, tanto en el plano social, cultural como político. Y son sociedades capitalistas con una fuerte impronta socialdemócrata en su modelo histórico de funcionamiento, pero manteniéndose claramente dentro del sistema capitalista”.
Precisó que por el contrario, las sociedades islámicas son la contracara y el otro extremo en la consideración de los derechos de las mujeres. “Pero, no menos cierto es que en las sociedades que se han denominado socialistas; las del socialismo real y más recientemente las que se autoproclamaron ‘socialismos del Siglo XXI’, los derechos de las mujeres y la equidad de género, ni hablar de los derechos de los LGTBE, fueron desconocidos y dejados de lado”, y apuntó que “no es cierto que los regímenes socialistas fueran impulsores de la equidad y la inclusión de género”.
Trajo a colación que ha sido “tanto en la Unión Soviética, como en los regímenes de Europa Oriental, y ni hablar de la Cuba de Fidel en dónde se persiguieron a los homosexuales hasta hace bien poco tiempo a los que expulsaban embarcándolos en el mar a su suerte y donde se rechazó hace apenas dos años un proyecto de ley sobre matrimonio igualitario”, y que “vale recordar también al ‘socialista del Siglo XXI’, Evo Morales, indicar con tono moralista que había que tener cuidado con ‘comer pollo’ porque se potenciaban las tendencias homosexuales. Ni hablar de Daniel Ortega, el socialista nicaragüense, violador impune de su hijastra durante largos y horrorosos años”.
A su juicio, la referencia a una asociación entre capitalismo y machismo “no es otra cosa que un burdo intento político por vincular las demandas feministas con ciertas corrientes políticas o partidarias de izquierda socialista. Tampoco tiene ningún sentido reducir el reclamo feminista a una lucha contra el fascismo, como si esta concepción autoritaria y, por cierto, muy rechazable, estuviera sólo relacionada con la cuestión machista. Sin duda que el fascismo promueve una sociedad autoritaria y, por lo tanto, contraria a los derechos ciudadanos; pero no exclusiva ni principalmente de los derechos de las mujeres, sino de todos los ciudadanos en diferentes aspectos”.
Enfatizó Mieres que “resulta evidente que ha habido un intento de algunas organizaciones sociales por ‘atar’ o vincular, en un año electoral, las reivindicaciones de equidad de género a una definición partidaria. El hecho de estar en un año electoral, ha potenciado estas tendencias en ciertas organizaciones. Del mismo modo, la intención de relacionar de manera unívoca las reivindicaciones feministas con una prédica antirreligiosa y, particularmente, anticatólica es también un grueso error y una grotesca simplificación de la realidad”.