Comienza estudio de programa para sustituir vehículos de tracción animal

La posibilidad de transformar a los propietarios de carros a tracción a sangre (con caballos) en recolectores es uno de los ítems que podrá estudiar la Intendencia de Paysandú si toma la decisión de reducir o eliminar el uso de caballos tirando carros, sustituidos por motocargas.
En las últimas horas el intendente Guillermo Caraballo, el director general de Servicios Federico, Álvarez Petraglia, y el director de Tránsito, Leonardo Rivero, escucharon de parte de una asesora del gobierno departamental de Montevideo cómo solucionaron parcialmente el problema. Al mismo tiempo, aunque estaba previsto, no pudo llegar un asesor del gobierno de Godoy Cruz en Mendoza, Argentina, que acaba de iniciar la quinta etapa de sustitución de vehículos de tracción animal.
En el caso de Montevideo, se concretó con los propietarios de carros de tracción a sangre que lo aceptaron, el cambio por motocargas y al mismo tiempo se los contrató para que realizaran limpiezas de pequeña escala en torno a volquetas. Así se logró acelerar la respuesta ante las denuncias de vecinos por residuos urbanos derramados en torno a los contenedores. De la reunión también participaron representantes del Instituto del Niño y el Adolescente de Uruguay (INAU) y la organización civil Amigos de los Animales.
“Hemos comenzado a tener reuniones con Amigos de los Animales que tiene como uno de los tantos objetivos en los que hemos trabajado con ellos, la eliminación de circulación en Paysandú, de carros con tracción a sangre”, indicó Álvarez Petraglia. Empero reconoció que “la tarea es realmente compleja porque a decir verdad, no sabemos siquiera cuántos carros hay en la ciudad. Lo primero entonces será hacer un estudio al respecto o hacer un llamado para que se inscriban. Una vez que tengamos eso, podremos avanzar hacia un programa de acuerdo a las necesidades y posibilidades”.
La mayor complejidad del programa está en la financiación pues los carros deben ser sustituidos por motocarros. En el caso de Montevideo, cada uno de 125 cc tuvo un costo de 2.500 dólares y no se consiguió un socio. “Se les entregó una moto de relativamente pequeña cilindrada porque la mayoría de los carreros no sabían conducir. Ni siquiera podían interpretar las señales de tránsito. Es un trabajo que lleva tiempo, pero a su vez es un esfuerzo gratificante porque dignifica a esos trabajadores informales, evita el maltrato animal y fundamentalmente, controla el trabajo infantil”. Tampoco “estamos en condiciones de determinar si se puede seguir el camino de Montevideo, contratándolos para que actúen en el área de limpieza urbana. Es muy pronto aún; estamos recién iniciando el estudio de situación”, dijo Álvarez Petraglia.