Hubo “una buena mezcla” con “hambre de gloria”

Tres semanas más tarde de la consagración de Paysandú como mejor del Interior, tras ganar la segunda final ante Colonia (2-1) en un Estadio Artigas repleto de público, las emociones siguen a flor de piel aunque no falte el análisis sopesado de un éxito que llegó 30 años después del anterior. Para el entrenador Carlos Cabillón, además de ser una revancha de su experiencia fallida de 2008, esta vuelta olímpica le genera orgullo y asegura que el título llegó, sobre todo, por la humildad de un plantel entregado a la causa.
De ese modo, Cabillón se transformó en el primero que consigue salir campeón del Interior como director técnico y también como jugador (en 1988) defendiendo la camiseta sanducera. El seleccionador arribó a este cargo luego de dirigir a Estudiantil el año pasado; en 22 años de carrera como tal, comandó combinados juveniles de Paysandú –con los que logró títulos–, dirigió en Artigas a Wanderers de esa ciudad –con el que perdió una final de la Copa Nacional de Clubes–, así como también a Paysandú FC en el profesionalismo y a la selección Sub 18 de Young, con la que salió campeón del Interior.
“Uno siempre espera una revancha”, señala respecto a que no tuvo la oportunidad de ser renovado en el cargo hace más de una década cuando llevó la batuta de la Blanca por primera vez. De cualquier modo, antes de su designación trató de convencer a Jorge Moncecchi, el DT de Paysandú en 2018, para que siguiera una temporada más. Pero no hubo caso y, luego de que estuviera en discusión quién asumiría –los otros que sonaban eran Christian Murieda y Ramón Silvera–, los neutrales confirmaron a Cabillón.
“Sabía que había jugadores con mucha categoría. Cuando empezamos los contactos algunos se bajaron por distintos motivos. Pero lo único que no entendí es que gurises de 20 a 21 años te dijeran que estaban cansados. Decirle que no a la camiseta de Paysandú es no aspirar a nada como jugador del medio. Está bien defender cada institución pero siempre el llamado a la selección para cualquiera que juega al fútbol es lo máximo”, asevera haciendo referencia al buen número de futbolistas que rechazaron integrarse a este proceso.
“De alguna forma, quedó un grupo menos contaminado, más sano”, continuó Cabillón. La base de su grupo estuvo conformada por los jugadores de Bella Vista, que venían de ser campeones de la Divisional A de OFI, y de Progreso, de gran campaña la última temporada.
“Cuando se amalgamó el grupo quedó una buena mezcla que se notaba en el día a día, se veía en el hambre de gloria, en la humildad para trabajar, sabiendo que teníamos muchas dificultades. Eso era cuando hablábamos de la famosa bicicleta, que es la humildad, entrenar en varios lugares, mientras los gurises nunca pusieron un pero”. “El click estuvo en la humildad de los jugadores y en dejar de pelear por otras cosas que distraían”, insiste.

Equipo y sistema

El plantel seleccionado comenzó con los entrenamientos el 4 de diciembre, en tanto la Copa de OFI arrancó a mediados de enero. Entre medio, solo pudieron jugar algunos partidos previos como los del certamen Binacional que quedó trunco (las lluvias y el calendario impidieron que finalizara). “Ahí ya habíamos esbozado el equipo y el sistema”, dice Cabillón.
En parte de la fase de grupos del Regional Norte Litoral, no contó con dos jugadores que luego resultaron clave como Juan Andrioli y Brian Sabaño, así como tampoco con Gonzalo Ángelo, más tarde una recurrente variante para el entrenador en casi todos los partidos. “Diez años atrás capaz no hubiera esperado ese tipo de situaciones, pero entendiendo que dentro de la renovación eran jugadores muy importantes para lo que quería, y siempre hablando delante del grupo, es que los esperamos”, justifica el técnico.
Con Andrioli, que terminó siendo el goleador del equipo con 9 tantos, y Sabaño afirmados en la titularidad, la oncena de Paysandú casi se recitaba de memoria en cada cotejo. Y con el delantero de Bella Vista como único delantero, si bien se trataba de un conjunto con vocación ofensiva. “No sé es más ofensivo por meter más delanteros, sino por ocupar correctamente los espacios”, explica Cabillón.
“Teníamos delanteros muy buenos. Gonzalo (Ángelo) era el primer cambio ofensivo por su conocimiento con Andrioli en Bella Vista. Ahí cambiábamos de sistema, a un 4-4-2. Tanto se acostumbraron a las variantes que en San José (ante Ecilda Paullier) cuando expulsaron a (Anderson) Cuelho, se acomodaron solos. Rossi pasó como volante por derecha y quedó solo Andrioli de punta. Eso habla de la madurez para ver el fútbol dentro de la cancha. Había un conocimiento que fue bueno para todos”.

“Dolió mucho”

En el camino a la gloria final, hubo un tropiezo que caló hondo entre los jugadores y cuerpo técnico sanduceros. La final perdida por penales ante Fray Bentos en el Estadio Artigas por el Regional Norte Litoral. “Obviamente que queríamos ganar y nos dolió mucho. Pero también había que dar rápidamente vuelta la página. Clasificados para el otro campeonato, de entrada nos tocó el rival más difícil, Ecilda Paullier. Un equipazo. Y nosotros aprovechamos el momento. Fue clave, porque cambiamos de chip y nos sacamos de encima un rival muy bueno, que hubiera estado en la definición si eran otros los cruces”.
Pese a aquel traspié contra los fraybentinos, a su equipo siempre lo vio “bien”. “La final del Litoral la perdemos en los penales, luego de un alargue con tres tiros en los palos y con un gol de Fray Bentos que llegó con un foul en la jugada previa”, enfatiza. Y en el resumen final entre todos los enfrentamientos con Río Negro (seis en total), Paysandú salió victorioso en tres ocasiones, con dos empates y una derrota. “Ellos no se sentían cómodos jugar contra nosotros”, según Cabillón.
Consultado sobre cuál fue el mejor partido de la Blanca, queda pensativo para luego responder: “El de visitante contra Ecilda Paullier”. “Si bien perdimos en los descuentos, hubo una gran entrega de los jugadores y creamos opciones de gol con un hombre de menos”, argumenta.
“También el segundo partido con Fray Bentos en semifinales (2-1 en el Liebig’s), lo jugamos de forma muy inteligente. Y encuentros que hayamos jugado muy mal no recuerdo. Contra Tacuarembó no se jugó lindo, y era ante un equipo que venía siendo un karma para Paysandú; ese también fue un momento de quiebre (semifinales del Litoral), cuando nos sacamos a Tacuarembó de encima”.

El fervor

Como cualquier hombre del deporte y del fútbol, Cabillón mantuvo algunas cábalas durante todo el campeonato, como tener el cronómetro en la mano y no salir en las fotos previas a los compromisos. Y hasta la final del Litoral contra Fray Bentos se vistió de una manera –con ropa deportiva– y luego con una camisa de jean y vaqueros.
Además, “mi madre le prendía una vela a la foto de mi padre, para que me ayudara. Son cosas que emocionan”, afirma con algunas lágrimas en los ojos. También se sumó a teñirse el pelo de platinado tras la consagración, como parte de una promesa. “Lo hice con gusto porque valió la pena”, dice el DT que, tras ganar el título nacional, recibe los saludos de conocidos y desconocidos cada día que sale a caminar por el barrio.
“Me deja contento por los gurises. Toda la ciudad está contenta, se ha generado un fervor que ojalá se pueda volcar en mejorar. Hay un grupo joven, con una base importante, dirija quien dirija”, continúa dejando en claro que aún no existe renovación para un siguiente período al frente de la selección. “Ahora todos van a querer estar en la selección. Se debe seguir manteniendo la humildad y no quedarse en lo que se hizo”.
En esa línea, pondera la figura del riverense César Moreira, el preparador físico del combinado sanducero quien mantuvo en un gran estado de forma a los futbolistas durante todo el certamen. “El trabajo de César fue espectacular, es el tipo de profe que me gusta. Trabaja todo en cancha, con ejercicios orientados al sistema de juego que queríamos”, destaca sin olvidarse de “(Renzo) Minetti en la recuperación de los lesionados, el ayudante técnico (Daniel Rosano), las estadísticas (a cargo de Martín Cabral), el delegado (Oscar Cardozo), y de todos los que aportaron para ser campeones”.
Y, por supuesto, se acuerda de la multitud que acompañó a la Blanca en la segunda final ante los colonienses en el Estadio Artigas, que llenó las tres tribunas habilitadas. “Fue más de lo que esperábamos nosotros”, indica. No obstante, debió controlar las emociones de sus muchachos los días antes de ese trascendental cotejo. “La semana previa para mí fue la más difícil como entrenador. Porque veía que estaba todo el mundo muy confiado en ser campeones. Incluso en un entrenamiento me enojé, les dije que estaban pensando demasiado en la caravana”. Pero a él también le alcanzó la fibra el día del partido: “En el momento que vamos al estadio se me cayeron las lágrimas de ver las colas de gente para entrar. Eso lo lograron ellos, los jugadores”.