Futuro incierto

El país con el que Uruguay mantiene un TLC desde hace 15 años, se encuentra inmerso en un momento de incertidumbre de la mano del presidente izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien asumió los mandos de México hace medio año. Afecto a los gestos y a los símbolos, este populista mandatario dijo haber terminado con la fase neoliberal de su nación pero se ha dado de frente con una realidad económica que no le sonríe.
Ese contexto de falta de seguridad aumentó con el reciente anuncio del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer un arancel del 5% en todos los productos mexicanos de un país que destina más del 80% de las exportaciones a su vecino. La decisión de Trump tiene la intención de presionar sobre la inmigración ilegal que ingresa a suelo estadounidense y por la cual, según el mandatario, México hace poco para controlar.
Pese a esa declaración de haber comenzado el período “posneoliberal”, asentado en el Plan Nacional de Desarrollo, “las señales de los mercados han hecho saltar las alarmas sobre el futuro a corto plazo de la economía mexicana”, señala un pertinente análisis de El País de Madrid. Es lo que suele pasar con los presidentes del tipo de López Obrador: muy adepto a las declaraciones con palabras bonitas pero sin los pies sobre la tierra.
La economía mexicana sufrió una contracción del 0,2% en el primer trimestre del año y si se sostiene esta tónica en los siguientes meses, México ingresaría técnicamente en recesión. Las estimaciones de crecimiento son poco alentadoras. La OCDE ajustó en mayo su previsión, inicialmente del 2%, hasta situarla en un 1,6%, al cierre de 2019. El Banco de México, por su parte, ha recortado la expectativa de crecimiento y prevé que el PBI crezca entre un 0,8% y un 1,6%. Mientras López Obrador insiste en que llegará a la meta de un crecimiento del 4% de la economía en su sexenio, “existe un análisis minucioso tanto de los organismos internacionales como de algunas instituciones financieras de que el desarrollo en México ha comenzado a estancarse”, añade el reporte.
Y López Obrador encara una relación comercial con Estados Unidos en uno de sus puntos más delicados en la historia reciente. Un aspecto agudizado por ese anuncio de Trump de imponer aranceles progresivos –a partir del 5% y que podría llegar al 25%– a todos los productos mexicanos a partir del 10 de junio y hasta que el gobierno de López Obrador detenga la migración ilegal. De consumarse la amenaza, el golpe sería muy duro para los números mexicanos y tendría repercusiones en todos sus socios comerciales, como Uruguay.
Al mismo tiempo, las inversiones privadas han sufrido un frenazo, lo que aumenta la incertidumbre general. Incluso, el hombre más rico de México, el empresario Carlos Slim, aseguró recientemente que para que el país logre esa tasa de crecimiento se necesitarán niveles de inversión muy altos.
“Sin el empuje de la iniciativa privada, el Estado mexicano tendría que aumentar significativamente la inversión en diferentes sectores para empujar el crecimiento económico. Su principal obstáculo es quizá la dificultad que durante décadas ha tenido de conseguir una recaudación fiscal significativa. México posee uno de los niveles más bajos de recaudación de impuestos de los países de la OCDE –un 14% del PBI– que se ha visto cristalizada principalmente por una economía sumergida en la que el 60% de los mexicanos trabajan en actividades informales. La OCDE ha hecho una propuesta lejos de los deseos del presidente mexicano: ampliar la base gravable en el IVA y en el impuesto sobre la renta. De momento, López Obrador ha prometido que dejará de condonar los adeudos fiscales de los que gozaba la iniciativa privada en los gobiernos anteriores”, continúa acertadamente el análisis del medio español.
En resumen, el gobierno mexicano quiere enfrentar un ámbito de probable recesión con recetas caducas y de probada ineficacia. Además, con solo afirmar que un período se acabó y que otro empezó, casi porque sí, hace muy complicado avanzar y aceptar la realidad.
Y, para peor, la inseguridad crece exponencialmente: 2018 fue año el más violento desde la Guerra Cristera que terminó en 1932. Hasta diciembre pasado se cometieron más de 34.000 homicidios violentos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Para controlar este flagelo, en febrero se aprobó la creación de la Guardia Nacional, que incluye a las Fuerzas Armadas.
Pero este 2019 la tendencia sigue y de acuerdo con especialistas el año puede terminar con cifras mayores de inseguridad. Y aunque el problema empezó hace más de una década, en la percepción de muchos, la crisis de violencia se asocia cada vez al gobierno de López Obrador, recalca un análisis de la BBC.
El populista presidente mexicano tendrá que encarar la situación con más realismo y con herramientas que permitan aliviar el asunto económico, manejar una migración imparable y tener bajo control la seguridad. En el vecino poderoso hay sentado en el sillón presidencial otro populista, a su modo claro está, que tampoco ayuda a enfrentar los problemas, muchos de los cuales o están atados a Estados Unidos o tienen la solución en un mejor vínculo con este país. Una nación como México siempre es bueno que se encuentre en una situación de privilegio y eso sus aliados comerciales, como Uruguay, es lo que esperan.