Los autos eléctricos y los impulsos con freno de mano

La fabricación y uso de automóviles eléctricos avanza significativamente a nivel mundial, y si bien hay grandes obstáculos a superar, incluyendo entre otros precios y logística, a esta altura nadie duda de las ventajas desde el punto de vista ecológico y sustentabilidad de recursos respecto al uso del petróleo como energético fósil.
Sin embargo, uno de los aspectos sustanciales a considerar tiene que ver con que la electricidad pueda competir con la capacidad del combustible de llenar un tanque en apenas unos segundos, y a la vez contar con autonomía y servicios de recarga que permitan una circulación con garantías similares a los vehículos de motores a explosión.
Actualmente en nuestro país, a la vez de ser pocas las unidades eléctricas en circulación, hay pocos lugares todavía para recarga, mientras se realizan estudios técnicos para su instalación para ir a la par de la gradual incorporación de este tipo de unidades al parque automotor. Es así que un grupo de investigadores de la Universidad ORT están trabajando en buscar la forma de optimizar la red eléctrica, por cuanto si bien Uruguay tiene un grado de avance significativo en materia de generación renovable, hay desafíos importantes planteados en lo que respecta a su distribución.
Con referencia a esta problemática el ingeniero Andrés Ferragut, integrante de este equipo –especializado en telecomunicaciones– expuso a El Observador que si se pasara de golpe a los autos eléctricos habría serios problemas para atender la demanda de infraestructura que se requiere.
Trajo como ejemplo que en el caso de las telecomunicaciones, para manejar volúmenes importantes de información por Internet se debe necesariamente pasar a la fibra óptica, “pero en la red eléctrica no hay una tecnología igual a esa. No podemos aumentar la capacidad de la red de golpe”, aspecto este que no solo indica una falencia de nuestro país, sino que general a nivel mundial.
En este sentido aclaró que “Uruguay está muy bien posicionado desde el punto de vista de la cantidad de energía que tiene y las fuentes energéticas son casi todas renovables. Tenemos buenas represas, generadores eólicos, un montón de energía buena y verde”.
El punto es que una cosa es una red eléctrica “normal” en cuando a demanda de energía, y otra cosa cuando se necesita tener estaciones para carga de los autos eléctricos, que demandan una disponibilidad de potencia mucho mayor y por ende una inversión acorde a la infraestructura requerida.
El ingeniero Ferragut alertó que si crece el parque automotor eléctrico “habrá que hallar una forma de llevar toda esa energía hacia los puestos de carga. Pero una vez zanjado este problema se abre uno nuevo: ¿cómo gestionar esos puntos de carga?”, factor este que se inscribe entre varios desafíos que implica la masificación de este tipo de vehículos, incluso en los países desarrollados, pese a su disponibilidad de recursos económicos.
En lo que refiere a la recarga precisamente UTE tiene desplegados cuatro puntos de carga en Montevideo, en la denominada ruta eléctrica, a lo que se agrega puntos en departamentos como Canelones, Colonia, Durazno, Flores, Maldonado, Paysandú, Río Negro, Rocha, San José y Soriano.
El objetivo de UTE, en coordinación con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), es lograr en el corto plazo que todos los departamentos cuenten con un punto de carga, por lo menos. A ello se agrega la meta de que en el futuro todas las estaciones de servicio convencionales de Ancap dispongan por lo menos de un puesto para carga de vehículos eléctricos, que por ahora están más extendidos en los vehículos utilitarios de empresas y próximamente también llegarán al transporte colectivo, en tanto una alternativa futura es contar con estacionamientos que también ofrezcan puestos de carga.
Asimismo, a estas acciones de UTE se agregan instancias de promoción del uso de vehículos eléctricos, como la llevada a cabo en su momento en Paysandú para un grupo de taximetristas y personas vinculadas al transporte, con el objetivo de exponer el alcance y posibilidades que se desprenden de las facilidades que brinda el Estado para acceder a un vehículo eléctrico.
Estas medidas incluyen subsidios impositivos y facilidades crediticias para la compra de un automóvil eléctrico, así como descuentos en la tarifa de conexión y consumo de energía, como los elementos más destacados, y sobre el particular el ingeniero eléctrico Diego Bentancur, jefe del Proyecto de Movilidad Eléctrica de UTE, explicó que el ente lleva ya un tiempo desarrollando acciones en movilidad eléctrica, con iniciativas que consideró de particular importancia, como el taxi eléctrico. Es decir que estamos ante piezas de un gran rompecabezas que involucra el objetivo de ir gradualmente al cambio de matriz, lo que no es fácil desde el punto de vista económico y el correspondiente encuadre del proyecto. Técnicos de UTE explicaron que en cuanto a la inversión, que en el caso de la compra es sustancialmente mayor que la de un auto a nafta, para recuperarla el vehículo debe recorrer unos 80 kilómetros diarios, y que el ahorro comparado con el combustible fósil es del 80% en el consumo, además del menor mantenimiento, que se reduce en un 50%.
Pero esa amortización está artificialmente “estirada” por valores inflados en el mercado local, como ocurre con todo lo que tenga que ver con vehículos para particulares en nuestro país, que suelen costar varias veces más caros que en otros países. A modo de comparación, podemos decir que el utilitario Renault Kangoo ZE Furgón que en Chile cuesta 24.900 dólares, en Uruguay con todos los “beneficios fiscales” que tiene este tipo de vehículos para “impulsar” el uso de la electricidad vale U$S 38.990; ¡un 50% más que en el país trasandino, que también cobra sus impuestos!
Debe evaluarse sobre todo que la sustitución de un energético fósil como el petróleo, que es un recurso finito y contaminante, se vincula directamente con los avances tecnológicos en los países desarrollados, y depende de la masificación de estos vehículos a través de un abaratamiento que va de la mano precisamente de la demanda. Ello depende de las posibilidades de que la mayor producción logre incrementar sustancialmente las ventajas para el usuario, por supuesto.
En lo atinente a los vehículos eléctricos, hay factores que han incidido para que su incorporación recién esté tomando impulso, porque también hay aspectos culturales a tener en cuenta, además de los de infraestructura, económicos y medioambientales. Pero sin dudas el mayor estímulo ha sido la relación costo por kilómetro recorrido, que aún considerando los abusivos costos uruguayos para los vehículos termina resultando atractivo. También es determinante la duración de las baterías, su autonomía, confiabilidad y el bajo costo de mantenimiento de todo el equipo.
Por eso –y a pesar del “costo país” que se traslada al valor de coche cero kilómetro– podría decirse que la incorporación del auto eléctrico está cada vez más cerca, aún cuando actualmente hay menos de 100 vehículos de este tipo funcionando en todo el país. Y en Uruguay, que es tomador de los avances tecnológicos en el mundo desarrollado, para estos emprendimientos se requiere un margen de acción y de visión del riesgo para recuperación del capital que trasciende los parámetros normales de un negocio, teniendo en cuenta plazos y expectativas.
Falta entonces una política fuerte por parte del Estado si queremos realmente impulsar la movilidad eléctrica en nuestro país, que requiere enfrentarse a importantes sectores con intereses en que todo siga igual, en base a combustibles fósiles, partiendo de la propia Ancap que es propiedad del Estado.