Una vez más

Justo el día en que se recordaba los 46 años del golpe de Estado en nuestro país por parte de los militares, el gobierno uruguayo decidió reafirmar su apoyo a una dictadura cruel y asesina como la de Venezuela. Vaya patética paradoja. El hecho volvió a dejar en evidencia lo arrastrado de la administración de Tabaré Vázquez para con el régimen de Nicolás Maduro, y del tendal de favores a pagar que dejaron los negocios con la república bolivariana.
Porque uno supone que detrás de esa cerril aprobación de un sistema dictatorial como el venezolano hay dinero detrás o negocios turbios que no deben salir a la luz. Porque no puede caber en la cabeza de nadie, por más ideología que haya de por medio, cómo alguien a esta altura puede apoyar la decadencia en todo sentido de la nación caribeña y de las violaciones a la democracia y derechos humanos que cada día ocurren allí. Nadie puede creerse que la grave crisis económica, el desabastecimiento, la violencia extrema y la emigración imparable son fruto de una guerra económica que viene del norte.
Pues, Uruguay sigue apoyando todo esto, siendo cómplice de esta tiranía, para vergüenza eterna de nuestro pueblo. Una mancha negrísima que será muy difícil de quitar con el tiempo. Siendo ajeno al dolor de millones de ciudadanos, mostrándose de ojos cerrados ante las persecuciones, siendo obtuso en niveles superlativos para entender –en realidad no quieren entender y ver– la realidad de esos venezolanos que no dan más, que piden a gritos la libertad.
La última perla del apoyo uruguayo al régimen de Maduro ocurrió el jueves durante la Asamblea General de la OEA que se celebró en Medellín. Uruguay decidió retirarse de esa cumbre en rechazo por la participación de delegados del líder opositor Juan Guaidó en representación de Venezuela, mientras México, Bolivia y Nicaragua expresaron su protesta.
El vicecanciller uruguayo, Ariel Bergamino, se marginó de los debates que se llevaron a cabo ayer, alegando que el organismo hemisférico no puede reconocer, por “la vía de los hechos”, a un nuevo gobierno. “Uruguay se retirará de esta asamblea”, protestó Bergamino.
“Intentar imponer el reconocimiento como legítimo representante de Venezuela a esa delegación es ni más ni menos que un avasallamiento de la legalidad de la OEA y, por lo tanto, (Uruguay) no puede sino estar en contra de una acción de tal naturaleza”, agregó. Luego abandonó el recinto.
Una mayoría encabezada por Estados Unidos, Brasil y Colombia presiona por la salida de Maduro, a quien tildan de “dictador”. “Nuestro deber es la dictadura finalizada, nuestro deber es la dictadura doblegada”, declaró la delegación colombiana durante la sesión inaugural. Sin embargo, México, Bolivia y Nicaragua se sumaron a la protesta de Uruguay y anunciaron que se reservarán el derecho a reconocer las resoluciones aprobadas en la asamblea.
En diálogo con Teledoce, el analista internacional Ignacio Bartesaghi hizo referencia a esta pésima decisión de nuestro país de marcharse de un evento de este tipo. “Tiene repercusiones políticas importantes. La decisión que toma Uruguay llama la atención porque es bastante extrema. Levantarse de la asamblea es un hecho importante que nos deja en una situación delicada. Nunca es una buena opción levantarse de una asamblea”, señaló.
El experto también dijo que se habían hecho esfuerzos por acercar al Grupo de Contacto Internacional y al Grupo de Lima para alcanzar una solución en Venezuela. “Me llama la atención que a Uruguay le sorprenda la presencia de los representantes de Guaidó en la asamblea, cuando hasta el nombre de Guaidó como encargado aparece en el sitio web de la OEA. Creo que en este tema también influye la mala relación de Uruguay con el secretario general de la OEA, Luis Almagro. Uruguay no debería haberse levantado de la OEA. Uruguay marca un hecho histórico y político al retirarse, y no es bueno”, concluyó Bartesaghi.
Además de haber tenido otra actitud obsecuente con la Venezuela de Maduro, Uruguay se agrega un problema desde el punto de vista diplomático. Un aspecto en el cual este gobierno uruguayo ha caído a los niveles más bajos que ni siquiera tapan la gestión de haber logrado al fin –tras 20 años de tratativas– el acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea.
La determinación de la delegación de Uruguay, de retirarse de la Asamblea de la OEA, no resultó ser tanto un golpe para Guaidó como para todos los venezolanos que huyen del régimen de Maduro, y que muchos de ellos se encuentran por estos pagos. Basta seguir un poco las redes sociales para cerciorarse el enojo y la indignación que tienen los ciudadanos de Venezuela con nuestro país, reclamando que el próximo gobierno democrático que tomen las riendas en Caracas no olviden los desplantes del gobierno uruguayo.
La complicidad y la sumisión de Vázquez y los suyos a Maduro es absoluta. Solo cabe esperar que caiga de una buena vez el dictador para observar cómo se posicionan nuestros hombres de gobierno y también el Frente Amplio. Para ellos siguen existiendo las dictaduras buenas y malas.