La ETA y un triste aniversario

El pasado 31 de julio se cumplieron 60 años de la fundación de ETA, la organización terrorista nacionalista vasca que se proclamaba independentista, socialista y revolucionaria. Para la construcción de un estado socialista vasco, la ETA recurrió al asesinato, el secuestro y la extorsión a través de acciones violentas que aterrorizaron a la población española durante décadas y cobraron la vida de cientos de personas inocentes. Fundada por jóvenes pertenecientes a los círculos juveniles del nacionalismo vasco tradicional representado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), su convicción de usar la violencia como forma de lograr cambios sociales estuvo imbuida por el mismo mesianismo que otros movimientos terroristas de la época. Durante su existencia, ETA asesinó a más de 800 personas e hirió a más de 3.000, muchas de ellas con terribles secuelas físicas y psicológicas.
Nacida con la excusa de combatir la dictadura de Francisco Franco, lo cierto es que la ETA continuó su quehacer terrorista luego de que España recuperó su democracia. Como suele suceder en muchos países con las organizaciones que recurren a la violencia, la ETA utilizó a diversos partidos políticos independentistas vascos tales como Herri Batasuna, Acción Nacionalista Vasca y Partido Comunista de las Tierras Vascas para que sirvieran de pantalla y difundieran posiciones afines a sus acciones terroristas, como forma de lograr apoyo en la actividad parlamentaria española.
La actividad de ETA la llevó a ser considerada una organización terrorista no sólo por las autoridades españolas y europeas, sino también por las Naciones Unidas. Asimismo, la ETA fue objeto de críticas incluso por parte de la organización humanitaria Amnistía Internacional, la cual condenó “sin reservas los abusos cometidos por el grupo armado (…) tales como homicidios, secuestros y toma de rehenes”, pidiéndole “que respete los derechos humanos”. En el año 2006 la ETA llevó a cabo un atentado en la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suarez de la ciudad de Madrid, España, dejando como saldo dos ciudadanos ecuatorianos fallecidos y varios heridos. La locura asesina de esta organización vasca no distinguió edades y muchas veces sus acciones terminaron con la vida de jóvenes o niños como sucedió en el año 1987 en Zaragoza, donde fallecieron Esther y Miriam Barrera (dos gemelas de tres años de edad), Silvia Pino y Silvia Ballarín (de siete y seis años respectivamente), Rocío Capilla (14 años) y Pedro Angel Alcaraz (17 años).
En octubre de 2011, ETA anunció en un comunicado el “cese total y definitivo de su actividad armada” y en el año 2018 dio por terminado “su ciclo histórico y su función, dando fin a su recorrido. Por tanto, ETA ha disuelto completamente todas sus estructuras y ha dado por terminada su iniciativa política”, según se expresa en el documento utilizado para el anuncio. En su cuenta de Twitter el líder de Podemos, Pablo Iglesias, expresó: “La disolución de ETA nos alegra. Llega tarde y siguen faltando autocrítica y disculpas a todas las víctimas, pero que la política y la normalidad sustituyan a la violencia y a la excepcionalidad es la mejor noticia. Que callen para siempre las pistolas; que hable la política”. Por su parte el entonces presidente del Gobierno Español, Mariano Rajoy sostuvo que “Hoy no es un día para pasar página ni para bajar los brazos. Seguimos comprometidos en la lucha contra ETA. Velaremos porque nada de eso vuelva a suceder y porque nadie intente reescribir este pasaje de nuestra historia. Hoy es un día para mirarnos con satisfacción como país y como sociedad, para reconocernos como una gran nación que fue capaz de superar momentos de extraordinaria dificultad. Los protagonistas hoy no pueden ser los asesinos sino las víctimas”. Sobre la disolución de ETA, Amnistía Internacional sostuvo que “La desaparición de ETA es un hito que cierra una etapa negra, pero no reduce ni un ápice la responsabilidad de sus miembros de colaborar en la investigación y el esclarecimiento de los asesinatos cometidos, así como de las extorsiones, amenazas o coacciones a amplios sectores de la población. Que ETA se disuelva no anula el derecho de sus víctimas a reclamar verdad, justicia y reparación”. Si bien la ETA pidió perdón a sus víctimas y a sus familiares, aclaró en forma expresa que ese pedido no alcanzaba a los políticos y policías asesinados, dejando en claro que para esa organización existen muertos de primera y de segunda.
La reacción ante el anuncio de la disolución de ETA no se hizo esperar y fue particularmente dura entre las principales organizaciones sindicales de España. La Unión General de Trabajadores (UGT) por ejemplo, sostuvo que “La disolución de ETA, noticia esperada en su carácter definitivo y total, pone fin a la trayectoria terrorista de una organización que deja un triste y terrible balance de décadas de acoso, extorsión y asesinatos al conjunto de la sociedad vasca, navarra y española. La ilegitimidad e inutilidad del terrorismo, amparado en la usurpación de la pluralidad social y política vasca, ha sido derrotada por esta misma sociedad en cuyo nombre pretendían hablar, a la vez que la sometían a un tiempo de silencio. Como otros muchos casos, el trabajo en pro de la democracia, la paz y la libertad de UGT-Euskadi, UGT-Navarra, y de las compañeras y compañeros ugetistas del resto de España, tuvo en pago el asesinato de sus militantes, el ataque a las casas del Pueblo y un acoso en los centros de trabajo y en las calles que no permitió ejercer la libertad sindical como expresión de la democracia. También fue éste un terror que todos los trabajadores y trabajadoras de España sufrieron en carne propia”. Según esta organización sindical, “es un triunfo de la sociedad española en su conjunto”, al tiempo que reconoció “el trabajo desarrollado en todos estos años por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para propiciar este anuncio”. Por su parte, para la organización sindical Comisiones Obreras (CCOO) el anuncio de la disolución de ETA fue “excelente noticia” que coloca a la sociedad “ante la posibilidad cierta de una convivencia en paz de toda la ciudadanía vasca y española, y una constatación inapelable: el triunfo de la democracia sobre el terrorismo”.
Es importante que este nefasto aniversario nos brinde la oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la democracia y las libertades individuales, especialmente frente a la amenaza de quienes se autoproclaman salvadores de los pueblos y reivindican un papel protagónico que nadie les dio. A lo largo de la Historia, e independientemente de los países en los cuales actúan, las razones que invocan y las siglas utilizadas por las organizaciones terroristas para identificarse, el único factor que los une es el desprecio por los derechos humanos.
Es por eso mismo que los ciudadanos, al igual que lo hicieron los españoles con la ETA, no pueden dejarse vencer por quienes creen que el cambio social, religioso, económico o político se logra a través de medios violentos. Como ha señalado el académico mexicano Francisco Guerrero Aguirre, “La violencia y el terror simplemente no tienen cabida en la sociedad, mucho menos en una sociedad democrática. La única vía legítima para la consecución de fines políticos es la participación ciudadana a través de los mecanismos constitucionales previstos para alcanzar el poder y en elecciones sujetas a los más altos estándares internacionales, con plena sujeción a los principios, valores y prácticas democráticas. El terror no es opción. La violencia, tampoco”.