El sinceramiento general

El coronavirus no esconde tras de sí un macabro plan de Bill Gates de colocar microchips. A pesar de todo lo que haya escuchado en estos días al respecto, no hay tal cosa como una conspiración mundial para tener a toda la población separada para que sea más fácil de detectar su ubicación en tiempo real desde un satélite. Y así podríamos seguir mencionando la cantidad de teorías conspirativas que han aparecido desde que la enfermedad COVID-19 se extendió por todo el mundo.
El confinamiento, medida que se adoptó en prácticamente todo el planeta como principal protección ante el contagio, puso en evidencia más que nunca la poca confiabilidad de alguna información, especialmente cuando se trata de rumores que no provienen de una fuente segura de noticias o cuando parten de sitios sensacionalistas o aún más, cuando nacen de sitios que parodian ser medios de comunicación y que solo tienen por propósito el divertimento, pero que se terminan desvirtuando.
La Organización de las Naciones Unidas considera que esta abundancia de información no verás está “enredando las piolas” y perjudicando el eficiente combate a la enfermedad.
“El mundo solo puede contener el virus y sus consecuencias si todas las personas tienen acceso a información precisa y fiable. ‘Verificado’ es una iniciativa de Naciones Unidas para poner freno a los bulos y la información falsa con contenido en el que puedes confiar: información que salva vidas, consejos basados en hechos e historias de lo mejor de la humanidad. Busca el doble tic”, presentó la organización desde su página web este emprendimiento.
La intención es generar un sitio desde donde distribuir información chequeada y confirmada, en especial la que se relaciona con los datos científicos entorno a esta enfermedad.
“El equipo creativo, de comunicación e investigación de Verificado produce contenido basado en la información y las recomendaciones más recientes de Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y otras agencias de la ONU. Trabajamos con líderes expertos en desinformación de First Draft y con verificadores de hechos independientes”, agrega la página de ONU.
También explica que “En esta crisis, compartir información fiable y verificada ayudará a proteger a las personas, mientras que la desinformación puede poner vidas en peligro. Si quieres asegurarte de que el contenido que compartes ayudará al mundo, regístrate para recibir contenido Verificado”.
Es muy loable la intención (parece hasta de cierta ingenuidad) de que solo circule de “persona a persona” información “verificada”. El desafío puede llegar a ser enorme cuando además de quienes comparten de manera incauta mala información, la misma es también esparcida por líderes mundiales, incluso de países muy significativos.
Eso quedó de manifiesto con el ejemplo de la hidroxicloroquina, un fármaco que ha sido promocionado hasta por el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, como un tratamiento efectivo. Claro, se trata de del mismo líder político que hace algunos días animaban a su población a consumir un producto de limpieza doméstica para prevenir el contagio con el virus.
“Un estudio científico de observación asegura que los pacientes hospitalizados con COVID-19 que han sido tratados con el medicamento tienen un mayor riesgo de mortalidad. Como medida de prevención, el grupo directivo del ensayo clínico mundial liderado por la agencia de salud de la ONU, decidió iniciar una revisión de los datos antes de continuar tratando pacientes con hidroxicloroquina”, anunció la organización a comienzos de esta semana.
Sin embargo la misma Organización de las Naciones Unidas, o mejor dicho, la Organización Mundial de la Salud, una de sus agencias, también tiene cosas que aclarar en cuanto al manejo de la información.
Taiwán, limítrofe con la provincia china de Wuhan, ha revelado una serie de correos electrónicos en los que advertía a la organización por la aparición del mal que se expandido por todo el globo.
“Debido a su experiencia con la epidemia de SARS en 2003, Taiwán realizó un seguimiento atento de la información sobre el nuevo brote. El 31 de diciembre de 2019, Taiwán envió un correo electrónico al punto focal del Reglamento Sanitario Internacional (RSI) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), informando a la OMS sobre su comprensión de la enfermedad y también solicitando más información de la OMS”, difundió el gobierno de Taipei.
“Dada la falta de claridad en ese momento, así como los muchos rumores que circulaban, el objetivo de Taiwán era garantizar que todas las partes relevantes permanecieran alertas, especialmente desde que el brote ocurrió justo antes de las vacaciones del Año Nuevo Lunar, que generalmente ve enormes cantidades de personas para viajar. Para ser prudentes, en el correo electrónico nos esforzamos por referirnos a la neumonía atípica, y notamos específicamente que los pacientes habían sido aislados para recibir tratamiento”, agregó.
La organización afirma no haber recibido este alerta temprano desde el país vecino a China, origen de la enfermedad que ha ocasionado una crisis económica de la que el mundo no conoce precedentes y cuyas consecuencias son aún insospechadas. Pero a la “factura” que habría que pasarle a la OMS si resulta cierto que se desentendió (así sea por omisión) en el origen de este problema, hay que sumarle las consecuencias sociales y la pérdida de terreno que millones de estudiantes han sufrido alrededor del mundo. Y ni que hablar las muertes que se podrían haber evitado si se hubiese actuado a tiempo, en el entendido que ese aviso a tiempo haya existido y no hubiese sido atendido.