De la tradición a la internacionalización

Aunque el sector cárnico es de fundamental importancia en las exportaciones nacionales, la producción lanera también es una actividad clave para nuestro país. Durante décadas fue el principal rubro de exportación y también la base de una industria textil que, por ejemplo en nuestro departamento llegó a ocupar un volumen importante de personas en la fase de industrialización en la ya desaparecida Paylana, la cual durante décadas fue un ícono de la industria local.
Por otra parte, a pesar de las variaciones registradas en el tiempo en torno a la producción y los aspectos sociales, laborales y tecnológicos vinculados a esta fibra natural, su uso por el hombre –de cual hay registros desde 10.000 años a.C.–, han variado relativamente poco y el principal sigue siendo la vestimenta.
En los tiempos modernos, las características de la lana desde el punto de vista textil son las que determinan su uso final y las que se evalúan en el momento de la clasificación, siendo las más importantes el diámetro de la fibra, largo, resistencia y color. En eso, las lanas uruguayas son realmente muy buenas, lo que ha contribuido a convertir a nuestro país en el cuarto exportador más importante de tops de lana a nivel mundial en términos de volumen.
En 2019, el monto exportado por nuestro país representó el 6% de las exportaciones mundiales de lana peinada (tops). Por otra parte, Uruguay es también el cuarto exportador mundial de lana lavada, y quinto en cuanto a la lana sucia, exportándose también el subproducto grasa de lana y lanolina, que constituyen productos con distinto nivel de valor agregado.
Esta industria de raíz tradicional debió adaptarse a los cambios de los tiempos, especialmente desde la década de los años 90 del siglo XX cuando el desarrollo de la industria textil china modificó el mapamundi del sector y afectó al resto de los países productores y exportadores, algunos de los cuales perdieron su capacidad instalada y otros debieron adaptarse para sobrevivir explorando nuevas ventajas competitivas.
Hoy en día, hay cuatro polos industriales exportadores en la industria del peinado de lanas a nivel mundial: Argentina, Uruguay, República Checa y China.
Solo para entender el contexto, es necesario decir que la lana tiene una participación del 1,2% en el total de la producción de fibras totales ya que las principales fibras que utilizamos en la vida diaria son elaboradas por el hombre (más de un 70%), mientras que apenas un 25% cubre el algodón.
La disminución del uso de la noble lana, la ha convertido en una fibra premium, dado que apenas se produce en el mundo un stock de 2.000 millones de kilos de lana en base sucia, según cifras recientes del informe anual de la International Wool Textile Association (IWTO).
Recientemente, en un acto que contó con la presencia de autoridades nacionales y ministeriales encabezadas por la vicepresidenta Beatriz Argimón, fue presentada la marca Uruguay Wools, un instrumento de marketing para potenciar la internacionalización del sector y consolidar la oportunidad del país de erigirse como referente de la industria de la lana, tanto a nivel regional como global.
Según informó Uruguay XXI, Uruguay Wools sintetiza la propuesta de valor en el claim “pure natural mystic”, que se define por los atributos de innovación, perfil “glocal” (global + local), calidad del diseño, origen natural y claridad.
El plan y la marca surgieron del trabajo en conjunto entre Uruguay XXI y el Plan Estratégico Nacional del Rubro Ovino (Penro) apuntando a las fuertes ventajas competitivas de la lana uruguaya, “con precios y mercados de destino validados y una sólida historia alineada a la sustentabilidad y las tendencias internacionales”.
Como bien dijo en ese acto el presidente del SUL, Miguel Sanguinetti, “el ovino y la fibra de lana es parte de la identidad nacional y las raíces del país” pero agregó, no obstante, que aún restan “deberes por cumplir para verla jugar en las ligas mayores del mundo”.
Uno de esos deberes más básicos es velar por la sustentabilidad del sector que, en su base, reúne a muchos productores agropecuarios con predios de menores dimensiones que los de otras producciones, los cuales además tienen que aggiornarse permanentemente para ser competitivos.
Hoy en día, la calidad de la lana y su relación saludable con el medio ambiente son factores de diferenciación muy importantes que deben estar incorporados desde el momento de la cría del animal, lo cual se sustenta en tendencias mundiales de los consumidores, que demandan productos naturales y sostenibles. Contemplando esta situación hoy Uruguay cuenta con una Guía de Bienestar Animal del Rubro Ovino pero además es necesario contemplar otras cuestiones tales como el concepto de trazabilidad desde origen y el cuidado del proceso de producción que desde la genética y la cría a las prácticas y condiciones de acondicionamiento.
Estas acciones son fundamentales para asegurar la calidad en todo el proceso así como al cliente final, lo cual es importante porque esto repercute notoriamente en los precios y el desarrollo del sector.
En todas estas etapas del proceso hay, evidentemente un componente tecnológico científico vinculado a la mejora de las razas por ejemplo, pero también hay saberes y prácticas acumulados de generación en generación que son un capital igual de importante para el éxito de la producción. En este sentido, se destaca la existencia de mano de obra calificada para la esquila, actividad en la cual somos referentes en el mundo al punto tal que en la presente pandemia por COVID-19 países como España levantaron frontera para permitir el ingreso de esquiladores uruguayos que habitualmente hacen esta tarea en dicho país, evitándose así mayores impactos productivos, sociales y económicos que los de por sí impuestos por la pandemia.
Un reciente informe de Uruguay XXI sobre el sector, señala estas ventajas competitivas de las lanas uruguayas pero, a la vez, llama la atención sobre los desafíos en el corto plazo tales como la necesidad de levantar algunas restricciones tecnológicas y la necesidad de mayor y mejor capacitación para los productores así como a estar atentos antes cuestiones de coyuntura negativa, como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, y los efectos de la pandemia que hacen prever perspectivas negativas para el 2020. Son temas que se tienen que trabajar fuertemente a la par del posicionamiento de los instrumentos de marketing para potenciar la internacionalización porque mucho del partido de la sustentabilidad del sector se juega precisamente allí.