Instrumentos hacia el mundo pospandemia

Con una economía devastada por las medidas de contención de la pandemia, alto nivel de infectados y de muertos, América Latina será posiblemente la región del mundo que en mayor medida sufrirá las consecuencias económicas en esta crisis sanitaria y la pospandemia, lo que obliga a repensar estrategias pensadas para épocas normales y apelar a respuestas tanto locales como regionales, de cara además a un mundo que ya no será el mismo.
En el caso del escenario entre bloques, que estaban en fuerte puja y cuestionados por medidas proteccionistas de la Administración Trump, la guerra comercial con China y otras consecuencias indeseadas que habían ya dado inestabilidad a las relaciones comerciales globales, en el subcontinente sudamericano también las expectativas son por lo menos poco auspiciosas.
Tenemos un Mercosur integrado por Brasil, Paraguay, Argentina y Uruguay que hasta ahora ha distado de ser la respuesta que ha necesitado la región para potenciar el comercio y la economía regional. Y, peor aún, las más de las veces se ha dedicado mayormente a constituir un bloque ideológico más que comercial, que tuvo su punto más negativo cuando los gobiernos autodenominados progresistas de la región constituyeron un verdadero club de presidentes amigos, que priorizó lo político por sobre lo jurídico.
En este contexto la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) pidió esta semana la cooperación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del G20 para que América Latina y el Caribe puedan seguir aplicando políticas fiscales y monetarias expansivas para mitigar una crisis que ya ha durado más de lo esperado, y aún no se le ve el final.
En un encuentro virtual organizado por el Banco Central de Argentina (BCRA), la secretaria Ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, consideró que la región necesita crecer un 4% por año y enfocarse en siete actividades, evitar el riesgo de primarizar sus exportaciones y definir su política de comercio interregional, sobre todo el Mercosur.
“La crisis va a durar más de lo esperado”, dijo Bárcena al exponer en las Jornadas Monetarias del BCRA, después de indicar que espera una caída del 9,1% del Producto Bruto Interno (PBI) para este año en la región, y que la recuperación de la crisis del COVID-19 será más lenta que lo esperado.
“Creemos muy urgente mantener políticas fiscales y monetarias expansivas y, sobre todo, para evitar riesgos sistémicos, mayor volatilidad financiera. Esto va a requerir urgente una dinámica multilateral y cooperación internacional que, hoy por hoy, no está clara, no está totalmente definida”, advirtió.
La Cepal estima que es urgente que la región crezca por lo menos un 4% anual, con una tasa de redistribución de 0,5% del ingreso cada año hasta alcanzar en 2024 un índice de Gini de 0,4%. Para crear empleo en la próxima década, está trabajando en propuestas en siete sectores dinámicos, entre los que mencionó energía, digital, transporte e infraestructura.
Sin embargo, aclaró que “cómo vamos a financiarlo es el tema de fondo”, y dijo que “uno de los grandes temas de negociación a nivel internacional” es si el FMI va a aprobar la emisión de Derechos Especiales de Giro por U$S 500 mil millones y una redistribución de los existentes en países superavitarios que podrían llegar a la región por U$S 39.540 millones.
“Liquidez hay, el problema es dónde está esa liquidez”, consideró Bárcena. “Es esencial distribuir la liquidez global” para capitalizar las instituciones de crédito multilaterales e institucionalizar la cooperación entre bancos centrales, explicó.
Asimismo plantea que la iniciativa de suspensión de los servicios de deuda que ha aprobado el G20 para los países de bajos ingresos en 2020 se amplíe a los países de renta media y que se expanda el plazo para 2021.
“Es urgente crear un mecanismo internacional para la reestructuración de la deuda soberana”, agregó, y mencionó que las calificadoras de riesgo no deberían calificar a los países en una situación de pandemia.
En cuanto al Mercosur, la jerarca consideró que la región tiene que fortalecer la recaudación del impuesto a la renta de las personas físicas, las corporaciones y extender el alcance del impuesto al patrimonio, a la propiedad y a la economía digital, uno de los grandes ganadores de la pandemia. Y eliminar los espacios de evasión y elusión tributaria, que alcanzan el 6,1% del Producto Bruto Interno.
Advirtió que los países no han logrado vencer las restricciones externas asociadas al patrón exportador: “El riesgo con la crisis es que se vaya a una reprimarización, sobre todo en Sudamérica, al extractivismo mineral y energético”, en tanto alertó que la “integración regional está yendo hacia atrás” porque el “comercio regional ha caído” a un 11% en 2020 desde el pico de 17%.
Existen graves problemas en los mecanismos de integración, como el Mercosur, explicó, y consideró que “el mecanismo más exitoso y resiliente es Centroamérica”, pero la “Alianza del Pacífico tampoco va nada bien”.
El punto es que, tras la pandemia, si bien es de esperar fondos de ayuda para estimular la inversión, la producción y el comercio, así como recursos para ayuda directa a sectores más comprometidos, “el mundo se va a organizar de manera diferente y nuestra región no define su estrategia, cómo relacionarse bilateralmente en materia comercial”, dijo Barcena.
Esto nos lleva al tema de que no alcanza con respuestas en cada país, en el marco de que cada uno haga lo que pueda, sino que en un comercio global retraído como consecuencia de la crisis sanitaria, es fundamental lo que se pueda hacer a nivel de bloques para contrarrestar o por lo menos también complementarnos estratégicamente ensamblados con las grandes economías mundiales para tener participación significativa.
En este sentido, más allá de lo que se pueda hacer a nivel de nuestro país –donde hay mucho por hacer, sin dudas– tampoco debemos olvidar que somos parte de un Mercosur que no se ha aggiornado y que ha estado distante de cumplir con las expectativas que se habían tejido inicialmente sobre el acuerdo regional, integrado, es cierto, por países con economías vulnerables y no necesariamente complementarias.
Y estando en cuestión incluso el acuerdo que supuestamente se había logrado trabajosamente tras más de 20 años con la Unión Europea, nos encontramos con que el bloque no ha generado condiciones para suscribir acuerdos con otros bloques o regiones, lo que da la pauta de que hay un vasto campo para trabajar, para analizar y revertir procedimientos, aunque difícilmente podamos contar con este acuerdo regional en el corto plazo como instrumento valedero para tener protagonismo significativo en el crítico período pospandemia.
Lo que quiere decir que sin abandonar el bloque, Uruguay debe explorar los caminos que estén a su alcance, con creatividad, con mente abierta y los pies sobre la tierra, para utilizar los medios financieros que logre con vistas a estimular la inversión, el empleo, y asomar con mejores perspectivas a un comercio global que presenta muchas incertidumbres y prácticamente ninguna certeza.