La Calle del Mate

Existe parte de una de las casonas –hoy reformada– que tuvo frente a la Calle del Mate. Esa casona perteneció originariamente a la Familia Bottaro-Salvo. En el andar del tiempo, varias veces fue alquilada y alguno de los tantos inquilinos quitó de su frente la placa que identificaba a dicha calle como “Calle del Mate”. Incipiente visualización del nomenclátor de hace un siglo largo.
Hay también otra casona –de otros dueños– que aún conserva parte de su estructura más que centenaria. Esa vivienda tenía hasta hace poco en su frente hacia la que fue la Calle del Mate, la placa que luce en foto adjunta. Ese es el número de puerta de la casa identificada con el número 86.
Ambas, estaban sobre la Calle del Mate. Empero, alrededor del año 1905 o 1910, al cerrarse esa calle, esos frentes pasaron a ser el fondo de los inmuebles y lo mismo pasó con 4 o 5 casonas más cuyos frentes daban a la Calle del Mate.
Tenía una longitud de dos cuadras y un poco más. Y cuando los tamberos de esa zona sanducera llevaban a pastar sus vacas a la zona ahora comprendida entre la playa Park y el complejo Irene Sosa, los dueños (o pastores) de esos animales que pastaban y abrevaban a orillas del río Uruguay, durante algunas horas, en esa calle se sentaban a tomar mate; y de allí ese nombre que debe haber recibido de la autoridad, ya que otorgaban número de puerta a las casas frentistas a ella. (En esa época sería la Junta Administrativa).
Descendientes de la familia Bottaro-Salvo que nacieron en el lugar, y aún viven allí, desde muy niños en base a la rica tradición oral –pues siempre se lo decían sus mayores– saben bien sobre esa calle y la placa con el nombre “Calle del Mate”.
Le sorprendió a los dueños cuando vieron que aquella placa había sido sustraída, lamentablemente, alrededor del año 1940.
La casona con techo de tejas francesas y a su frente, la placa con “La calle del Mate”, la compró alrededor del año 1898, el inmigrante suizo-italiano Don Domingo Bottaro, bisabuelo de los actuales descendientes, con una superficie de algo más de una hectárea de tierra que él trabajaba. Especialmente plantando y cosechando alfalfa que luego vendía a dueños de empresas de carruajes para alimentar a sus animales de tiro. Esa propiedad ocupaba parte de lo que luego –al abrirse y construirse– sería la calle que hoy lleva el nombre de Dámaso Antonio Larrañaga. En aquel entonces eran terrenos de cultivo. Propiedad particular que hubo de cederse para abrir la calle.
Los memoriosos recuerdan que en los terrenos de la hoy calle Larrañaga, entre las actuales calles Libertad y Silván Fernández, había un pozo de agua y un gran peral que daba exquisitos frutos. Quizás porque no necesitaban agroquímicos para protegerlo de las plagas.
De todo lo que antecede se deduce que la Calle del Mate, existió. Pero que no era la actual calle Libertad, como trascendió últimamente cuando la inauguración del monumento al mate.
Y también que a principios del siglo XX la hoy calle Larrañaga, no existía más que en los planos. Del mismo modo que la calle 25 de Mayo a inicios del siglo XX era prácticamente un margen de la superficie urbanizada. Finalmente vale pensar que al no existir ninguna obra (relleno, calle o costanera etcétera) que separara la ciudad del río, este estaba mucho más cerca que ahora, del final de las calles que conducían hacia él. Ing. Ramón Appratto Lorenzo