Salud, infraestructuras y oportunidades

Los problemas alimenticios –ya sea el hambre como la obesidad– son un asunto serio tanto a nivel global como regional y forman parte de esas otras “pandemias” sobre las que se advierte desde hace tiempo. En Uruguay la obesidad tiene un impacto cada vez mayor en la población y se viene presentando a edades cada vez más tempranas, lo que trae consigo la posibilidad de agravamiento de las consecuencias y plantea la necesidad urgente de cambios.
Hace ya varios años que nuestro país desarrolla una serie de políticas públicas en materia de salud con foco en temas de relevancia sanitaria como el tabaco, alcohol, alimentación y el sedentarismo. En relación a éste último, preocupa su vinculación con la mala alimentación y los problemas de obesidad.
En la actualidad, el 65% de los adultos uruguayos padecen sobrepeso u obesidad y para tener una idea del impacto y dimensión del problema, basta decir que ser obeso o tener sobrepeso aumenta notoriamente el riesgo de sufrir enfermedades crónicas no transmisibles, que son las que producen el 60% de las defunciones.
El aumento exponencial del consumo creciente de alimentos procesados (con alta densidad energética, alto contenido de grasas saturadas y ácidos grasos trans, alto contenido de sal y azúcares libres, así como un bajo contenido de fibras) unido a bajos niveles de actividad física en la población también elevan exponencialmente el riesgo de padecer un conjunto de enfermedades no transmisibles como diabetes, afecciones cardiovasculares, hipertensión y algunos tipos de cáncer.
Con este panorama preocupa especialmente la situación de los niños, entendiéndose que el principal problema en la primera infancia en el país es, justamente, el sobrepeso y la obesidad. Una alimentación que no proporcione una cantidad suficiente de alimentos de calidad puede ocasionar tanto un crecimiento insuficiente como un exceso de peso. Por otra parte, un niño con desarrollo deficiente en sus primeros años de vida puede convertirse en un adolescente bajo pero con sobrepeso y, ulteriormente, desarrollar enfermedades crónicas en su vida adulta.
En este sentido, según los datos de la Encuesta de Nutrición, Desarrollo Infantil y Salud (ENDIS, 2018), entre los menores de 4 años de edad la prevalencia de sobrepeso u obesidad alcanza al 12,3% de los niños pero se trata de un problema que se plantea en etapas más tempranas aún. A su vez, al llegar a la etapa escolar, cuatro de cada 10 niños tiene algún grado de sobrepeso u obesidad –22% sobrepeso, 17.4% obesidad–, de acuerdo con datos de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
En el contexto de este complejo panorama resulta fundamental llevar adelante acciones de prevención en los niños de forma que en el futuro puedan ser jóvenes y adultos y con menor probabilidad de padecer enfermedades y acceder a una vida larga y de calidad, así como facilitar la adopción de conductas saludables por la población adulta.
Las autoridades han introducido algunas políticas y regulaciones referidas a la alimentación (como la regulación de grasas trans en alimentos, el etiquetado frontal de productos, promoción de lactancia materna y alimentación saludable en entornos educativos) tendientes a mejorar los indicadores de sobrepeso y obesidad de los uruguayos para reducir la incidencia de las enfermedades no transmisibles, lo que redundaría en una mejor calidad de vida para la población.
Para eso también hacen falta no sólo campañas de información y sensibilización sino cosas concretas que incentiven, por ejemplo, el ejercicio físico en el día a día. En ese sentido, resulta una necesidad básica contar con espacios para desarrollar actividades físicas al aire libre, crear y mantener ciclovías y sendas para caminar y tener acceso a aparatos para ejercitarse de acceso público.
En este sentido, la recuperación de la Plaza de Deportes de Paysandú, la instalación de estaciones saludables, la concreción de la ciclovía de ruta 90 y algunas iniciativas barriales existentes a veces provistas desde la administración pública y en otras ocasiones esfuerzos institucionales de organizaciones privadas y hasta de vecinos de un barrio, son bienvenidos y necesarios. A ello se suma ahora en la ciudad de Paysandú oportunidades que tienen un componente de inclusión social y de desarrollo de las capacidades deportivas personales de niños y adolescentes como los recientemente anunciados programa “Box por la Vida” y “Sueño Olímpico”.
El primero es un programa del Área de Programas Especiales de la Secretaría Nacional del Deporte que funcionará en las instalaciones del salón Angelina, en la zona costera de la ciudad y que apunta a la instalación de una escuela de boxeo con un importante equipo multidisciplinario detrás que pretende brindar oportunidades a los jóvenes. Se trata de un programa que tiene un gran valor, ya que como señaló la boxeadora Chris Namús, cuando se inició en este deporte un espacio como el que comenzará a funcionar en Paysandú era “impensado”.
“A futuro se pueden recoger frutos y lograr seguramente atletas compitiendo a nivel olímpico, algo de lo que en boxeo estamos lejos porque faltaba esto, este tipo de programas que perduren en el tiempo”, agregó.
El segundo es un es un programa de la Dirección de Deportes de la Intendencia –que tiene como padrinos a Milton Wynants, medalla de plata en Sydney 2000, y la velerista olímpica Dolores Moreira– a través del cual se detectarán los talentos de las escuelas deportivas municipales, para comenzar a entrenar de manera integral pensando en competencias nacionales e internacionales.
Se trata de dos iniciativas puntuales pero que se suman a la infraestructura disponible y abren nuevas puertas, especialmente para la población joven. Ojalá perduren y sirvan también de inspiración para que todos –grandes y chicos– podamos comenzar a desarrollar conductas más saludables para con nosotros mismos.
Especialmente porque tenemos nuevas razones para el combate de la obesidad, ya que algunos estudios han comenzado a mostrar evidencias de su relación con el aumento de la probabilidad de infectarse y fallecer por COVID-19. Se trata pues de dos pandemias que se superponen y hasta potencian mutuamente aunque es bastante lógico pensar que si bien la pandemia por coronavirus algún día desaparecerá, la obesidad y sus problemas seguramente persistirán.
Es por eso que nuestras decisiones personales cuentan –y mucho– para estar mejor y debemos transitar hacia la meta estar mejor en lo personal y cuidar a las personas que amamos, en particular los niños de nuestras familias.