Vacunas y COVID-19: ¡sabremos cumplir!

De acuerdo con la cadena periodística BBC, “A fines del siglo XIX, decenas de miles de personas salieron a las calles en oposición a las vacunas obligatorias contra la viruela. Hubo arrestos, multas y algunas personas incluso fueron enviadas a la cárcel. Se blandieron pancartas que exigían ‘Revocar las leyes de vacunación, la maldición de nuestra nación’ y aseguraban que era ‘Mejor celda de prisión que bebé envenenado’ (…) ‘La gente hacía preguntas sobre los derechos, especialmente los derechos de la clase trabajadora. Había una sensación de que las clases altas intentaban aprovecharse, un sentimiento de desconfianza’”. A pesar de todos estos ataques, en el año 1959 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó un programa de erradicación global de la viruela, objetivo alcanzado en 1977. La llegada de las vacunas contra el COVID-19 a nuestro país ha despertado las fantasías y el afán de protagonismo de quienes se oponen a las mismas porque viven en un mundo paralelo regido por teorías conspirativas, el mismo mundo donde también se afirma que la Tierra es plana o que Elvis Presley no murió en el año 1977 y aún vive oculto en Argentina.
En Uruguay, por ejemplo, la figura más visible de esas voces antivacunas es el excandidato a la Presidencia Gustavo Salle Lorier quien, junto a otros representantes de la denominada “Caravana por la Verdad”, entre ellos Javier Sciutto, estuvo en Paysandú en el marco de una gira nacional del movimiento que cuestiona la pandemia de coronavirus y denunció que la vacuna puede producir una modificación genética. Como fuera informado en el pasado mes de febrero por nuestro diario, “Cabe aclarar que si bien Javier Sciutto en su perfil de Twitter se presenta como ‘coordinador y docente de Bioestadística’ de Facultad de Medicina Santa Casa de San Pablo, Brasil, dicha universidad brasileña aclaró que el mismo no ocupa esos cargos. La agencia francesa de noticias AFP desmintió además varias afirmaciones de Sciuto en referencia al coronavirus, algunas de las cuales fueron repetidas en Paysandú”.
Resulta paradójico que este tipo de ataques se produzca en un país como el nuestro, que cuenta con altos niveles de vacunación a los cuales la población ha adherido y adhiere sin las manifestaciones que llamativamente se han producido en el caso del COVID-19. En efecto, de acuerdo con el sitio web del Ministerio de Salud Pública (MSP) “el actual Plan Nacional de Vacunación fue creado en el año 1982 por la ley 15.272, que declaraba obligatoria la vacunación contra la tuberculosis (vacuna BCG), difteria, tos convulsa (pertussis), tétanos (vacuna DPT), poliomielitis (vacuna OPV), sarampión, rubéola y paperas (vacuna triple viral o SRP). La vacunación es universal y gratuita, siendo un programa prioritario para el MSP. El Certificado Esquema de Vacunación (CEV) ha tenido múltiples incorporaciones desde entonces. Actualmente incluye 15 vacunas dirigidas al control de las principales enfermedades inmunoprevenibles”. Existen otro tipo de vacunas, como por ejemplo la vacuna antigripal, la vacuna antineumocócica 23 valente, la vacuna contra fiebre amarilla y la vacuna antirrábica. De acuerdo con el MSP, “las vacunas del PNV tienen indicaciones por fuera del plan regular en algunos pacientes que por sus condiciones laborales o patológicas lo requieren”. Frente al detalle de las vacunas que componen el PNV cabe preguntarse… ¿alguna vez los uruguayos pusimos el énfasis en la marca de las vacunas que nos administraban? ¿Eso era necesario o bastaba con saber que las mismas habían sido autorizadas por las autoridades sanitarias competentes en la materia? Hay que tener en cuenta, además, que nuestro país cuenta con una Comisión Nacional Asesora de Vacunaciones (CNAV), una de las más antiguas de toda América y “su principal cometido es brindar asesoramiento para optimizar el funcionamiento del PNV y desarrollar estrategias para disminuir al mínimo las enfermedades inmunoprevenibles con la máxima cobertura vacunal posible y que integran representantes de 15 instituciones u organismos con injerencia y expertice en el tema vacunas”. Los datos de los integrantes de dicha Comisión y las actas de sus reuniones se encuentran disponibles al público en la página web de ese Ministerio, lo que deja claramente de manifiesto la transparencia con la cual actúa ese organismo.
Es interesante reflexionar sobre qué hubiese sucedido con la salud a nivel global si no se hubieran aplicado vacunas contra enfermedades tan graves como el sarampión, la propia viruela, la poliomielitis u otras que forman parte del PNV del MSP. ¿Cuál sería el estado sanitario de la población mundial si quienes se oponen a las vacunas hubiesen tenido éxito con sus trasnochadas demandas? La respuesta es simple: los resultados hubiesen sido catastróficos y se hubieran pagado con decenas o quizás cientos de millones de vidas humanas o con los sufrimientos de quienes tendrían que haber vivido con las secuelas de tales enfermedades. Está claro que en el pasado no existían las redes sociales, un mecanismo de fácil acceso y bajo costo a través del cual aún quienes carecen totalmente de conocimientos científicos realizan afirmaciones temerarias y sin fundamento para tratar de dar credibilidad a sus absurdas teorías; mientras otro tanto que se cree “instruido” y apenas es un usuario de la red global toma esas versiones como la voz de la ciencia y la razón. La vacuna contra el COVID-19 no es obligatoria por lo que su aplicación no viola libertad individual alguna y por eso mismo su aplicación es una decisión individual pero cuyos beneficios se proyectan sobre toda la comunidad.
La campaña que llevan adelante los antivacunas adquiere suma peligrosidad en un momento en el cual crece el número de personas contagiadas en nuestro país, lo que transforma ese predicamento en un acto de irresponsabilidad, de frivolidad sanitaria y de atentado contra la salud pública. Creemos que, salvo por algunas honrosas excepciones, se necesita un compromiso mucho más claro y contundente de los líderes políticos nacionales y departamentales para apoyar la vacunación y que esa actitud debe extenderse a los demás referentes en el área sindical, deportiva, empresarial, cultural y social para lograr que más personas se vacunen diariamente. Son precisamente esos referentes quienes deberían estar en los primeros lugares de las colas de vacunación. Todos los que puedan vacunarse (referentes o no) deben hacerlo de inmediato porque es el único camino para dejar atrás una pandemia que ha causado y seguirá causando graves perjuicios económicos, educativos y sanitarios. Si algo nos ha demostrado este año de emergencia sanitaria es que muchas veces la responsabilidad individual con la cual deberíamos actuar por nuestra salud y por la salud de los demás es dejada de lado para asistir alegre e irresponsablemente a marchas sociales, actos políticos, reuniones familiares o simplemente para juntarse en la costa sanducera o en cualquier otro punto sin respetar las medidas sanitarias y facilitando el contagio. Lo cierto es que la vacuna contra el COVID-19 llegó finalmente a nuestro país y ahora es el momento para demostrar nuestro compromiso republicano y nuestra solidaridad asistiendo a vacunarnos cuando seamos convocados para ello. Es la hora de vacunarse y también en este caso los uruguayos debemos dejar en claro que sabremos cumplir.