Cambios que dificultan establecer proyecciones

Ya en proceso el gradual retorno a lo que ha sido denominado como una “nueva normalidad” en el país y en el mundo, como consecuencia de la pandemia del COVID-19, respaldada por el avance de la vacunación y mantenimiento de protocolos para reducir la cadena de contagios en el mano a mano, la reversión del escenario incluye recuperar actividades clave con el fin de contener la crisis económica que se ha globalizado.

Lo cierto es que la pandemia ha hecho revisar drásticamente todas las previsiones trazadas por largos estudios en cuanto a la evolución de la economía, el salario y el empleo en todo el mundo, desde que ha resultado imposible encapsular la crisis y se ha dado una cadena de contagios también en la economía por el lado de la oferta, de la demanda y sus consecuencias en los precios, además de la cadena logística, la inversión, y la situación de empresas, con una incertidumbre e imprevisibilidad manifiesta, aunque se han sucedido en las últimas semanas signos alentadores.
En nuestro país, la ministra de Economía y Finanzas, Ec. Azucena Arbeleche, al evaluar el panorama y las prioridades trastrocadas por la pandemia, ha señalado que es complejo realizar estimaciones bien fundadas a partir de una crisis económica y social, que tiene como origen una epidemia.

A su vez respecto al tiempo estimado de recuperación, la secretaria de Estado expresó que “estamos trabajando para que esa recuperación sea lo más rápida y fuerte posible, que al final de esta crisis si bien habrá una caída aguda como estamos observando, que también tenga una recuperación aguda y lo más rápida posible”.
Acerca de la mayor preocupación hoy en día señaló que es sin dudas el empleo, “porque el punto de partida es malo”, en tanto consideró que se busca “recuperar las fuentes de trabajo perdidas” y “generar así más empleo”.

“Por lo tanto, desde el Ministerio de Economía y Finanzas estamos trabajando para promover la inversión y tener más actividad. Estamos trabajando en tres ejes en simultáneo. El primero refiere a la atención de la demanda sanitaria y también lo que tiene que ver con lo económico y dar liquidez para que las empresas subsistan”, indicó.
Asimismo expuso que al irse superando la crisis e irse retomando la actividad, a esa recuperación natural se la tiene que apoyar y empujar con medidas fiscales concretas “y ese es un segundo eje en el que estamos trabajando. El tercero ya es mirar un poco más allá y poner sobre la mesa las reformas necesarias para el mediano plazo. Es lo que hemos presentado con el proyecto de ley de urgente consideración”.
Reafirmó que el objetivo es empujar la inversión, especialmente la inversión que es intensiva en mano de obra o que tiene un efecto derrame sobre otros sectores de la actividad que también generan empleo.
Sin dudas la secretaria de Estado no dijo otra cosa que la que pueda decir cualquier gobernante con los pies sobre la tierra en esta encrucijada, por encima de posturas ideológicas y demagogia, en cuanto a que la única salida posible a la crisis y la consecuente creación de empleos pasa por la inversión, el tratar de crear condiciones para favorecerla en un momento en que la incertidumbre todavía es manifiesta. Pero además, la imprescindible inyección de fondos para la reactivación y la forma en que se instrumentará, desde que este es el quid del asunto.

Todo indica que pese a que habría durante un tiempo un escenario de limitaciones y cuidados específicos que tendrá su mayor impacto sobre todo en la actividad turística y espectáculos masivos, entre otros, sin descartar rebrotes puntuales, el contar con crédito disponible para hacer frente a la depresión inmediata tendría efecto removedor en un mundo que sale de la cuarentena, fuera obligatoria o voluntaria, y que una vez superado este factor, no cuesta mucho imaginar que la gran mayoría de actividades, con el impulso del crédito para apuntalar las empresas, irán normalizándose en un contexto distinto, por lo menos al principio, respecto al mundo anterior al virus.

En el caso de Uruguay, con un desempleo que antes de la epidemia ya rondaba el 10 por ciento, es vital contar con un flujo de recursos adicional para hacer que también Uruguay se favorezca y haya un “rebote” que nos permita recuperar calidad de vida y sobre todo generar fuentes de empleo formales, con empresas saneadas en lugar de las situaciones comprometidas que venían arrastrándose ya desde hace tiempo y que se han acentuado a grado extremo por el parate de actividades.
Estos y otros sectores, desde el ámbito privado, son los que mueven la economía, y son por lo tanto los que aportan sistemáticamente para sostener el aparato estatal, las inversiones, el pago de salarios, la amortización de la deuda, el funcionamiento de los organismos que están en la primera línea en la contención social.
Pero como decíamos, el mundo no será el mismo por más que se supere la crisis sanitaria, y es difícil saber a ciencia cierta cuál será el impacto final en el trabajo, que en este último año ha experimentado cambios radicales tratando de adaptarse a las circunstancias.

Por ejemplo, un informe reciente de la consultora internacional Deloitte da cuenta que un 70% de las empresas continuará utilizando el teletrabajo total o parcialmente, de la forma en que se aplicó durante la pandemia, debido a la eficiencia alcanzada por esta vía. Según la información, las empresas detectaron que los trabajadores estaban más horas conectados desde sus hogares que lo que estaban obligados a hacer y que la productividad fue mayor en relación a la misma tarea en forma presencial.
Sin dudas esta es una buena noticia, pero a partir de esta realidad surgen varias interrogantes respecto a la relación laboral que deberán estudiarse con mayor detenimiento para poder establecer si los resultados son tan buenos como parecen. En todo caso, los parámetros de medición para la estadística seguramente serán diferentes a los que se analizaban antes de la pandemia, y recién sabremos si los cambios han sido positivos cuando podamos ver los resultados en el tiempo, ya sea las horas trabajadas, las remuneraciones, el ingreso de los hogares, la seguridad laboral, beneficios adquiridos o perdidos, tasa de empleo real, y la posibilidad de conciliar la vida personal y laboral.

Por lo tanto, podemos decir que estamos ante un principio de recuperación que se presenta auspicioso, pero con mayor incertidumbre debido a los cambios que mencionamos así como muchos otros que se están dando a nivel local como global, y que hacen difícil asegurar los resultados tanto en el mediano como en el largo plazo.