En la búsqueda de un rebote de la economía, pero aún pendientes correctivos estructurales

Por cierto que la duración de la pandemia a nivel global –con la expectativa inicial de unos meses, excesivamente optimista, que se fue prolongando a medida que se veía que no se podía contener el número de casos– dio por tierra paralelamente con las previsiones sobre plazos más o menos inmediatos de recuperación y rebote de la economía, desde que se ha seguido registrando pérdidas acumuladas en los PBI (Producto Bruto Interno) de prácticamente todos los países, más allá del tamaño de su economía y desarrollo.

En nuestro país, a medida que se va reduciendo el número de casos de contagios y víctimas fatales, por efectos seguramente de una mayor cobertura de vacunación, se va más o menos disipando el panorama de incertidumbre en la economía por esta causa, más allá de las razonables dudas sobre la evolución, al mantenerse parámetros todavía inestables tanto a nivel local como mundial, por cuanto en un país altamente dependiente como el Uruguay, es arriesgado siquiera intentar pronósticos con base confiable, y los análisis se generan con amplio margen de dudas.
Es pertinente en este escenario, traer a colación reflexiones del Ec. Matias Hofman, responsable de Estrategias de Inversión de la empresa Sura, quien aporta interesantes conceptos al suplemento Economía y Mercado, del diario El País. El entrevistado considera ante la caída del PBI en nuestro país en el primer trimestre de este año, que esta baja era esperable en el contexto de pandemia que se ha venido dando en estos meses, aunque augura un proceso de reversión a partir de que se ha retomado cierto ritmo en la economía por una mayor movilidad y aperturas, a partir del descenso sustancial en el número de casos.

Según Hofman, todo indica que el segundo semestre mostrará un fuerte repunte de la economía, siempre y cuando la situación sanitaria mantenga la tendencia actual, pero aclaró que “tuvimos un resultado en el primer trimestre que interrumpe la recuperación de la actividad económica, y si bien no es un dato extremadamente malo en las expectativas, porque se esperaba un comportamiento así, tampoco permite cambios en materia de política monetaria y fiscal”.
A su juicio, “es necesario impulsar el PBI desde el punto de vista de la demanda, ya que todavía se mantiene rezagado el consumo de los hogares, y ese es un objetivo hoy muy dañado por las consecuencias económicas y sociales de la pandemia. Tenemos un camino por recorrer todavía para poder comenzar a ver algunos cambios en las políticas del gobierno, tanto en lo monetario como en lo fiscal”.

Entre los aspectos positivos, evaluó además que la clara mejoría sanitaria a partir del avance en la vacunación “que estamos viendo en las últimas semanas va a permitir reactivar la economía interna del país”, pero sobre todo hizo hincapié en que “en la medida en que nuestros principales productos de exportación también han comenzado a mostrar visibles mejoras en la economía, las ventas de bienes al exterior también muestran un desempeño muy bueno”.
Claro, Uruguay por sí solo no puede sostenerse como un brote verde en una región en la que la pandemia ha sido una catástrofe, porque con los duros golpes que han sufrido Argentina y Brasil, nuestros dos grandes vecinos, es impensable que nuestro país resulte incólume, aunque haya reducido su grado de dependencia de los vecinos respecto a la que tenía hasta no hace muchos años.
A su vez, Uruguay, como país que requiere de la inserción internacional activa, a través de la colocación de sus productos en el exterior, necesita por lo menos una recuperación en la demanda de los mercados mundiales para atemperar el impacto por la caída de los países vecinos.
Igualmente, hay elementos positivos, y los menciona Hofman: “la región no nos ayuda mucho, porque la situación de los vecinos no es buena, pero China está teniendo un muy buen año y Estados Unidos ya recuperará este año lo perdido en 2020”.

Es significativo además que como señala el economista “no es solo un rebote”, sino que “la realidad es que el ímpetu de crecimiento pos coronavirus está siendo fuerte, especialmente sustentado en los impulsos fiscales y monetarios que llevan adelante los bancos centrales de los países desarrollados. Si bien eso no es gratis, porque genera impulsos financieros inflacionarios, déficit fiscal alto y endeudamiento –el mundo aumentó su deuda pública más de un 20 por ciento– el crecimiento está siendo lo bastante sólido como para no pensar que es solamente rebote”.
Pero naturalmente, en tren de comparaciones, tenemos que todavía no se va a llegar en forma inmediata a los niveles de la economía prepandemia en nuestro país –que ya no eran buenos, porque iban en caída sostenida– sino que es de esperar que en el curso del segundo semestre de este año recién se esté encaminando hacia una incipiente recuperación, al comenzar a reabrir actividades que han estado paralizadas, especialmente en el área de los servicios, donde se genera un buen número de empleos, como es el caso del turismo, en la medida en que se abran las posibilidades de ingreso de visitantes.

“Es de esperar que las buenas condiciones que hace tiempo muestra el país a la hora de captar inversiones se potencien con las condiciones de una economía ordenada. Hay varios proyectos de infraestructura en marcha y seguramente comenzarán a concretarse otros en la medida que nos alejemos del momento crítico de la crisis sanitaria”, analiza el Ec. Hofman.
Un aspecto clave en este período tiene que ver con las condiciones externas para los commodities, que permanecen en la franja de precios atractivos, lo que genera un espacio más optimista para la actividad exportadora, vital en la economía uruguaya, pero de acuerdo a las previsiones este impulso resultaría insuficiente para recuperar niveles prepandemia, lo que insumiría no menos de dos años, y probablemente un período mayor para recuperar el período de trabajo.

En todos los casos, estaremos en un proceso que llevará un tiempo imposible de prever con los datos disponibles, altamente dependientes de la evolución que tendrá la pandemia, sin tener en cuenta el factor estructural y ocupándonos simplemente del aspecto coyuntural que tiene que ver con la irrupción del COVID-19.
En realidad la pandemia nos ha atrasado mucho más de lo que puede parecer, en términos de economía, porque en Uruguay, como en América Latina y el mundo, se estará haciendo lo posible para “recuperar” lo perdido y retomar la tendencia prepandemeia, en el mejor de los casos. Pero a la vez, quedará para algún día dedicarse al abordaje de las falencias estructurales que nos han arrastrado al estancamiento y a los déficits, porque seguimos atendiendo lo urgente y postergando lo importante, aunque sea por circunstancias imposibles de prever, como la pandemia.
Pero el punto es que por una cosa o por otra –fundamentalmente en tiempos normales para no pagar costos políticos por medidas impopulares– se seguirá pateando la pelota hacia adelante, sin encarar las reformas estructurales pendientes para dar sostenibilidad a la economía y las políticas sociales, lo que da la pauta de que las dificultades no van a quedar atrás, aún superada la pandemia.