Viaje al Norte uruguayo

Nosotros, los uruguayos, solemos soñar con viajar por el extranjero, conocer otros lugares, otros países. Pero no conocemos nuestro país, que posee hermosos lugares dignos de visitar.

Con la pandemia creció el deseo de hacer turismo interno, y en eso están varias empresas, como Yorugua viajes. Con esta empresa, un grupo de mayores hemos viajado al norte uruguayo. Por supuesto que escribí el relato de todo el viaje, pero, como de costumbre, es demasiado largo, porque me gusta registrar todos los detalles, y siempre termino aburriendo. Es por eso que transcribiré el relato de Juan Salles, un veterinario maragato, un relato que nos cuenta lo más importante, muy ameno, donde no falta la comicidad.

Estas son sus palabras: “El sábado 20 de noviembre del 2021, un grupo de excursionistas iniciamos con Yorugua viajes, un viaje por el norte del país: éramos 22 personas, 19 damas y 3 caballeros, ¡tuitos mayorcitos!

El itinerario establecía que el primer destino sería Minas de Corrales, para desde allí iniciar el ‘Tour del oro’.

En un país mayoritariamente agrícolaganadero- forestal, hablar de ‘minas’ a los que pensamos más en el BPS que en el INJU, nos retrotrae a las viejas películas del lejano oeste.

Luego de disfrutar de un buen desayuno en el Hotel Artigas de Minas de Corrales, mientras viajamos a visitar las minas, Javier, el representante de Yorugua, nos señaló que él actuaría como ‘coordinador de la excursión y que, en cada lugar nos recibirá un guía local’, lo cual es una decisión responsable.

Luego de recorrer algunos kilómetros, comenzamos a visitar algunas canteras (exminas de oro a cielo abierto), las cuales mostraban diferentes espejos de agua y profundidades. A esa altura, guía mediante, comenzamos a incursionar en el mundo de la geología y minería. Comenzamos a hablar de rocas, cuarzo, hierro, pirita y a entender que el inicio y el fin de una ‘mina’ está determinado por la cantidad de oro que se puede obtener de cada tonelada removida: una sencilla relación de costo- beneficio.(Agrego: ¡hay que remover toneladas para obtener unos pocos gramos!).

Es interesante señalar que, si bien la acción del hombre en la búsqueda de recursos mineros puede modificar el suelo, actualmente con la aplicación de tecnologías adecuadas, se pueden ( y deben) mitigar los cambios en el ambiente. In situ pudimos confirmarlo: ahora nuestros conocimientos geológicos , se enriquecieron con los del manejo ambiental.

Para que todos nos sintiéramos ‘actores participativos’, Yorugua había coordinado con un garimpeiro de la zona, la ‘búsqueda de oro’ en un arroyo local. Obviamente todos sabíamos que no nos apropiaríamos de ninguna pepita, pero de la misma forma, cuando algún primo mayor nos develaba el misterio de los Reyes Magos, nosotros conservábamos la esperanza en encontrar algo… Aunque no trajimos ninguna pepita, varias servilletas conteniendo algo que brillaba, fue suficiente evidencia de que estuvimos cerquita.

En la tarde, al visitar las instalaciones de la represa hidroeléctrica Cuñapirú, conocimos un emprendimiento pionero en su época. Aún sigo pensando que, para trasladar en carretas, en el siglo XIX, aquella maquinaria, quizás el esfuerzo de los animales debería medirse más en bueyes de fuerza que en caballos de fuerza.
Para culminar nuestra capacitación como mineros, provistos de unos cascos con linternas, ingresamos a la bocaminas Ernestinita.

Finalizado el tour minero, a la experiencia adquirida, ya podíamos sumar conocimientos sobre oro, pirita, quilates, etc, con la misma sapiencia que cualquier explorador de National Geographic.

Continuando con el itinerario establecido, al día siguiente viajamos hacia el Valle del Lunarejo. Un escenario distinto: ahora iniciamos un safari selvático.
El guía local nos indicó que nos encontrábamos en un área protegida, con una superficie de 29000 hectáreas. Visualizamos campos con diferentes variedades de árboles, piedras, quebradas, cañadas, caídas de agua, piscinas naturales, ganado, ñandúes: sólo faltaron las víboras…¡probablemente estaban de licencia!
Luego de un reparador almuerzo en la Posada del Lunarejo, visitamos Masoller, donde don Lucho habló sobre la gesta saravista, límites ‘contestados’ con Brasil, etc. A media tarde, esquivando las balas de la batalla, regresamos a merendar a la Posada, para posteriormente viajar a la ciudad de Artigas para alojarnos en el Hotel San Eugenio del Cuareim.

Tanta historia y relatos recibidos en la jornada hicieron que, en la noche, mirara varias veces debajo de la cama, para asegurarme de que no había ninguna cascabel del Lunarejo o algún francotirador de Masoller.

Al día siguiente desde Artigas capital, emprendimos otra novedosa experiencia: un safari minero, donde visitamos talleres y minas de ágatas y amatistas. El safari finalizó dentro de una mina: ahí almorzamos, alucinados por el entorno y en un ambiente agradablemente ‘climatizado’ por natura.

En el viaje hacia Bella Unión pudimos confirmar que, en el norte uruguayo, además de la ganadería, minería, arroz, también se produce caña de azúcar, madera, energía eólica; tan variados emprendimientos se entremezclan con los ñandúes, quienes tranquilamente pueblan los campos.

Después de recibir una ilustrativa ‘charla histórica’ por parte de Don Moraes sobre Bella Unión, visitamos un museo indígena, creado con gran esfuerzo por un autodidacta del lugar.

Luego de ‘recargar nuestras baterías’ en una chacra, acompañados por guías y guardaparques, visitamos Rincón de Franquía (área protegida con una superficie de 1150 hectáreas, entre el río Uruguay y el río Cuareim, donde se visualiza la triple frontera entre Argentina, Brasil y Uruguay.

Hasta aquí, el cronograma, atención y servicios ofrecidos por Yorugua fueron acorde a lo señalado en su programa. Nuestras expectativas se habían cumplido a satisfacción.

Pero emulando a aquellas maestras que, al reconocer al alumno poseedor de un gran potencial, le señalan en el boletín ‘puede rendir más’, Yorugua subió la apuesta y nos premió con una visita a una plantación de caña de azúcar… lo cual fue una excelente decisión.

Resumiendo, la excursión por el norte uruguayo nos permitió realizar un tour por el mundo de las minas de oro, participar en diferentes safaris, ampliar nuestros conocimientos históricos, (Cuñapirú, Masoller, ciudad de Bella Unión, Museo indígena, Meseta de Artigas) y al observar el desarrollo de diferentes emprendimientos, reafirmar el concepto de que vivimos en un gran país.

Si bien no encontré ninguna pepita de oro, ni vi en esta ocasión muchas cascadas de agua en el Lunarejo, el haber compartido diversas experiencias y recibir un interesante enriquecimiento cultural, fue suficiente para satisfacer mis expectativas. Dado que el pequeño trozo de caña que nos obsequió el cañero Don López –y que planté en una maceta– ya tiene varios brotes, pienso que pronto dispondré de suficiente azúcar para agregarle a las tortas fritas…”.

Hasta aquí el viajero Juan. Agrego que completamos el tour en la Meseta de Artigas, un maravilloso lugar, sagrado para los uruguayos.

La tía Nilda