Una semana, un hábito, toda una vida

Estamos transcurriendo la celebración de una nueva Semana de la Lactancia Materna, una convocatoria a escala mundial que tiene por propósito promover este hábito alimenticio. Tal vez resulte repetitivo este esfuerzo de todos los años dedicar una semana de actividades a promover estas prácticas, pero las razones lo justifican, por un lado por los beneficios comprobados que tiene y, por otra parte, porque las metas globales todavía están lejos de cumplirse. Y no son demasiado ambiciosas.

De acuerdo a los datos del Ministerio de Salud Pública (MSP), Uruguay el año pasado ya superaba la meta que a nivel mundial planteó la Organización Mundial de la Salud (OMS) en materia de nutrición para el año 2025, que es que al menos se alcance al 50% en la tasa de lactancia materna durante los primeros 6 meses de vida. Uruguay en diciembre de 2020 presentó una tasa de 57,4%, según la encuesta realizada por la cartera.
En el mundo casi dos de cada tres menores de 1 año no son amamantados exclusivamente con leche materna durante los 6 meses que se recomiendan. La tasa no ha mejorado en las últimas dos décadas.

Argumenta la OMS que “la leche materna es el alimento ideal para los lactantes: es segura y limpia y contiene anticuerpos que protegen de muchas enfermedades propias de la infancia. Además, suministra toda la energía y nutrientes que una criatura necesita durante los primeros meses de vida, y continúa aportando hasta la mitad o más de las necesidades nutricionales de un niño durante la segunda mitad del primer año, y hasta un tercio durante el segundo año”. Por eso, de hecho, es que se recomienda mantener la alimentación con leche materna, combinada con otros alimentos, entre los 6 meses y los dos años de vida.
“Los niños amamantados muestran un mejor desempeño en las pruebas de inteligencia, son menos propensos al sobrepeso o la obesidad y, más tarde en la vida, a padecer diabetes. Las mujeres que amamantan también presentan un menor riesgo de padecer cáncer de mama y de ovario”, agrega.

Tanto OMS como Unicef recomiendan que los niños inicien la lactancia ya en la primera hora del nacimiento y que sean amamantados exclusivamente por esta vía, es decir que no se les proporcionen otros alimentos, ni líquidos, ni siquiera agua. La leche tiene todo lo que se necesita. Otra recomendación es que los bebés sean amamantados “bajo demanda, es decir, tan a menudo como el niño quiera, día y noche”, y desaconseja el uso de mamaderas, tetinas y chupetes.
La misma organización ha advertido sobre el rol distorsivo que están jugando en el mundo algunas empresas que comercializan “sucedáneos de la leche materna”, que continúan socavando los esfuerzos para mejorar las tasas de lactancia materna y su duración en todo el mundo. Es tal la incidencia que se creó un Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna, también conocido como NetCode, que tiene por propósito garantizar que esos sucedáneos no se comercialicen incorrectamente. Pero es que incluso desde la difusión que realizan, desincentivando la lactancia materna, ya suponen a veces una amenaza contra la calidad de vida de los niños.
Se hacen muchos esfuerzos por promover e incentivar la lactancia materna, se imparten permanentemente cursos de formación para que el personal de salud pueda brindar el apoyo especializado a las madres que amamantan, para que las ayude a superar los problemas que se presenten y supervisen el crecimiento de los niños.

Hay políticas de fomento como la de las salas de lactancia, que por suerte son cada vez más y en Paysandú esta semana se ha inaugurado una nueva en dependencias de la Universidad de la República. Salas que –es importante aclararlo– no tienen por objetivo “esconder” a la madre que amamanta sino todo lo contrario, están a disposición para quienes necesiten de la privacidad y la comodidad de ese espacio, pero nada de malo tiene que las madres alimenten a sus hijos en ámbitos públicos, porque a demanda es a demanda, y los bebés no conocen de horarios y oportunidades.
Nuestro país tiene también una arraigada tradición en materia de seguridad social, un ejemplo de ello son las asignaciones familiares prenatales, primas por nacimiento y, por supuesto, la licencia maternal, que es un apoyo importante.

Aún así, a pesar de todo este sistema de estímulos que Uruguay tiene, se cumple esa meta de superar el 50% de lactantes, pero no llegan a ser 6 de cada 10 niños los que reciben lo básico, que son esos 6 meses de alimentación exclusiva. Ello debería bastar para darnos cuenta del complicado panorama que se afronta en países que no tienen todas estas posibilidades.

La ya referida encuesta mostró que en nuestro país las mayores debilidades en cuanto a la práctica de la lactancia se dan en los comienzos. “Hay una baja prevalencia de inicio temprano de la lactancia, así como un alto uso de preparados para lactantes en las maternidades, además de una elevada indicación de lactancia mixta”, advirtió el informe.
Es el consuelo del tonto contentarse con que los datos de nuestro país son mejores que los de la región, o con el promedio mundial. Todavía queda mucho por hacer y esta semana es una buena oportunidad para interiorizarse sobre el tema.