Inteligencia artificial y sesgo de género

La digitalización, robotización y uso de la inteligencia artificial (IA) no es cosa del futuro, sino algo que está sucediendo ahora mismo y comprende diferentes dimensiones de nuestra vida.
La denominada revolución 4.0 –debido al importante uso de las tecnologías denominadas de cuarta generación– implica la existencia de transformaciones en las condiciones tecnológicas de producción mediante la transición a nuevos sistemas ciberfísicos que operan en redes complejas al borrar los límites entre lo físico, lo digital y lo biológico. Entre ellas se ubican, por ejemplo, los sistemas de integración, las máquinas y sistemas autónomos, Internet de las cosas, manufactura aditiva, big data, computación en la nube, simulación de entornos virtuales, inteligencia artificial, ciberseguridad y realidad aumentada.

Actualmente diferentes aplicaciones y dispositivos de uso diario utilizan algoritmos basados en inteligencia artificial que por ejemplo, predicen nuestros comportamientos respecto a la información que consumimos o nuestras opciones compra. No obstante, la inteligencia artificial está presente en muchos otros aspectos de la actividad económica y sociale y cada vez más será parte del mundo del trabajo y también el ámbito doméstico.

Cuando hablamos de inteligencia artificial nos referimos a sistemas “basados en máquinas que puede influir sobre el ambiente al producir un output (predicciones, recomendaciones o decisiones) para un conjunto determinado de objetivos a partir del uso de datos basados en máquinas y/o en humanos para percibir ambientes reales o virtuales, abstraer dichas percepciones en forma de modelos a través de un análisis realizado de forma automatizada (por ejemplo, con aprendizaje automático) o manualmente; y usar las inferencias del modelo para formular opciones de resultados”, de acuerdo con la conceptualización de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Esto significa que son sistemas diseñados para trabajar con diversos grados de autonomía mediante la utilización de máquinas que pueden “imitar ciertas funcionalidades de la inteligencia humana, incluyendo características como la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la resolución de problemas, la interacción por lenguaje e incluso la producción de trabajo creativo”.
¿Cómo puede impactarnos en el mercado laboral? En primer lugar éste comenzará a reconfigurarse y demandar nuevas habilidades a los trabajadores. No es un tema menor, porque si bien los avances tecnológicos producen aumentos de productividad, para que estos aumentos se realicen en su plenitud deberán desarrollarse todos los talentos de las personas. Por otro lado, los gobiernos deberán ser cuidadosos al desarrollar las políticas públicas necesarias para que no se generen nuevas brechas. En este sentido, un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por su sigla en inglés) llama la atención sobre la necesidad de evitar sesgos de género en la incorporación de inteligencia artificial.
El informe titulado “Los efectos de la Inteligencia Artificial en la vida laboral de las mujeres” (2022) señala que el uso de esta tecnología afectará las oportunidades de las mujeres en el trabajo y su posición, estatus y tratamiento en el ámbito laboral.

Al respecto explica que en todo el mundo las mujeres ganan menos que los varones, dedican más tiempo a trabajo no remunerado cuidando a niños y ancianos, tienen menos puestos gerenciales, participan menos en los campos de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés) y tienden, en general, a tener trabajos más precarios. “Al utilizar la IA, los gobiernos, las instituciones y las empresas deberán achicar las brechas de género y no perpetuarlas o exacerbarlas”, advierte.

El documento presenta un mapa de las oportunidades y los desafíos que presenta la inteligencia artificial para la vida laboral de las mujeres y pone de manifiesto las complejidades que los diversos contextos nacionales y regionales presentan para comprender el impacto de la inteligencia artificial sobre el trabajo de las mujeres, a la vez que deja en evidencia que la investigación actual no ofrece una mirada completa o definitiva respecto de cómo impacta la inteligencia artificial sobre la vida laboral de las mujeres e insta a la realización de más investigación y análisis en este campo.
En este sentido, resulta crucial incentivar a las mujeres para que estudien carreras que estén a la vanguardia en el diseño y desarrollo de inteligencia artificial para lo cual los gobiernos, instituciones, organizaciones y empresas deberían apoyar la educación de niñas y mujeres en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.

Los estudios existentes coinciden en que los factores que conducen a los resultados desiguales para hombres y mujeres en STEM son complejos y variados y, por consiguiente, no son fáciles de abordar, y algunos pueden ser más influyentes en una etapa de la vida que otros. Es un problema que “comienza en las aulas desde edades tempranas y abarca ámbitos tan amplios como la investigación, el desarrollo de las carreras profesionales y el acceso a los empleos generados en estas áreas, o el uso que se hace de los productos generados en las áreas STEM”, señala un informe de ONU Mujeres.

La ciencia y la tecnología, sectores en rápido crecimiento, son vitales para las economías nacionales y, en consecuencia, las habilidades STEM han sido identificadas como necesarias para que un país siga siendo económicamente competitivo.
Por otra parte, las disciplinas STEM resultan claves para afrontar algunos de los principales desafíos de nuestras sociedades –listados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible– y que incluyen desde la mejora de la salud y la lucha contra el cambio climático hasta la igualdad de género a todos los niveles, lo que contribuiría a tener sociedades más inclusivas y sostenibles.
A pesar de los notables avances logrados en las últimas décadas, todavía es muy reducido el número global de investigadoras mujeres en el campo de la inteligencia artificial, lo cual es un problema. En primer lugar, si los sistemas no son desarrollados por equipos diversos, es menos probable que se encarguen de las necesidades de usuarios diversos o que se alineen a los derechos humanos.

Las habilidades digitales también son importantes para que los trabajadores puedan comprender los sistemas que están siendo implementados y para que puedan expresar su preocupación cuando sea necesario, por ejemplo frente a la opacidad de los sistemas de inteligencia artificial o cuestiones éticas. Es necesario comenzar a abordar estas cuestiones porque las brechas y sesgos en el acceso a habilidades y empleo deben comenzar a disminuirse dado que la inteligencia artificial llegó para quedarse y avanza a pasos agigantados casi sin que nos demos cuenta.