Fracaso

Uruguay se despidió rápido del Mundial de Qatar 2022, sellando una participación para el olvido. Un empate magrísimo, una derrota quizás evitable y un triunfo condenado por los dos resultados previos, mandaron de vuelta a la selección a casa.
Tres periodistas capitalinos, Enrique Arrillaga (El País), Pablo Benítez (El Observador) y Jorge Señorans (ESPN) dieron su opinión de la participación celeste a EL TELEGRAFO.

Un fracaso inesperado

La selección de Uruguay se despidió del Mundial de Qatar 2022 mucho antes de lo previsto en un hecho inesperado para todos. Y fue un fracaso. Decisiones del entrenador, flojo rendimiento colectivo y algunas actuaciones individuales que no estuvieron a la altura de lo esperado marcaron el desenlace de una historia que duró muy poco comparada con la ilusión que teníamos todos los uruguayos.
También hubo errores arbitrales que jugaron su papel, pero ahondar en eso sería hacer esconder el bosque, porque hubo otras razones que influyeron mucho más.

Para empezar, la Asociación Uruguaya de Fútbol falló a la hora de cesar al maestro Oscar Washington Tabárez. Eligió un momento inapropiado y por más que la jugada le salió bien al designar a Diego Alonso, ganar cuatro partidos y clasificar al Mundial, deshizo un proceso de más de 16 años y eso quedó en evidencia en la Copa del Mundo.

¿Por qué? La escasa experiencia internacional de Diego Alonso a nivel de selección jugó su papel. El técnico dio un golpe de timón en Eliminatorias y puso su impronta, pero en el Mundial no dio la talla. Hubo errores a la hora de plantear los partidos, errores en los cambios y falta de disciplina a la hora de digerir malos resultados.La reacción de algunos jugadores no reflejó la huella que dejó Tabárez y eso seguramente se traduzca en una sanción para Uruguay y también para los futbolistas.

Pero en lo deportivo también hubo errores de todo tipo que se pagaron muy caro, sobre todo a este nivel en el que nadie regala nada y ahora es tiempo de barajar y dar de nuevo, pero ojo con la toma de decisiones. La AUF debe apostar a un proceso largo, serio, con responsabilidad y planificación, algo que faltó tras la salida de Tabárez. En síntesis, Uruguay debe encontrar otro maestro. Y cuanto antes mejor. Enrique Arrillaga (El País)

Gusto a poco

¡Qué gusto a poco Uruguay! Te vestiste de gala y te agarró la tormenta antes de que empezaran los temas movidos y te tuviste que volver rapidito a casa. Ni tiempo le dio para el último baile a los pilares de una histórica generación celeste.

Abriste el paraguas cuando no había que abrirlo (Corea), te metiste en la cueva y no saliste a jugar contra Portugal y cuando te acordaste aquello de que el fútbol es un juego y que hay que ir al frente, ya era demasiado tarde (Ghana).

Además fuiste al frente solo un rato y te tiraste a dormir la siesta, esperando que los demás resuelvan por vos cuando eras vos el que se tenía que encargar de tus propios asuntos. Típica del uruguayo.

Y ni te digo la de culpabilizar a terceros. No daba para el berrinche del final. Ni para meterle codazo en la nuca al DJ porque puso Trueno pero no puso Gilda, ni tirar la torta al piso.

Es cierto, que te metieron la mano en el bolsillo. Eso no lo duda nadie. Pero si te quedaste afuera, sabés mejor que nadie que el primer culpable sos vos. Empezando por el chofer del bondi, Diego Alonso. ¿Qué te pasó Tornado? Del manejo moderno de las Eliminatorias pasaste a un estilo primitivo, caduco, inmirable.

Nos vendiste el verso de ir a ser campeones del mundo cuando apenas tenemos dos (Valverde, que anduvo flojo, y Bentancur, el mejor), a lo sumo tres (Giménez), jugadores de elite mundial, y nos volvimos de una por jugar más a la retranca de lo que lo hacía el propio Tabárez, ese que en eso de pasar fases de grupo de mundiales era un Maestro. Si hay autocrítica, si hay capacidad para mejorar a través de los errores cometidos, que Alonso se quede.

En tres meses ya hay Eliminatorias y Tabárez nos enseñó que los caminos recorridos y los procesos largos de trabajo siempre son mejores que andar cambiando después de cada tropezón. Pablo Benítez (El Observador)

Desilusión y preocupación

La eliminación de Uruguay obedece a un cúmulo de situaciones, que van desde lo deportivo futbolístico a algunas cuestiones de vicios que hubo en cuanto a lo organizativo.

Desde lo futbolístico hubo dos partidos en los que el equipo no tomó riesgo. Se pensó más en el arco propio, en acumular mucha gente atrás y no en salir a ganar. Y esto fue a contrapelo de lo que había manifestado el entrenador, que públicamente dijo que iba a Qatar a ganar.

La gente se desilusionó con lo que pasó en los primeros dos partidos.
El juego ante Ghana era al todo o nada, Uruguay tuvo otra actitud pero no la mantuvo en el segundo tiempo, cuando debería haber tomado la precaución de seguir sumando algún otro gol más, teniendo en cuenta lo que podría haber pasado y finalmente pasó: el gol de Corea.

Luego se genera un hecho que llama la atención: la actitud final del partido, que rompe con una línea de conducta que que durante muchos años tuvo Uruguay y lo llevó a cambiar su imagen.

Quedan además algunas cosas que no me explico, como la presencia de gente de Barcelona dentro de la delegación de Uruguay. Esto es una selección y debe primar su interés. Preocupa el antecedente que genera eso. ¿Cómo se le dice mañana que no al Tottenham si quiere enviar dos fisioterapeutas para ver cómo está Bentancur?

Dentro de los vicios que hubo, se podrá discutir o no pero generaron duda algunas citaciones, y una de ellas fue la de Araújo. Y lo que se generó con el profesor Ortega para liberarlo para que fuera al Mundial. Hasta la participación de un canciller para lograr que el Atlético de Madrid lo permitiera. No estuvo claro ir a buscar a un profesional que tenía contrato con un club.

De cara al futuro genera incertidumbre lo que dijo el presidente de la AUF, de mantener a Alonso sin siquiera hacer un análisis. Y tengo dudas en cuanto al funcionamiento de las bases, en todo lo que se armó. Hay elecciones en marzo y se va a politizar todo y como ocurre siempre van a primar otros intereses por encima de la selección. Jorge Señorans (ESPN)