Residuos electrónicos: entre un tesoro y un dolor de cabeza

Por: Marco Rivero
Fotos: Gentileza

Uno de los problemas que presenta la gestión de los residuos electrónicos es no están claras la pautas para deshacerse de los equipos que caen en desuso, sean ellos equipos informáticos, como computadores o celulares, o mismo electrodomésticos, como aparatos de aire acondicionado, lavarropas, y una larga lista de etcéteras, en ambos casos. Y es que incluso las soluciones que hoy existen son demasiado parciales y están sobre todo pensadas para empresas u organizaciones. Sin embargo para un particular es más difícil desprenderse –responsablemente, está claro– de un equipo propio, con algunos años encima y de tecnología más antigua, que para una empresa darle destino a toda una sala de procesamiento de datos. Aunque claro, estas soluciones hoy en día suponen para estas empresas u organizaciones tener que hacer un desembolso. Han aparecido otras alternativas que procuran, en aras de extender la vida útil de los equipos, rescatar lo aprovechable y deshacerse responsablemente de lo que ya agotó sus posibilidades de servicio, pero se han encontrado en general con un cuello de botella que es el de la logística, tanto para recibir los equipos como para darle destino entre instituciones y personas que las necesitan. Todo un rompecabezas que no se termina de armar.

Mucho volumen

No hay precisión en los datos sobre el volumen de residuos eléctricos y electrónicos, las estimaciones al respecto se basan en cálculos de vida útil a partir de datos de importación, pero no más que eso. Después hay cifras parciales, como por ejemplo las que presentó la Intendencia de Montevideo el pasado 14 de octubre, Día Mundial de los Residuos Electrónicos. “Desde abril de 2023, los ecocentros Prado y Buceo han recibido más de 50.000 kilos de aparatos eléctricos y electrónicos: heladeras, aires acondicionados, calefones, cocinas, microondas, aspiradoras, TV, tostadoras, cafeteras, computadoras, celulares y cargadores, lámparas, entre otros”, publicó. Este volumen en circuitos formales y restringido a dos puntos muy específicos de la capital del país nos permiten hacernos idea de que estamos frente a un tema serio.

De acuerdo a valores presentados por el “Observatorio mundial de los residuos electrónicos 2020” (Forti, Balde, Kuehr, & Bel, 2020), se puede ver que Uruguay con 10,5 kilogramos por habitante (kg/hab.) se encuentra en un valor notoriamente superior al promedio de América del Sur (9,1 Kg/hab.), sin embargo, está por debajo de EE.UU. (21 Kg/hab.), Canadá (20,9 Kg/hab.), la Unión Europea (16,2 Kg/hab.) y Oceanía (16,1 Kg/hab.).

Empresariales

Hay empresas específicamente habilitadas para la gestión de este tipo de residuos en el Uruguay, con instalaciones en el sur del país, que ofrece este tipo de soluciones a empresas “en la venta o gestión de ‘todo’ tipo de chatarra electrónica”, como anuncia Werba, la más importante en el rubro. Define “chatarra electrónica o basura tecnológica” a todos aquellos residuos “provenientes de ordenadores, teléfonos celulares, electrodomésticos, centrales telefónicas, etcétera, generados al momento que han sido consumidos o descartados”. Se especializan en una larga lista de equipos en la que figuran: computadoras personales, teléfonos celulares, electrodomésticos, servidores, impresoras (sin tóner), discos duros, lectoras de CD/DVD/Disquette, canaleras y controles remotos, routers y modems, ratones, teclados, parlantes, fuentes, equipos de audio y video, plaquetas electrónicas y microprocesadores. Se anuncian además como “la única empresa en Uruguay calificada para darle un destino final a todos los componentes de la chatarra electrónica”.

También hay programas oficiales, como el que ofrece Antel, para que se puedan aprovechar los elementos aprovechables, y rearmar equipos para destinarlos a quienes los necesiten, porque no todo se descarta necesariamente. El nombre oficial es Proyecto Antel Integra y por su intermedio la empresa de comunicaciones recibe computadoras en desuso, donadas por empresas o particulares. Los equipos se reacondicionan en el Centro de Reciclado y luego se donan “a distintas entidades sin fines de lucro”. Antel busca con esta iniciativa “contribuir en la universalización del acceso a Internet, sumando hogares de todo el país”, así como “mejorar las condiciones de vida de los uruguayos”, “contribuir a la disminución de la contaminación”, “fomentar la utilización de software libre” y generar “oportunidades de trabajo e investigación tecnológica” para estudiantes de UTU y otras organizaciones.

En el Centro se clasifican, se desarman, se limpiar y reciclan los equipos recibidos, ser arman computadoras completas “con los requerimientos mínimos de hardware y con una imagen liviana de software libre que permita: navegar en Internet; consultar, enviar y recibir correos electrónicos; utilizar paquetes de ofimática y visualizar archivos multimedia”. El proyecto recibe CPU/torres Core I3 o superior, monitores LCD o LED, periféricos y otras partes como discos duros, tarjetas de video, tarjetas de sonido.

A pulmón

Diego Canavessi es técnico en informática, vive en el balneario Bello Horizonte, en Canelones, y desde allí gestiona un proyecto por el cual llegó a entregar desde 2020 más de 250 computadoras recicladas a instituciones educativas, a organismos públicos –seccionales policiales, por ejemplo– y a particulares, sobre todo en los últimos tiempos, en los que ha desistido a raíz de los costos de los fletes que ha tenido que afrontar tanto para recibir los equipos en desuso como para hacer llegar los reciclados. La logística complicando de nuevo.

“Podés apoyar este nuevo proyecto donando la laptop o la torre que ya no utilizas para luego de ser reacondicionada donarla a jóvenes del curso ‘Jóvenes a programar’ que por circunstancias diversas no tienen el material adecuado para poder darle continuidad al curso”, dice una de las publicaciones en el Facebook de su emprendimiento decalidadA.

“Empecé básicamente con cosas que yo tenía a tratar de aprender cómo era repararlos. Fue en el año 2020, cuando empezó todo el tema de la pandemia. Antes había hecho la UTU, estudié bachillerato tecnológico”, relató. Cuando empezó la pandemia algunos compañeros de su hermano en el liceo se vieron sin la posibilidad de seguir los cursos por la falta de medios para acceder a las clases virtuales, a la par le había conmovido un documental en el que se mostraba las malas condiciones en las que personas removían entre la basura electrónica buscando cosas que vender.

“Se me ocurrió que con lo que aprendí, estos equipos que yo usé los puedo donar”. Anteriormente había recolectado un equipo que sus padres encontraron abandonado. “Esos equipos sirvieron para hacer la primera donación, fue mi primer llevada al liceo”. Y las repercusiones no se hicieron esperar, porque quedó en evidencia que había un problema a resolver, había alumnos que no podían acceder a la plataforma de educación virtual. Pero a raíz de la difusión que cobró aparecieron muchísimos equipos donados, “comentarios de gente que estaba interesada en donarme, en contribuir y también gente que estaba interesada en hacer crecer eso, publicitarlo, recomendarlo”. Ahí fue tomando forma el proyecto para reciclar equipos usados.

Reciclaje

El punto de partida para la recuperación es de un equipo que esté completo, aunque no funcione, “no prenda, no de imagen y demás” y a lo que se llega es a un equipo que “puede servir para hacer tareas básicas, ofimática, para hacer una sala de informática, en fin, ya que los recursos que hay en la actualidad no son suficientes”.

Esa idea de donar equipos a instituciones educativas fue mutando “por situaciones que me sobrepasaron, me dije voy a tomarme un tiempo y en este momento trato de donar a personas particulares, que la demanda sin lugar a dudas es mayor”. Y esto lo hace a través de la plataforma “Si lo venís a buscar es tuyo” –o por el teléfono 098 285 760– que se creó con la misma idea de impulsar el reciclaje. “Vieron que había esa situación de que la gente tenía algo para dar, y en esta página si vos tenés algo para dar, una computadora o lo que sea, no necesariamente tiene que ser tecnología, y lo publicás, una persona que lo necesite se va ver beneficiada y como gratificación te dará algo”.

Dos experiencias

La última experiencia de entrega de computadoras a una institución educativa fue satisfactoria, fue al Liceo de la localidad de Casarino, en Canelones. El director no solamente estuvo muy cercano a todo el proceso sino que voluntariamente puso a disposición su vehículo particular para el traslado de los equipos. Sin embargo fue la anterior, la donación de 54 computadoras al Liceo de Soca, la que desembocó en la necesidad de dar un giro. “En seis días lo reciclé todo. Me tuve que poner a revisar equipos, cambiar piezas, hacer de dos uno, porque literalmente el plazo era corto. Los trabajé, los entregué y quedaron funcionando, quedó la Sala de Informática. Incluso sobraron y también los usaron para la parte de Administración”. Pero en el proceso descubrió que debía gestionar mejor los recursos. “Me pasó que cada vez que me tenía que trasladar al liceo a entregar los equipos todo lo tenía que poner yo, de hecho cuando traje los equipos, los 54 equipos, los tuve que traer en un Chevrolet Spark. Lleno hasta el techo de equipos. Ellos no podían ayudarnos, entonces había muchos problemas de logística”, repasó.

Antes había donado a liceos cercanos, como el del balneario de La Floresta, pero para ir a Soca había que hacer varios kilómetros más. “Veía todos esos problemas, veía toda esa burocracia”. En el proceso también había apoyado otras instituciones, como un merendero en Montevideo, en Casavalle, “que necesitaban equipos y armaron una sala informática para hacer currículum para gente que necesitara y aprender tareas básicas de Word, Office, todas esas cosas” y había recibido pedidos de equipos hasta del departamento de Artigas, porque el proyecto se había difundido hasta en medios nacionales.

Solucionar

Pero la experiencia le otorga a Canavessi autoridad como para explicar algunas cosas sobre el reciclaje de equipos informáticos. “Los equipos que la gente particular, como nosotros, desechamos, por lo general siempre tienen problemas. Son problemas que se solventan la mayoría de veces con un cambio”. En general, dice, las laptop “siempre vienen descartadas de pantalla”. Y eso se soluciona con una pantalla nueva, “y yo no tengo, entonces tengo que refabricarla como quien dice, o sea, si tiene una mancha puedo intentar con un método casero cómo sacar la mancha. Refabricar pantallas no puedo”. Ese método, aclara, no funciona siempre, “pero hay algunos casos que sí”. Tampoco es posible solucionar de forma práctica un cambio de teclado, “no me da el dinero. Otros casos son los de batería, la batería siempre es descartable. Yo veo que hay esa deficiencia”. Los residuos de las empresas, en cambio, tienen más “rescatabilidad”. “Son casi siempre torres, porque es lo que se usa en entorno de empresas, y son más rescatables, porque vos de una placa podés sacar una pieza, un condensador, por ejemplo, y hay más disponibilidad y stock”. Además le llegan en lotes. “Te llegan cincuenta, cien, doscientos equipos, y de repente no armas todas”, pero se aprovechan piezas.

Gestionar

Canavessi ha recibido equipos de básicamente tres empresas: Campiglia, Pronto y Montelecnor. “Para ellos es una basura de la que se tienen que hacer cargo para poder gestionar, y además no encuentran el lugar. Otros lugares les cobran. Entonces si vos lo podés hacer de esta manera e incluso beneficias a instituciones, bienvenido sea”.

Lógicamente lo que no se puede aprovechar debe terminar en la disposición final y, al igual que le pasa a las empresas, debe recurrir a uno de los servicios habilitados y certificados, donde además de pagar como cualquier hijo de vecino, también debe reunir un volumen mínimo y —cómo no— hacerse cargo del flete. Antes se encarga de separar cuidadosamente aquellos elementos electrónicos que irán a ser triturados.