Eduardo Cardozo “desnudará” su taller en la Bienal de Venecia

(EFE)
Desnudo y con su piel “arrancada”, el propio taller del artista Eduardo Cardozo será parte de la instalación con la que representará a Uruguay en la próxima Bienal de Venecia, donde además busca “encontrarse” con Tintoretto en una reinterpretación de “El Paraíso”.
Como las cicatrices que el paso del tiempo dejan en la piel del cuerpo humano, las marcas de una pared cuentan su historia y es con este fin que, en tierra extranjera, Cardozo buscará hacer hablar al espacio con el que más convive: su taller.

Un uruguayo en Venecia

“Como cualquier taller de un artista, está lleno de marcas de óleo de cuando uno salpica; cuando uno genera perspectivas, son líneas y trazos que están marcadas en las paredes”, dice en una entrevista con la Agencia EFE desde su atelier.
Bajo la capa actual, apunta, hay aún más historias, las de quienes vivieron antes entre las paredes pintadas y repintadas de otros colores con las décadas que hoy busca “arrancar” para exponer como parte de “Latente”, la instalación con la cual representará a su país en la bienal de arte más importante del mundo.
En una 60ª edición que abrirá sus puertas el 20 de abril bajo la curaduría general del brasileño Adriano Pedrosa, la Bienal de Arte de Venecia tendrá el eje temático “Extranjeros en todas partes” en tanto celebración de “lo extranjero”.
Es en esa línea que Eduardo Cardozo eligió presentarse al llamado a proyectos del Ministerio de Educación y Cultura con una obra de la que será parte su atelier, que, dice, “va un poco como extranjero” porque “no tiene nada que ver” con el entorno al que llega, en la capital del Véneto italiano.
“Hay algo de desarraigo, porque yo arranco las paredes. La palabra desarraigo viene de las plantas cuando las arrancamos de raíz y (de ahí) esa idea de arrancar esta pared con un poco de historia. La llevo para allá y va a ser extranjera en ese lugar”, remarca.

Tintoretto al desnudo

Con la curaduría de Elisa Valerio, la instalación constará de tres piezas que, según destaca Cardozo, Valerio decidió denominar “el desnudo”, “el velo” y “la vestidura”.
La primera consiste en la mencionada exhibición de partes de la pared de su taller extraídas con la técnica italiana de “strappo”, utilizada para la restauración de frescos, y se vincula con la segunda, pues las telas pegadas con cola de conejo para extraerlas serán colgadas y conformarán “el velo”.
La tercera pieza, en tanto, va de la mano del desembarco del artista en Venecia, pues, cuenta, siempre le gustaba cuando al visitarlo uno de sus amigos lo esperaba para un abrazo y quiso emular esto con un “amigo” veneciano particular: el pintor Jacopo Comin, conocido como Tintoretto (1518-1594).
Para elegirlo, Eduardo Cardozo, quien se definie “más que nada como pintor”, tuvo como motivación la reciente restauración de una de sus pinturas, el boceto de “El Paraíso” que expone el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza en Madrid.
En ese proceso, acota, el estudio del lienzo con rayos X dejó “muy expuesto” al artista, a lo que se descubrió incluso que había pintado a los personajes desnudos antes de pintarle la ropa por encima.
“Todo eso de alguna forma es la intimidad del cuadro que queda expuesta; tiene que ver con la intimidad de mi taller también, que va a estar expuesta (en Venecia)”, resume quien emulará con tela las ropas de “El paraíso” para la tercera pieza.

Universalismo ante todo

Con un pabellón propio adquirido en 1960, para la directora nacional de Cultura de Uruguay, Mariana Wainstein, que el país tenga su espacio en las bienales de arquitectura y de arte de la ciudad de los canales es algo “maravilloso”, aunque sea “complejo” el traslado de las obras.
“Pasan como 800.000 personas por la Bienal de Venecia. Es un encuentro de arte de los más grandes del mundo, si no el más importante, entonces es una oportunidad muy grande para mostrar eso que somos, esa identidad uruguaya (…) que pasa por la cultura”, destaca.
Consciente de que la instancia le insume “una gran responsabilidad”, Cardozo resalta el gran “cariño” que le tiene al proyecto que llevará y dice que su principal expectativa es “que a la gente le guste y lo entienda”.
Además, subraya que “en una época en que está bastante cuestionado el universalismo” o se apuesta por reivindicar más lo nativo por sobre lo universal, le interesa con su obra “rescatar el concepto de universalidad”.
“Para mí Tintoretto es un artista uruguayo en cierto sentido, porque es universal. Dostoievski es ruso pero (…) cuando cualquier persona del mundo lo lee lo puede sentir, porque él trabaja con cuestiones humanas”, ejemplifica, y reivindica el pensar en el universalismo no tanto como “apropiación” sino más como ese “tocar cosas humanas”.