Si uno repasa las redes sociales y conversa con las personas de a pie, involucradas en temas de protección animal, la sensación general parece ser que “El INBA no hace nada”. Los refugios están cada vez más llenos de perros, las rescatistas no dan abasto con las situaciones de maltrato, abandono y violencia de las que toman conocimiento y la Ley 18.471 parece brillar por su ausencia. Cada vez más irresponsables abandonan animales, sin ninguna consecuencia frente a este accionar. Cada vez hay más casos de maltrato y solo los extremadamente graves parecen llegar a algún buen fin. Los ciudadanos no cumplen la Ley 18.471, no castran, no chipean, no tienen a sus animales en predios cercados, ni los tienen en las condiciones sanitarias y alimentarias debidas. Y frente a todo esto la gente se pregunta: ¿dónde está el INBA?
Quizás sea necesario, primero, hacerse algunas preguntas: ¿qué es el INBA?; ¿cómo funciona el sistema de denuncias?; ¿cuántos funcionarios tiene?; ¿tiene inspectores?; ¿qué recursos económicos tiene asignados?
El INBA, como tal, fue creado en el año 2020, por la Ley 19.889 y es encabezado por un Consejo Directivo de 8 miembros, que representan a los siguientes organismos o instituciones: MGAP, MSP, MI, Congreso de Intendentes, Facultad de Veterinaria, Sociedad de Medicina Veterinaria del Uruguay, agremiaciones de productores rurales y protectoras de animales. Tiene competencia para asesorar al PE en las cuestiones relativas a su materia, así como para crear políticas y programas de acción sobre tenencia responsable de animales y recibir las denuncias sobre maltrato y abandono de animales, en todo el país.
Cuando uno se pone a pensar todo lo que implican esas competencias en la realidad, son una cantidad impresionante de cosas. Educación sobre tenencia responsable, castraciones, registro de animales de compañía, registro de prestadores de servicios, denuncias de maltrato, denuncias de abandono, denuncias por tenencia irresponsable, jaurías y ataques a animales de producción, perros que atacan personas, criaderos clandestinos, peleas de perros (actividad prohibida), peleas de gallos (actividad prohibida), carreras de perros (actividad prohibida), doping de caballos de carrera, entre otros. Algunas de estas actividades, se ven reflejadas enlos informes semanales que viene publicando el INBA en su Instagram inbauy, donde dan cuenta de las variadas actividades realizadas.
¿Qué recursos tiene el INBA para afrontar todo esto? ¿Cuántos funcionarios tiene? ¿Cuál es su presupuesto anual? ¿Tiene el marco legal necesario para actuar? ¿Cómo interactúa con la policía? ¿Tiene acuerdos con las intendencias? ¿Tiene representaciones en todo el país? ¿Cómo se clasifican las denuncias de maltrato que se reciben?
Creo que esas informaciones también deberían ser publicadas por el INBA, si pretende que la sensación general de desazón que se maneja cambie y se reconozca el trabajo de su gente, que me consta tiene funcionarios muy comprometidos. Y, en la medida en que los expedientes lo permitan, sin infringir ningún secreto, deberían publicarse los resultados de los expedientes administrativos, porque la idea general que las personas tienen es que “no pasa nada”. Y de más está decir, lo negativo que es en una sociedad el sentimiento de impunidad. ¿Qué pasó con las veterinarias denunciadas en Santa Lucía? ¿No se encontraron pruebas suficientes para condenarlas? Quizás también sea necesario que el INBA explique la importancia de las pruebas que se aportan y la imposibilidad de actuar sin pruebas y/o testigos.
¿Qué puede hacer el ciudadano para colaborar? Yo creo que lo primero que puede hacer es involucrarse, dar ejemplo, enseñar, denunciar, defender. Porque por más responsabilidad que tenga el INBA en muchas cosas, la responsabilidad primaria por un abandono y un maltrato, no es del INBA, sino de quien lo comete y de quien lo encubre. Debemos ser más duros con las personas que cometen estos actos, abandonar un animal es un acto de cobardía y maldad y como tal debe ser socialmente yéticamente reprobado y condenado. Nunca nos olvidemos que la responsabilidad que se asume al integrar un animal a nuestra familia, es para toda la vida del animal. Aunque también es verdad, que ante situaciones extremas, de fuerza mayor, el Estado no provee ninguna solución. Los refugios son todos privados y están desbordados de casos.
El Estado está en falta y no solo en esto, con respecto a la cuestión animal. Hay mujeres que no dejan el hogar que comparten con su abusador porque no tienen refugios a donde ir con su animal de estima o porque su abusador amenaza matarlos si ella se va. Hay lanzamientos que no se pueden concretar porque al llegar al lugar, las personas se fueron y dejaron animales dentro del lugar, animales que no hay donde poner a salvo. Hay herederos que se quedan con la casa heredada y sacan a la calle a los animales que allí vivían. Hay animales que son torturados y abusados hasta la muerte. ¿Dónde está el Estado frente a tanta injusticia?
Como ciudadanos preocupados por el medioambiente, por los demás animales y por los animales de nuestra propia especie, los sapiens, debemos exigir más. Debemos exigir más respeto, más cuidado y mejores condiciones de vida, para todos. Porque, en definitiva, el estado también somos nosotros. Hagamos valer nuestros votos. Hagamos valer nuestra ciudadanía.
Dra. Verónica Ortiz Cabrera, Diplomada en Derecho Animal – UMSA, Cambridge Animal Rights Law Teaching Network Member
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