
Paysandú fue una de las últimas paradas de un viaje singular que, desde hace más de una década, atraviesa fronteras, convicciones y culturas: el ícono de la Virgen de Czestochowa, también conocida como la Virgen Negra, llegó el lunes a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo, como parte de la campaña internacional De Océano a Océano, un movimiento en defensa de la vida que recorre el mundo con un mensaje de fe, oración y compromiso por los más vulnerables.
“La hemos recibido ese día a las 16.00 en la Basílica. A las 19.00 celebramos la misa y rezamos por el movimiento que acompaña a los niños por nacer, los no nacidos, víctimas del aborto. Rezamos también por todo el grupo provida que acompaña estas situaciones de dolor”, explicó a EL TELEGRAFO el párroco Miguel Suárez.
La imagen permaneció en el templo hasta pasadas las 20.00, cuando se la trasladó hasta la parroquia Sagrado Corazón, donde estuvo expuesta hasta la mañana siguiente. Luego partió rumbo a Salto, donde fue recibida en la Catedral, cerrando así su paso por Uruguay, el último país del continente que visita en esta etapa de su peregrinación.
Una misión que nació en el Este
La campaña De Océano a Océano comenzó el 14 de junio de 2012 en el puerto de Vladivostok, en la costa rusa del Pacífico.
Desde allí, un pequeño grupo de creyentes inició una travesía que llevaría el ícono por ocho husos horarios a través de Rusia, en una caravana que unió a ortodoxos y católicos en un acto inusual de cooperación espiritual. Posteriormente, la imagen cruzó Europa y llegó a América, donde ha sido venerada en cientos de iglesias y capillas.
Detrás de esta peregrinación hay un propósito de encomendar la civilización de la vida y del amor a la intercesión de María, Madre de Dios, frente a lo que sus organizadores consideran un ataque global sin precedentes contra la vida, el matrimonio y la familia. La imagen es transportada por laicos, que también ofrecen conferencias sobre temas provida, resaltando la importancia de la formación espiritual junto a la oración.
Un símbolo nacional
El ícono de la Virgen de Czestochowa tiene una historia cargada de fe, resistencia y milagros. La tradición sostiene que fue pintado por el propio evangelista San Lucas sobre una tabla de ciprés en la casa de la Sagrada Familia. En 1430, ladrones husitas atacaron la imagen, la acuchillaron e intentaron quemarla. Desde entonces, su rostro oscuro y sus cicatrices visibles le valieron el nombre de “Virgen Negra”. En Polonia, representa un símbolo nacional, espiritual y político.
Los fieles la consideran una presencia viva y no simplemente una representación artística. Para muchos, resultó ser la Virgen quien liberó a Polonia del comunismo, como sucedió durante el llamado “Cerco de Jericó” en mayo de 1979, cuando miles de polacos rezaron ininterrumpidamente el rosario para que el régimen comunista permitiera la visita del Papa Juan Pablo II. El gobierno cedió inesperadamente y la visita del pontífice marcó un punto de inflexión histórico en la caída del comunismo en Europa del Este.
Una respuesta al aborto legalizado
La elección de Vladivostok como punto de partida de la campaña no fue casual. En 1917, Nuestra Señora de Fátima advirtió que Rusia “esparciría sus errores por el mundo”.
Para los organizadores de la peregrinación, uno de esos errores más graves fue la legalización del aborto, vigente en ese país desde hace casi un siglo. Por eso, De Océano a Océano es también una respuesta simbólica: una forma de revertir ese proceso y promover una “cultura de la vida” frente a lo que definen como la “plaga mortal” del aborto en el mundo contemporáneo.
“En tiempos en que los hijos son vistos como un obstáculo para la realización personal, esta misión busca recordar el valor de la vida y de la familia”, afirma el matrimonio polaco Lech y Eva Kowalewski, coordinadores de la campaña y miembros de Vida Humana Internacional.