Opinión (Recibimos y Publicamos)

¡La Covacha qué no ni no!
Alegría en el Barrio Sur, doble alegría en todo Paysandú: el viernes 7 de octubre, Día del Patrimonio, La Covacha fue distinguida como Bien de Interés Patrimonial, muy merecido reconocimiento. A la madrugada, dos ómnibus salían desde la sede de la Covacha para Montevideo. En ellos viajaban los integrantes de esta agrupación, que nació en 1962. Se iban cargados de ilusiones, con la esperanza de poder clasificar para las Llamadas de 2018. Se iban con el nerviosismo propio de quien va a rendir un muy difícil examen, pensando en que tenían que dar todo de sí para poder clasificar.
Allí iban todos los que entregan todo por esta comparsa: Juanjo, Di Santi, el director responsable de todo el grupo, su esposa Adriana, luchadora incansable por ver cada día mejor a los miembros de esta agrupación, sus hijos: Sofía (gran bailarina), su hijo Yamandú, el cuerpo de baile y la cuerda de tambores Baruyo, todos unidos por un solo deseo: clasificar, dejar en alto los colores rojo, blanco, verde y negro, colores que identifican a La Covacha.
Y en la madrugada del domingo, la gran alegría de que ¡La Covacha clasificó! ¡La Covacha el año próximo estará dejando en alto al Candombe Nacional! Sí, La Covacha de nuestro querido Barrio Sur. Nací hace 72 años en esta casa, en calle Soriano, aquí he vivido siempre y por siempre he escuchado el sonar de los tamboriles de esta muy querida agrupación lubola.
Recuerdo que la iba a escuchar con mis hermanos cuando La Covacha ensayaba en la esquina de Misiones (ahora Batlle Berres) y Artigas. Parece verlo al “Vasco” Sánchez, los Sequeira, el “Mimbre” Fagúndez y tantos más. Unos que están y otros que ya se fueron a tocar el tamboril allá, con los ángeles en el Cielo, pero todos están y seguirán estando en nuestro recuerdo.
La Covacha y su candombe, esta gente linda y buena que no saca nada en su provecho, que lo deja todo por amor al redoble del tambor. Esta gente que da todo de sí, que cada semana alegra nuestro barrio haciendo sus ensayos y desfilando por la ahora avenida Soriano, desde Entre Ríos a Libertad, con su cuerda de tambores y sus hermosas bailarinas.
Por eso, nuestro deseo es que, cuando en febrero vayan a Montevideo, reciban el mejor de los premios: el premio a la entrega, al tesón y al amor al tamboril. ¡Cómo no quererte, querida Covacha, si sos el orgullo de nuestro Barrio Sur!
Victoria