Familiares piden justicia por Leandro Ribeiro, a un año del grave accidente que lo dejó cuadripléjico

Hay pruebas para las que nadie está preparado. Hay situaciones en la vida que no las esperamos y –seguramente– tampoco las merezcamos. Pero sabemos que, cuando nos tocan, el ser humano logra sacar fuerzas que permiten hacer frente a la adversidad, ponerse de pie y dar batalla. Eso le ocurre a la familia de Leandro Mauricio Ribeiro Dos Santos, un joven que hace un año yace postrado en una cama con el 90% de su cerebro muerto como consecuencia de un grave accidente que parece haber ocurrido solo para los suyos.
“Quien lo chocó esa noche jamás se ha acercado ni a preguntar cómo está Leandro. Ni como ser humano, ni como padre de familia que es. Y más allá de que nada hará cambiar su suerte, hoy pedimos justicia por Leandro, porque alguien debe ser responsable y la Justicia que es lenta tiene que actuar”, indicó a EL TELEGRAFO su hermana, Natalia Ribeiro.
El accidente, que EL TELEGRAFO publicó en su versión impresa del 3 de junio de 2016, se registró en Bulevar Artigas y Canelones. A un año de ocurrido, sus familiares realizarán una marcha en pedido de Justicia por Leandro. Se hará este domingo a las 14 horas y será desde plaza Constitución hacia Plaza Artigas.

ESA LARGA NOCHE
El 1º de junio de 2016, Leandro visitó a su hermana Natalia, con quien vivió durante varios años en nuestra ciudad, ya que son oriundos de Artigas. Salió de trabajar y pasó a estar un rato con ella. “Hacía dos días había fallecido mi suegro y mi esposo con mi hija habían quedado en Artigas para acompañar a la familia. Yo me tuve que venir por trabajo y Leandro, como siempre, me iba a saludar y conversar un rato”, comenzó Natalia su relato.
“Cuando lo despedí en la puerta le dije que al llegar a la casa de la novia, con quien tenía un bebé de seis meses, me escribiera como siempre hacía. Me dijo que me quedara tranquila que no le iba a pasar nada y se fue”. Al rato, “al ver que no me llegaba nada de él empecé a llamarlo. No me atendía. La llamé a la novia y me dijo que todavía no había llegado. Noté que había algo raro porque siempre se comunicaba conmigo y no era de irse a otro lado ni de cambiar su rumbo”, sostuvo. Pasaron dos horas y su hermana no soportó esperar en su casa. “Salí a buscarlo porque más o menos sabía su ruta. Fui a pizzerías donde siempre compramos y lo conocían pero nadie había visto nada. Me fui al carrito de comidas del Estadio Cerrado y pregunté. Las chicas que estaban me dijeron que justo había pasado mucha gente pero al mostrarles una foto de mi celular enseguida lo reconocieron. Sí, me dijo una de ellas. ‘Compró dos hamburguesas y una porción de fritas. Andaba en una moto negra y con casco negro’. Pero nadie vio para dónde agarró”, dijo. Desde el carrito a la casa de su novia, el camino era recto por bulevar Artigas al sur. “No entendía nada porque no iba a demorar tanto y mucho menos habiendo comprado la comida”, mencionó. “Me fui directo al hospital y di su nombre. Salió la doctora Pequeño. Me explicó que estaba en tomógrafo de Comepa y que después iba a poder decirme la situación, pero que era complicado. Al ratito me comunicó que había que trasladarlo urgente al CTI de Tacuarembó, que le fuera avisando a mi familia de Artigas. Fueron horas interminables porque además yo estaba sola en Paysandú. Como mi esposo es policía, unos compañeros suyos que se enteraron fueron hasta el hospital y me ayudaron a ir a casa porque quedé en shock”.
Cuestiones de la vida quisieron que sus vecinos, que lo conocían a Leandro, al ver movimiento en la casa se acercaron a preguntar qué había pasado. “Les habíamos vendido el auto a ellos y en un gesto del corazón me dijeron que lo agarrara y me fuera en él a Tacuarembó porque estaba sin vehículo en ese momento”.
Ese viaje, hacia Tacuarembó, por la intransitable ruta 26 fue eterno. “Yo iba manejando detrás de la ambulancia y en un momento se orilló con las luces prendidas y pensé lo peor. Me tiré del auto y me acerqué. El médico que iba me dijo que estaba muy complicada la situación, que tenían que desviarse por Salto porque con ese cuadro y por esa ruta no iban a poder llegar”. Asimismo le indicaron a Natalia que, para llegar antes y esperar en el hospital, continuara viaje por la ruta 26. “En todo el trayecto de esa madrugada, que había una niebla terrible, no se veía nada e iba de pozo en pozo, me crucé un solo vehículo. Fue interminable pero además sumamente angustiante”, recordó.

Su familia reclama que se haga Justicia y para ello, debido a que pasó un año y “todo quedó dormido”, han iniciado denuncia civil y penal. “Acá hubo un responsable y lo que quiero, porque además se lo prometí a mi hermano, es que se haga Justicia”, expresó Natalia. “Para la Justicia es como si el accidente nunca hubiera pasado. Chocaron y en eso quedó, cuando el automóvil no tenía ni seguro obligatorio. Yo puedo entender que aunque sea me digan ‘mirá, tu hermano venía rápido y no lo vi’; pero no que quede todo como si no hubiera pasado nada, porque sí pasó. El conductor del auto destruyó una familia entera, le destruyó la vida a un joven que quería cumplir su sueño de ser policía y que incluso a los dos días de estar en CTI lo llamaron de la Escuela de Policía para informar que debía presentarse. Le destruyó la vida a un padre que tenía su bebé de seis meses y amaba con locura la idea de darle todo a su familia”.

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