En apoyo a la dinámica emprendedora

La amplia respuesta obtenida en la reciente convocatoria en Paysandú para participar en la Feria de Beneficios para Empresas, en la sede del Centro Comercial e Industrial de Paysandú, donde se asesoró a numerosos empresarios, potenciales emprendedores y estudiantes sobre la gama de caminos para obtener apoyo a empresas de todo calibre y rubro, así como nuevos emprendimientos, ha sido un indicativo de que en nuestro medio, más allá de las dificultades, existe interés por abrirse paso a través de emprendimientos de riesgo, que son los dinamizadores en toda economía, más allá de circunstancias.
En este caso, se ha desarrollado más de una veintena de ferias en varios puntos del país, a través del impulso del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), con vistas a generar instancias de atención personalizada, en coordinación con dependencias de organismos estatales e instituciones locales, incluyendo el gobierno departamental y centros comerciales, con miras a disipar dudas e incluso falta de información de relieve en empresarios y potenciales emprendedores respecto a líneas específicas de estímulo y facilidades para encarar nuevos acometimientos y potenciar los existentes.
Además del Ministerio de Industria, en la feria de Paysandú, como en las anteriores, han participado el Ministerio de Economía y Finanzas, a través de la Unidad de Apoyo al Sector Privado (Unasep), el Proyecto de Internacionalización de la Especialización Productiva (PIEP), un programa del MIEM financiado por el Focem, la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop), Uruguay XXI, el LATU, el Centro de Automatización Industrial y Mecatrónica (Caime), el Sistema Nacional de Garantías para Empresas (SIGA), la Agencia de Compras y Contrataciones del Estado (ACCE), y el Centro de Extensionismo Industrial (CEI). Además, apoyan Presidencia de la República, el Ministerio de Desarrollo Social, la Cámara de Industrias del Uruguay, la Asociación Nacional de Micro y Pequeña Empresa (Anmype) y el Consejo de Educación Técnico Profesional-UTU, lo que explica la participación de numerosos estudiantes de esta área de la educación y formación profesional.
Estas ferias adquieren además particular importancia en el Interior, donde el emprendedor está más huérfano de apoyo desde el Estado por la falta de oficinas y posibilidad de enlace físico para plantear su problemática, pese a la posibilidad de hacerlo por vía informática, donde no siempre se tiene la misma facilidad de consulta ni de conocer las vías posibles de acción particular en cada área de actividad.
En el Salón de Eventos del Centro Comercial e Industrial de Paysandú se contó con una gran concurrencia y con el manifiesto interés de los participantes en tener conocimiento de herramientas que puedan atender su situación específica, tanto en lo que refiere a líneas de crédito como estímulos, exoneraciones, subsidios, simplificación de trámites, posibilidades de menores costos en energía y otros insumos, lo que generalmente es desconocido por el potencial emprendedor. Ello justifica la utilidad de estos eventos, a la vez de poner de manifiesto que hay notorias limitaciones en la comunicación y en proporcionar la información adecuada a los actores vitales de la economía.
Esto es de particular proyección en Paysandú, un departamento donde se han perdido fuentes de empleo y las que han surgido tienen un perfil muy diferente al de los grandes emprendimientos que surgieron en la segunda mitad del siglo pasado, y que nos generó la justificada fama del Paysandú industrial y pujante que fue revulsivo en el Interior y el país.
El interés de las nuevas generaciones en esta feria es un indicativo de que hay amplio margen para el optimismo en quienes han recogido la posta de aportar su dinámica, su esfuerzo, su inteligencia, su talento y su voluntad para sobreponerse a la adversidad y adecuarse al desafío de los nuevos tiempos.
Es notorio que en nuestra economía, la dinámica emprendedora es vital para cambiar la pisada, y sobre todo contribuir a revertir un proceso negativo o de abulia en Paysandú que se ha dado a lo largo de varios años y que en alguna medida hizo mella en nuestra comunidad.
En este contexto, el actor privado, el emprendedor, debe reconvertirse a la realidad o resignarse a quedar por el camino cuando ya tiene un emprendimiento en marcha y debe actuar de acuerdo a las circunstancias, porque no puede esperar del Estado más que actúe como elemento catalizador de los emprendimientos, con instrumentos acordes a las necesidades.
Es que emprender significa conjugar visión para las oportunidades, afrontar riesgos, detectar la ecuación oportunidad-costo-beneficio y evaluar el impacto que le significa además en nuestro caso el costo país, las cargas fiscales y salariales muchas veces desproporcionadas respecto a la capacidad de respuesta de la empresa.
El motor de la dinámica de la economía, el verdadero –el único en realidad — creador de la riqueza, es el inversor, el actor privado. Porque el Estado es un muy mal empresario, gestiona mal los recursos, crea burocracia y sobrecostos, y lo que hace es hacer recaer sobre las espaldas de todos los uruguayos, sean sus clientes o no, este armado perverso del esquema, se trate de producción de bienes o servicios.
A la vez, por más cultura emprendedora que se tenga, emprender no es hacer cualquier cosa para ver que sale, sino que más allá de las capacidades y oportunidades identificadas para un emprendimiento de riesgo, se debe pasar a concretar un plan de negocios, que entre otros aspectos requiere no basarse en supuestos de un escenario ideal.
Este aspecto es clave a la hora de buscar apoyo económico por los emprendedores decididos a abrirse paso por su cuenta, con ideas y actitud pero a la vez con una base de apoyo en base a capacitación, conocimiento del ramo y cierto capital para sostener un modelo de negocios.
El contar con emprendedores y sobre todo, generar herramientas para apoyarlos, tener respuestas a medida de sus inquietudes y necesidades, es un objetivo que no es secundario en ningún país, y mucho menos en el Uruguay, donde sigue primando en gran medida el ideal de la cultura del empleo público.