Un pequeño alivio

La principal economía de la región comienza a brindar algunas señales alentadoras desde el punto de vista de las finanzas. Lo que resulta muy bueno para Brasil, claro está, pero también para los países del vecindario, entre ellos Uruguay. La grave crisis económica y política que han padecido los brasileños en los últimos años, luego de un espejismo en el que parecía que iban a arrasar el mundo y que se esfumó entrada esta década, parece iniciar su disipación al salir de la recesión, aunque el crecimiento aún sea débil y algunos dicen que hay poco para celebrar, en especial, por la floja inversión.
La economía de Brasil creció 0,2% en el segundo trimestre de 2017 respecto al primero, cuando había obtenido su primer resultado positivo después de dos años de continua contracción, informó el viernes el instituto de estadísticas IBGE. La estimación promedio de 18 analistas consultados por el diario económico Valor era de un crecimiento trimestral nulo (0%).
De ese modo, la mayor economía latinoamericana salió oficialmente de la peor recesión de su historia (con dos trimestres sucesivos de crecimiento), luego de una contracción de 3,8% en 2015 y de 3,6% en 2016. En comparación con el segundo trimestre de 2016, el crecimiento del PBI brasileño en el período abril-junio fue de 0,3%, precisó el IBGE.
En el primer trimestre, el PBI de Brasil había sorprendido con un crecimiento de 1% respecto al período anterior, impulsado principalmente por la impresionante expansión (de más de 13%) del sector agrícola. En el ejercicio abril-junio, el principal motor de la economía fue el sector de los servicios, que representa más de dos tercios en la composición del PBI, con un aumento trimestral de 0,6% (frente a un crecimiento nulo en el primer trimestre). En tanto, la industria se contrajo 0,5% (+0,9% en el primer trimestre) y el sector agrícola, después de la supercosecha que aseguró sus resultados a inicios de año, se estancó (0%).
De cualquier modo, el análisis más compartido por los economistas es que la recuperación resulta aún incierta al no haber una mejora generalizada de los sectores. Otro factor que genera dudas sobre la capacidad del país para salir de la crisis es el ambiente de fuerte incertidumbre política debido a las acusaciones de corrupción contra el presidente, Michel Temer.
Aunque Temer ya superó una primera denuncia –gracias al apoyo del Congreso– por parte de la fiscalía general de la República, todo apunta a que el mandatario puede volver a ser objeto de una nueva acción judicial. El Congreso también tendría que examinarla, lo que retrasaría aún más la votación de reformas consideradas esenciales por el mercado, como por ejemplo la de las pensiones.
Además, la inversión de las empresas también retrocedió un 0,7% con relación al primer trimestre, la cuarta caída consecutiva. “Como el empresariado observa la inestabilidad política y las elecciones presidenciales de 2018 en el horizonte, restringe la inversión al mínimo necesario”, explicó a El País de Madrid, Otto Nogami, profesor de economía en la escuela de negocios Insper. Según él, aún es pronto para hablar de recuperación. “Hemos tenido mejoras puntuales, pero necesitamos más tiempo para confirmar esa tendencia”, añadió.
Temer –que en 2016 reemplazó a la presidenta de izquierda Dilma Rousseff, destituida por el Congreso– aplica un programa de severos ajustes para enderezar las cuentas y recuperar la confianza de los inversores, recelosos de los avatares de la crisis política y de las denuncias generalizadas de corrupción, en vísperas de un año electoral. Actualmente, el mandatario se halla en China, precisamente en busca de capitales interesados en alguno de los casi 60 proyectos de privatizaciones y concesiones anunciadas este mes en las áreas de la energía, infraestructura o los transporte.
André Perfecto, economista-jefe de Gradual Inversiones, también opinó que hay pocas razones para celebrar: “Los bajos datos de inversión prueban que no hay un polo de crecimiento económico consistente y que aún podemos ir de susto en susto”.
En el sector externo, las exportaciones aumentaron un 2,5%, mientras las importaciones cayeron un 3,3%. Las ventas al extranjero que registraron los mayores aumentos fueron las de vehículos automotores, petróleo y gas natural, productos agropecuarios y papel y celulosa. Las caídas más relevantes en las importaciones afectaron a máquinas y equipamientos, excepto en el caso de los relacionados con vehículos.
A todo esto, el gobierno brasileño celebra el crecimiento y la salida de la recesión. No es para menos ante tantos palos y dificultades. “Entre abril y junio registramos el segundo trimestre consecutivo de crecimiento, después de dos años de contracción, inflación récord y desempleo creciente. Esta recuperación de la actividad se fortalecerá en los próximos meses; entraremos en 2018 con un ritmo fuerte y constante”, aseguró el ministro de Economía y Hacienda, Henrique Meirelles, en un comunicado.
Después de todos estos números quedan dos lecturas: una economía importante para Uruguay que abandona por fin la recesión y la preocupación en torno a la inversión. De cualquier modo, la casa brasileña se va poniendo en orden para tranquilidad regional.