Las paradojas de la “herencia maldita”

En las últimas semanas, el senador del Movimiento de Participación Popular Charles Carrera ha señalado que buena parte de la delincuencia que azota al país es consecuencia de una “herencia maldita, maldita y maldita” que el legislador atribuyó, como se deduce de sus palabras, a gobiernos anteriores de otros partidos políticos. La llamativa insistencia de Carrera en repetir tres veces el adjetivo “maldita” como si se tratara de un mantra no hace más que poner de manifiesto la falta de argumentos de este legislador en materia de seguridad pública. Tal vez lo que necesite el senador Carrera es darse una vuelta por los barrios para conocer de primera mano cómo los vecinos “de a pie” sufren el miedo de no saber qué les puede suceder a sus familias o a sus fuentes de trabajo frente al avance de delincuentes cuyo carácter violento y sentimiento de impunidad aumentan cada día.
Si bien la existencia de la herencia maldita es un recurso fácil de utilizar para justificar la incompetencia propia, solamente funciona por un período determinado. Luego de veintisiete años al frente de la Intendencia de Montevideo o de quince del gobierno nacional, las posibilidades de culpar a otros por errores propios han agotado su poder de convencimiento y lenta, pero inexorablemente, se hace necesaria una saludable dosis de realismo, autocrítica y humildad. En materia de educación, por ejemplo, el dirigente sindical Richard Read manifestó al semanario Búsqueda que “lo desvela la educación”, donde asegura que no hubo “herencia maldita” y sin embargo el país está “peor que en 2005”. Para Read, “las responsabilidades son colectivas y, cuando uno se mete a ver quién tiene mayor responsabilidad, la mayor responsabilidad es de la gestión” ya que “llevamos 12 años. Esto no es herencia maldita, es parte de esta situación”. Con igual lucidez y honestidad el periodista del diario “La Diaria” Marcelo Pereira manifestaba en el año 2010 que “20 años de gobierno departamental de Montevideo han conducido, en los últimos años, a que falten fuerzas para plantear nuevos avances, e incluso para superar problemas crónicos de los que ya no se puede culpar a ninguna ‘herencia maldita’ ajena ni a un gobierno nacional saboteador”.
El intento de muchas figuras del gobierno nacional para instalar un “relato oficial” de carácter fundacional según el cual Uruguay fue creado el 1º de marzo de 2005 no es nuevo en la política nacional y mucho menos internacional. Durante siglos muchos gobernantes han sucumbido a la tentación de “volver a cero” el reloj de la Historia en un vano intento para transformarse en el inicio y punto de partida de una “nueva era”. Basta con estudiar un poco de historia de antiguas civilizaciones como la romana, egipcia, o mesopotámica para descubrir que esos afiebrados sueños de eternidad nunca han llegado a cumplirse y siempre han tenido un trágico final. Aún así, en Uruguay se desprecia a cualquier gobierno nacional previo al 2005 pero al mismo tiempo, paradójicamente, las autoridades nacionales organizan sendos festejos para recordar los aniversarios de algunos hitos de esas gestiones supuestamente “malditas”. Los ejemplos en esta materia son varios, pero bastaría con mencionar, a modo de ejemplo, los siguientes festejos oficiales: ley de ocho horas (1915) y creación del primer cuerpo inspectivo para su control en la industria (1915); centenario de la creación de la Administración Nacional de Puertos (1916); del Banco de Seguros del Estado (1911) y de los liceos departamentales (1911); así como el cincuentenario de la creación del Banco Central del Uruguay (1967); del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (1967) y del Banco de Previsión Social (1967). De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “festejar” significa “celebrar algo con una fiesta u otra manifestación de alegría o agrado”, lo cual resulta llamativo si tenemos en cuenta que en forma permanente se hace referencia a la “herencia maldita” que dejaron los gobiernos anteriores al 2005. ¿Qué es lo que se festejó en las ocasiones en las cuales se cumplieron los aniversarios antes mencionados? ¿Se festejó acaso la “herencia maldita”? El sentido común indica que las “herencias malditas” no se festejan, algo completamente diferente a lo que parecerían haber hecho las autoridades nacionales en tales ocasiones.
Las declaraciones del senador Carrera desconocen, asimismo, uno de los fundamentos de la esencia republicana de nuestro país: la construcción de obras (tangibles o no) es la síntesis de un proceso en el cual confrontan ideas y partidos políticos de diferentes tendencias, orientaciones e ideologías. Esa discusión de ideas, en un marco de libertad y democracia es lo que constituye la argamasa virtuosa de un sistema político como el uruguayo, que constituye un ejemplo en América Latina y en el mundo. Mal que le pese al senador Carrera, Uruguay no fue creado por un partido político ni le pertenece a ninguno de ellos. Muy por el contrario, nuestro país es el producto del trabajo y los sueños de mujeres y hombres de diferente condición económica, formación educativa y ocupaciones, así como de diversas orientaciones políticas, filosóficas o ideológicas. Nadie puede pretender, como parece hacerlo el senador Carrera, que el país se creó mágicamente de la nada hace doce años y que todo lo anterior constituye una “herencia maldita” cuya permanente invocación conlleva una división solapada entre “buenos” y malos” o entre “ellos” y “nosotros”. Los problemas que afronta el país requieren de un esfuerzo basado en acuerdos institucionales de largo plazo, fruto del diálogo entre las diversas fuerzas políticas que actúan en nuestro país. La división entre uruguayos, usando en este caso la excusa de la “herencia maldita” es una práctica que sólo sirve para demorar las soluciones que Uruguay necesita. Afortunadamente no todos los referentes del Frente Amplio o del Movimiento de Participación Popular piensan igual que el senador Carrera. En el año 2015, al anunciar su candidatura a la intendencia de Canelones y tras una década de gobierno frenteamplista en ese departamento, el hoy jefe comunal Yamandú Orsi tuvo una visión mucho más madura, responsable y objetiva al señalar que “Ya no podemos hablar de herencia maldita. La clave está en ser mejor que vos mismo. Cada período debe haber una superioridad notoria”. La diferencia de actitudes entre figuras de un mismo sector político resulta clara: mientras Orsi hace un llamado a reconocer sus errores como gobernantes, Carrera prefiere seguir culpando a los demás para disimular el deficiente desempeño del Ministerio del Interior y de su titular, Eduardo Bonomi.