Suspenden ingreso de equinos desde Chile ante presencia de gripe equina

La Dirección General de Servicios Ganaderos del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) recibió el 23 de enero, a través del WAHIS Alerts-OIE, la notificación de la ocurrencia de gripe equina en Chile. Según lo reportado por el Servicio Agrícola Ganadero de Chile (SAG), se produjo un aumento inesperado de equinos afectados por la enfermedad, en animales no vacunados. El evento concierne a todo el país y el serotipo detectado es H3N8.
La DGSG resolvió suspender transitoriamente el ingreso y tránsito de equinos provenientes de la República de Chile con cualquier destino dentro del territorio nacional. A raíz de ello, se exhorta a las instituciones hípicas, veterinarios de libre ejercicio y propietarios que tienen vínculos o responsabilidad con los equinos comprendidos en el Decreto 177/010 a tener los esquemas de vacunación al día.
MUY CONTAGIOSA
La gripe equina es una enfermedad respiratoria sumamente contagiosa, aunque rara vez mortal, que afecta a caballos, asnos, mulos y otros équidos. Se la conoce desde tiempos en que los caballos eran los principales animales de tiro, cuando los brotes de la enfermedad paralizaban el comercio. En la actualidad, las epidemias siguen teniendo graves consecuencias en el sector equino.
La gripe equina es una enfermedad provocada por los subtipos H7N7 y H3N8 del virus de la influenza A que, al igual que los agentes causales de la gripe humana y la influenza aviar, pertenecen a la familia Ortomixoviridae, aunque sus características son diferentes. De conformidad con el Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OIE, la gripe equina es una enfermedad inscripta en la lista de la Organización y, en cumplimiento de lo estipulado en el ese Código, los países y territorios miembros tienen la obligación de notificarla. Altamente contagiosa, la gripe equina se trasmite mediante el contacto con animales infectados que expelen el virus por conducto de la tos. En realidad, los animales pueden expulsar el virus antes de manifestar síntomas clínicos. También se propaga por la transmisión mecánica de los virus que se encuentran en la ropa, material, cepillos, etcétera, de las personas que trabajan con caballos. Una vez que se introduce en una zona donde vive una población susceptible, la enfermedad, cuyo período de incubación es de uno a tres días únicamente, se propaga con rapidez y puede provocar brotes explosivos. La concentración de animales y el transporte favorecen la trasmisión de la gripe equina.
En animales muy susceptibles, los síntomas clínicos comprenden fiebre y tos seca y dolorosa, seguidas de descargas nasales. Con frecuencia, se observan decaimiento, pérdida del apetito, dolores musculares y debilidad. Por lo general, los síntomas clínicos ceden en pocos días, pero habitualmente aparecen complicaciones provocadas por infecciones secundarias.
Si bien la mayoría de los animales se recupera en 15 días, la tos puede persistir durante más tiempo y algunos caballos demoran hasta seis meses en recobrar por completo su capacidad física. Si no se concede un reposo adecuado a los animales, la evolución clínica se prolonga. Rara vez la enfermedad es mortal, pero habitualmente aparecen complicaciones que debilitan a los caballos durante largo tiempo, por ejemplo, la neumonía, que puede provocar la muerte, en particular en potros.
VACUNACIÓN
En la mayoría de los países, se recurre a la vacunación. Pero vista la variabilidad de las cepas víricas circulantes y la dificultad para compararlas con las cepas vacunales, la vacunación no siempre protege de la infección, pero puede reducir la gravedad de la enfermedad y el tiempo necesario para la recuperación.
Las vacunas se fabrican de conformidad con las directrices expuestas en el Capítulo 2.5.7 del Manual de Pruebas de Diagnóstico y Vacunas para los Animales Terrestres de la OIE. La Organización también reúne periódicamente a un panel de expertos en vigilancia de las vacunas contra la gripe equina, que estudia las cepas de virus circulantes y recomienda las que deben de utilizarse.
Cuando se registra un foco de la enfermedad, se establecen controles de los desplazamientos y se aíslan los caballos infectados. El virus puede destruirse fácilmente con desinfectantes comunes. Por consiguiente, la higiene y desinfección rigurosas forman parte de las medidas de bioseguridad para combatirlo. Como en la mayoría de los casos, la enfermedad aparece tras el traslado de un animal infectado a las granjas o establos. Es de fundamental importancia impedir su introducción mediante el aislamiento de los ejemplares recién llegados.
EN HUMANOS
La enfermedad no plantea riesgos para la salud pública. El virus ha infectado a seres humanos en laboratorios. Asimismo, un reducido número de personas que habían estado en contacto con caballos infectados desarrolló anticuerpos, pero ninguna contrajo la enfermedad.