Atraer hacia la reconversión energética

Si bien en nuestro país en los últimos años se ha registrado un cambio que puede calificarse como revulsivo por la incorporación de energéticos renovables, esta política no ha estado acompañada por una toma de conciencia de sectores de la población en condiciones de integrarse a esta saludable cruzada por la preservación del ecosistema, el ahorro y la reducción de dependencias tan acentuadas en otras épocas.
La evaluación primaria surge de los datos aportados por El Observador, en el sentido de que pese a que el Poder Ejecutivo –a través de UTE sobre todo– ha desplegado políticas de estímulo para el uso de energía solar en los hogares, son muy pocos los que han incorporado equipos con este fin, pese a contar con la tecnología disponible.
Se da un claro contraste en cuanto al resultado de las políticas macro y las vinculadas al área doméstica, por cuanto un claro ejemplo del suceso en la incorporación de energías renovables se manifiesta en el caso de las granjas eólicas fotovoltaicas. Su generación se triplicó en lo que va del año y empieza a ganar terreno en la matriz eléctrica nacional, con clara prevalencia en el norte del país y fundamentalmente en Paysandú.
En cambio, es poco alentador el saldo de la energía solar térmica, todavía con escasa penetración en los hogares, pese a los incentivos que UTE ofrece hace ya seis años, y que todo indica que con una masificación adecuada, sería un factor de alta incidencia en la disponibilidad de electricidad.
En la generación domiciliaria, UTE lanzó en 2012 el Plan Solar, con un subsidio para los primeros 2.000 clientes que instalaran un sistema de colectores, pero hasta la fecha son poco más de 1.800 los clientes residenciales que han hecho uso de ese beneficio, es decir un porcentaje mínimo en el número de usuarios del organismo con capacidad para aprovechar tales posibilidades.
Los jerarcas del ente tenían en su momento la expectativa de que este plan diera buenos resultados y que rápidamente se llegara a los 2.000 generadores hogareños, pero la realidad ha mostrado otra cara, en abierto antagonismo con lo que se indicaba en la teoría.
Tras esta lentitud en la demanda, la empresa eléctrica ofrece de forma posterior a la instalación de los equipos una bonificación mensual de $ 700 más IVA durante 24 meses, que se va descontando de la factura, pero ni así se ha logrado agilizar esta demanda por los equipos de generación.
En cuanto a las posibles explicaciones para que la población objetivo se haya mostrado reticente al cambio, pese al beneficio que supondría esta operativa, el presidente de la Cámara Solar del Uruguay, Eliseo Cabrera, evaluó que el subsidio se debería entregar a los usuarios o a las empresas proveedoras en una única cuota.
Expuso en este sentido que “hoy el usuario tiene que poner la mano en el bolsillo, sacar la plata para el sistema y la instalación, y recién después UTE le devuelve en cuotas”, dijo a El Observador. A modo de ejemplo, señaló que una reconocida casa del ramo comercializaba equipos de buena calidad en el marco del plan, pero dejó de importarlos por su escasa demanda. Este no es un aspecto menor, sino que va a la esencia del problema.
Por lo demás, en el caso del Uruguay, debe tenerse presente que sobre todo en el norte y litoral norte del país, el sol brinda un caudal de energía que presenta grandes ventajas respecto a las horas de sol de otras latitudes, donde sin embargo el recurso tiende a masificarse gradualmente.
Los colectores solares térmicos toman la energía del sol y la convierten en energía térmica, por lo que se concentra el calor en los paneles y generan un efecto invernadero para calentar el agua. Luego la almacenan en un tanque térmico para que pueda ser utilizada en cualquier momento.
Estamos ante una relación directa y procíclica: a mayor calor, más agua caliente, pero el agua caliente se necesita menos cuando hace calor, por lo que para el ciudadano medio desde este aspecto por efecto práctico puede generarse un desinterés implícito, porque otra cosa sería una fotocélula, donde al obtener electricidad en lugar de calor, se percibe claramente que le energía eléctrica obtenida se podría traducir en alimentar equipos de refrigeración u otros usos de efecto netamente práctico y diverso, en lugar de solo agua caliente, pese a la incidencia de los calefones en la factura eléctrica a fin de mes.
Debe tenerse presente que los precios de los equipos contemplados dentro del plan van desde los U$S 1.200 a U$S 1.600, a lo que se deben sumar otros U$S 300 o U$S 400 para la instalación. Son equipos asegurados por cinco años y certificados. La inversión inicial es sensiblemente mayor a la de un calefón eléctrico, y el ahorro previsto determina que en un plazo de 3 años ya se amortiza, con una vida útil de más de 20 años. La participación de la calefacción de agua en el total de los gastos residenciales por electricidad asciende en promedio al 37% y el ahorro en la tarifa eléctrica está en el orden del 20% anual, de acuerdo con los técnicos.
El ente había identificado un mercado potencial de 100 mil clientes que podían acceder al plan y ahorrar en la factura mensual, pero la magra respuesta obedecería a que estamos ante una oferta de calentamiento de agua, que da la pauta de que este tipo de equipamiento todavía no parece ser una primera necesidad para que un hogar destine dinero para comprarlo.
En alguna medida también podría explicarse la poca demanda porque en promedio el ciudadano común ignoraría la existencia y ventajas del plan, pero según sondeos de la cámara del sector se desprende que la mayoría de los consultados saben de la existencia del Plan Solar y sus beneficios.
La percepción costo-beneficio todavía es juzgada por el potencial beneficiario como demasiado inclinada al primer factor y que no vale la pena complicarse en la instalación cuando la ecuación económica todavía resulta confusa, a la vez de cierta desconfianza de que el ente ofrezca una operación conveniente.
No hay convencimiento del usuario que resulte contundente para que el cambio llegue realmente a mover la aguja y se considera que deberían incorporarse normas efectivas para que las nuevas construcciones prevean dejar caños instalados para que en cuanto el usuario lo decida, se puedan hacer las conexiones con los colectores.
El presidente de la Cámara Solar del Uruguay dijo precisamente que a su juicio sería necesario ajustar las reglamentaciones para generar otras herramientas. A modo de ejemplo mencionó que en la ley de Vivienda Promovida (también conocida como de Vivienda Social) se establece como obligatorio para acceder a los beneficios fiscales la preinstalación de sistemas solares. Esto es, que el constructor cuando levanta el edificio tiene que dejar los caños prontos para después conectar los paneles.
Igualmente, en 2009 se aprobó la ley de energía solar térmica que exige instalar sistemas de este tipo a los nuevos emprendimientos de los sectores de mayor consumo de agua caliente. Entre ellos están los centros de salud, hoteles, clubes, piscinas climatizadas y organismos públicos que prevean tener más del 20% de su consumo energético con destino a calentamiento de agua.
Pero el desafío está en el estímulo para que los usuarios incluyan estos equipos ya a sus hogares, lo que indica que el ente debería incorporar una mayor renuncia económica en el corto plazo para realmente convencer de los beneficios. Ante la presión fiscal del Poder Ejecutivo, que le hace subir las tarifas para tener mayor recaudación con destino a Rentas Generales, cuesta poco inferir que este partido no se va a jugar por ahora.