“Estiman que este año será la zafra de soja de menor rendimiento de la historia en Uruguay”

Molesto porque en el país “no aprendemos de estas deficiencias hídricas”, el ingeniero agrónomo Luis Giménez, investigador y docente de la Estación Experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” (Eemac) de Facultad de Agronomía, señaló a EL TELEGRAFO que “avizoramos que las pérdidas en soja este año serán superiores a las ocurridas en 2015 y será la zafra de menor rendimiento de la historia en Uruguay”.
“En 2015, intentamos estimar las pérdidas del país, con relación a lo que se perdería en el grano de soja. Hicimos una estimación basada en resultados, no en lo que me parece, sino que habíamos medido que podía suceder con deficiencias hídricas severas en enero”, explicó el responsable del área de cultivos de verano de facultad.
“En enero de 2016, llovió en la Eemac y básicamente en casi todo el país, 18 milímetros”. De todas maneras, aclaró que “enero no es el de mayor importancia en la definición de rendimiento en soja, porque el período crítico de la planta –llenado de grano– se da en febrero para siembras de primera y en marzo para los de segunda”.
No obstante, durante ese enero, temperaturas muy elevadas “afectaron la floración a pesar de no ser el período crítico y estimamos que hubo pérdidas de 1.000 kilos por hectárea, comparado con lo que se venía avizorando por los técnicos extensionistas que –decían– era un año excepcional para la soja y se podría llegar a sacar 3.500 kilos, porque venía muy bien durante diciembre”.
Recordó que luego el cultivo “se recuperó”, porque llovió más de 240 mm en febrero. “Habíamos medido que pasaba con deficiencias hídricas en esa etapa del ciclo y podía haber pérdidas significativas. Los rendimientos de ese año fueron de 1.900 kilos por hectárea, los más bajos desde 2001, cuando se produjo el desarrollo de la soja en Uruguay”, dijo.
Con respecto a lo que puede acontecer este año, “preferimos no decir cuánto se va a perder. Sí está claro que se va a perder mucho dinero con relación a las pérdidas de grano de soja, pero estamos en el período crítico de las sojas de segunda. En febrero, en el período crítico de las sojas de primera, la situación es peor que los años anteriores”.
Pero para Giménez hay una situación diferente. “El período seco de 2015 y 2016 fue prácticamente parejo en todo el país, pero ahora la situación es distinta. Al sur del Río Negro, la situación es diferente, porque mientras en algunos lugares llovió 100 milímetros, en otros fueron 20, por lo que no nos atrevemos a decir que se perderá tanto de soja, sino que dependerá de la situación de cada chacra”.
Enfatizó que, en esta situación, “las pérdidas son en el período más importante de determinación de rendimiento. En febrero, para siembras de primera, llovió 10 milímetros en la Eemac y amplia zona, detectándose una caída de vainas muy importante, una determinación del grano muy baja, afectándose mucho más el rendimiento que las deficiencias hídricas en enero”.
MOLESTO
“Lo que más me molesta es que no aprendamos de estas deficiencias hídricas”, sostiene este agrónomo, que acaba de doctorarse en su profesión. “Esto ocurre cada dos o tres años y cada vez son más importantes para los cultivos de verano, que siguen siendo los más importantes de la agricultura nacional, y aprendemos poco”.
Para Giménez, “Uruguay tiene la posibilidad de regar y no se incrementa la superficie de riego. Como país, debemos racionalizar la situación en forma diferente. Aprender de esto y no que el año que viene tengamos lluvias y vaya todo bien y al otro nuevamente una caída desastrosa. Hay que tener en cuenta la cadena de servicios, porque le va mal al productor y le va mal al transportista, a la gente que almacena granos, a los que deben cobrar los insumos y tenemos la posibilidad de levantar esa situación porque en Uruguay hay posibilidades de regar”.
Aclaró que en la Eemac “tenemos 20 años de investigación que indican claramente que tenemos un potencial de producción de granos, y estabilizar los rendimientos en forma muy superior a lo que sucede ahora”, al tiempo que puntualizó que “este año estaremos en la zafra de menor rendimiento de soja de la historia”.
LA INVESTIGACIÓN
En cuanto a la investigación que lleva adelante desde mediados de la década del 90, señaló que “este año cambiamos drásticamente los trabajos. Durante siete años trabajamos en cuantificar la importancia de las disponibilidad hídrica en riegos”. La primera línea de investigación procuró medir la importancia de las deficiencias hídricas en los cultivos de maíz y soja. Posteriormente, y una vez definido cuanto se perdía por deficiencia hídrica en diferentes etapas del ciclo de los cultivos, “estudiamos diferentes alternativas de riego. El clásico de tratar de regar durante todo el ciclo o de acuerdo con la demanda evaporativa atmosférica”.
Consideró que “al ser una tecnología de elevados costos, tratamos de evaluar diferentes alternativas de manejo del riego, que se denominó riego deficitario. No entregamos toda el agua que el cultivo necesita, sino entregamos menos, sabiendo que en algunas etapas del ciclo del cultivo se pierde menos rendimiento, a pesar de tener menos agua que la requerida”.
Este año, la línea de investigación “pretende mejorar la eficiencia del uso de la radiación solar”. Consideró que hay tres factores clave en la producción del cultivo y de pasturas, que son la radiación solar, la disponibilidad de agua y la disponibilidad de nutrientes.
“Estamos trabajando en distancia entre hileras en soja”, explicaba mientras mostraba lo que se hace en las parcelas investigadas: “bien estrechas de 20 centímetros, en comparación con las normales de 40 centímetros en soja; diferentes grupos de madurez: cortos, que son los que tienen el mayor potencial de rendimiento y medios; y distinta disponibilidad hídrica, ya que la mitad del ensayo es regado y la otra mitad, en condiciones de secano”.
Los rendimientos del año pasado fueron “de 6.800 kilos para los cultivos regados durante todo el ciclo. Las cuatro parcelas que combinan distancias entre hileras y grupos de madurez y en secano los rendimientos fueron de alrededor de 5.000 kilos, en un 2017 que fue excepcional en cuanto a disponibilidad hídrica”.
Comentó que las lluvias “acá fueron del orden de los 800 milímetros y los rendimientos a nivel comercial fueron de 3.000 kilos en 1.200.000 hectáreas, siendo los rendimientos más altos de la historia del Uruguay”. Las condiciones de este año son diametralmente distintas. “Los cultivos con riego del ensayo estarán por encima de los 6.000 kilos por hectárea de grano, que es el potencial de la soja en Uruguay, y no sabemos qué va a pasar con el secano”.