Enrique Rimoldi ofreció nuevo concierto en la Basílica

Con la presentación del organista Enrique Rimoldi, comenzó en la Basílica Nuestra Señora del Rosario y San Benito de Palermo la temporada 2018 de conciertos. Como en sus anteriores presentaciones en Paysandú, el músico argentino interpretó un selecto repertorio.
La apertura de la velada estuvo a cargo del párroco Daniel Silva, quien en representación de la Comisión del Órgano Histórico dio la bienvenida a Rimoldi. El sacerdote recordó que el músico “ya es conocido y querido por nosotros en Paysandú. Además de regalarnos el concierto, es quien hace el trabajo de mantenimiento en el órgano, que es tan importante”, dijo, antes de recordar algunos datos de la extraordinaria trayectoria del organista.
El concierto comenzó con Tocata, Elevación y Ofertorio, de Giuseppe Gherardeschi (1759–1815), compositor que fue organista de la catedral de Pistoia (en La Toscana, Italia) y cuyas obras se enmarcan en el período clásico, junto con las de compositores como Haydn o Mozart. En el caso de esta obra, cada parte cumplía una función: la tocata marcaba el comienzo de la celebración religiosa, la elevación el momento de la consagración del pan y del vino, y el ofertorio se interpretaba en el momento en que eran llevadas las ofrendas.
Luego siguieron tres piezas de Johann Sebastian Bach (1685-1750): Preludio Coral “Solo a Dios, gloria en las alturas” BWV 662, Preludio y fuga en do mayor BWV 545 y Toccata y fuga en re menor BWV 565. Las dos primeras fueron creadas por el genial compositor alemán en su madurez. La tercera, creada en la juventud del músico, es una de las obras más famosas a nivel mundial del repertorio para órgano.
El concierto continuó con Sonata de Iglesia KV 274, de Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), que forma parte de una serie de piezas breves que Mozart compuso entre 1772 y 1780 para ser interpretadas en la misa. Conocidas como Sonatas da chiesa (en italiano), tenían la finalidad de ambientar algunos minutos de meditación antes del credo, luego de la prédica del sacerdote.
Luego se escuchó “Cantinela nupcial”, de Theodore Dubois (1873-1924), compositor francés, organista de la iglesia de La Magdalena de París. Como el nombre lo indica, esta pieza se interpretaba en las bodas, en el momento en que los contrayentes intercambiaban sus alianzas.
Aquí el organista usó un sonido del órgano que imita a la flauta traversa, “uno de los registros sobresalientes que tiene este órgano”, explicó luego. “No todos los órganos tienen un sonido de flauta tan bueno”. Antes, en una de las primeras obras, había usado otro registro llamado cornet, “que es como un sonido de instrumento de viento parecido al clarinete y sirve para hacer solos. Son registros característicos que tiene este órgano, de muy buena calidad”.
El cierre fue con “Fanfarria”, de Emma Ashford (1850-1930), que tiene además la particularidad de haber sido creada por una mujer. Ashford –una misionera norteamericana de una iglesia no católica, que tocaba el armonio en las iglesias– la escribió cuando tenía unos 30 años, por 1880.
Tal vez por su condición de religiosa es uno de los pocos casos de mujeres que compusieron piezas para órgano antes del siglo XX. Con esta obra, de gran fuerza y brillantez, culminó este primer concierto de la temporada, en el que Enrique Rimoldi volvió a demostrar su conocimiento y dominio del instrumento que ejecuta y a deleitar a los sanduceros con su calidad musical.