La confusión en el discurso

La oratoria del representante de la Federación Láctea en el acto del pasado 1º de Mayo en Plaza Constitución, estuvo llena de contradicciones y confusiones, que hicieron dudar si en realidad tenía clara la situación entre industrias y producción, y equivocando en su exposición la situación entre convocados y productores.
Carlos Cachón llegó desde Montevideo para interiorizarse de la situación actual de los agremiados a Osepi, el gremio de empleados de PILI, quienes en la jornada del pasado lunes y durante 24 horas ocuparon las dos plantas de la industria local.
Previo al orador central en el acto del martes, se refirió a la problemática de los productores, mezclando en primer término la situación de PILI con el precio de la leche en polvo, que nada tiene que ver con la industria sanducera, que produce queso muzarella y cuyo valor es cercano a los 2.000 dólares menos por tonelada. La que sí exporta leche en polvo y en gran escala es Conaprole, no PILI.
En su afán de autoelogiarse por el “trabajo” que según él se ha hecho, indicó que solo les faltó hablar con “el papa Francisco” para buscar soluciones para PILI, haciendo alusión a todos los contactos mantenidos por la gremial.
Le faltó manifestar en su exposición, que ni él, ni la Federación Láctea ni el Pit Cnt “lograron convencer” hace algunos meses al gremio de los trabajadores de Conaprole, para que la cooperativa entregue a PILI 60.000 litros de leche diarios para elaborar queso a façón –vitales para la supervivencia de la industria local–, algo a lo que el sindicato montevideano a puesto mil trabas buscando obtener ciertas ventajas.
Es así que el gremio de empleados de Conaprole dijo que no, hasta que se tomaran nuevos empleados en lugar de quienes se jubilaban en Conaprole. Ahí intervino el gremio de Osepi para procurar destrabar ese problema entre el gremio y la principal industria uruguaya, pero cuando apareció un atisbo de solución, fue tarde, y el directorio de Conaprole semanas después no accedió a entregar ese volumen de leche.
También dijo que “el gran productor no importa porque es el que está concentrando la tierra, pero sí importa el mediano y pequeño productor”. Y agregó: “han fundido la cuenca de Salto, y van a fundir esta cuenca de acá”, en un claro error de concepto, si es que se quiere dar a entender que los productores han sido culpables de los problemas de la lechería en la región.
Como aconteció en prácticamente todos los discursos del 1º de Mayo, los autoconvocados no quedaron fuera de la crítica. En el caso de Cachón, expresó que “no es llevarse puesto al trabajador, los empresarios tienen que mostrar los números, y el gran problema es que quieren mantener la misma rentabilidad y eso quiere decir dejen el peso del Estado, que es lo que están diciendo los autoconvocados”.
Otro claro error de apreciación, porque en ningún momento, ni la proclama del 23 de enero en Durazno o expresiones de la mesa del hoy movimiento “Un Solo Uruguay”, han expresado dejar el peso del Estado, sino bajarlo.
Pero también arremetió contra las ganancias de los privados, al sostener que “deben decir también lo que han ganado, porque cuando ganaron no la distribuyeron, y acá hay que distribuir”. Si la referencia es hacia los tamberos “grandes” como manifestaba, cuando los números fueron más favorables hace algunos años, estos invirtieron en infraestructura y ganado, buscando mejorar sus ingresos, y como emprendimiento privado y en un Estado de derecho, sin la necesidad de tener que darle cuenta a nadie sobre lo obtenido en sus ganancias. Por otra parte, olvida que el país entero vivió “prendido de la teta” –bien vale el refrán en este caso– del campo, y todos los “logros” de los últimos gobiernos hubiesen sido imposibles sin el derrame de riqueza de la producción primaria, que creció en ancas del incremento extraordinario de los precios de los commodities, pero que jamás hubiese podido llegar a la escala actual si no fuese por las inversiones también extraordinarias que hizo el campo. ¡Por algo es que está endeudado! Y si ahora la economía del país dejó de “brillar”, no es casualidad que ocurra justo cuando el campo pasa por un mal momento, porque le guste o no al gobierno, el país sigue viviendo de la producción rural.
También enfatizó en su oratoria que “no vamos a entregar la lucha que vienen desarrollando los compañeros de la Organización Sindical de Empleados de PILI aquí en Paysandú, que les quede claro; vamos a dar batalla con los compañeros, que están en pie de lucha”.
Pero fue más allá al expresar que “esta industria láctea que ha sido sustentable y sostenible ha venido perdiendo más de 1.500 puestos de trabajo, y la variable de ajuste siempre han sido los trabajadores”, y enfatizando que el peso de la crisis “no la deben pagar los trabajadores sino los malos empresarios, los que invirtieron mal, los que ponen sobre la mesa ‘no dan los números’”. Sobre “variables de ajuste”, olvida las empresas que cerraron. Quizás el sindicalista entiende que habría que sancionar a Ecolat, o Schreiber Foods, o tantas otras empresas por no ser rentables y optar por irse del país.
Durante la oratoria, en ningún momento el dirigente criticó al Estado, recayendo toda su crítica en las empresas, y en especial PILI, que tuvo su mejor momento durante la exportación de quesos a Venezuela, pero por inconvenientes ajenos, debió volcar esa producción de un día al otro a Brasil con un precio inferior a los U$S 2.000 por tonelada a lo que vendía al anterior cliente, con todo el perjuicio que ello conlleva.
No solo fue un menor precio que obtuvo, sino que paralelamente se enfocaba en la ampliación de la planta, accediendo a créditos con la banca para culminar la obra. A todo esto una menor producción a la esperada –la nueva planta tiene hasta un tope para elaboración de queso de recibo diario de 400.000 litros de leche, pero solo ingresa en el entorno de 100.000 litros–, ha generado atrasos con proveedores, productores y también los empleados.
Hoy PILI no pasa por su mejor momento. La posibilidad de un inversor sería la salida más clara a la problemática que la aqueja, lo que según el presidente del directorio, Homero Nolla, estaría muy cerca.
En tanto, el sindicato –con justa razón– ejerce presión para normalizar los pagos, los productores necesitan cobrar para continuar produciendo, y los proveedores necesitan solucionar sus deudas que mantienen con la empresa. Y los dirigentes gremiales de la capital, no logran entender que importan todos los productores, los chicos, medianos y los grandes –que dan mano de obra para sus emprendimientos–, pero también es necesario el éxito de la industria, para que todos mantengan sus trabajos.