Momentos de nerviosismo vivieron los pasajeros de un ómnibus de Copay que fue apedreado en los accesos a Montevideo, hecho ocurrido al anochecer de la víspera. Felizmente, no hubo que lamentar lesionados. Con buen tino, como sucede en este tipo de casos, el conductor optó por no detenerse y mientras el guarda constaba los daños, decidieron apagar las luces interiores para evitar que él o los malvivientes pudiesen ver hacia el interior del vehículo y “hacer puntería” en los pasajeros.
El ómnibus, que estaba marcado como el primer coche (256), partió desde la terminal de Tres Cruces a las 19 horas, con capacidad colmada. Tomó por avenida bulevar Artigas hacia ruta 1. Cuando estaban próximos al estadio Luis Tróccoli, entre el arroyo Pantanoso y la bifurcación con ruta 5, fueron sorprendidos con un estruendo sobre el lateral derecho. Se supone que fue una piedra de considerable tamaño que astilló el vidrio e hizo reaccionar a los ocupantes. A pesar de lo ocurrido, que puso nerviosos a los pasajeros, sobre todo porque viajaban varios niños, el conductor continuó la marcha y se detuvo en una estación de servicio. En tanto, la señora que viajaba junto a la ventana dañada, fue cambiada hacia otro lugar ya que el vidrio estaba para caerse.
Debido a la situación y la baja sensación térmica, decidieron aguardar todos dentro de la unidad a que llegara un ómnibus de recambio. Próximo a las 20, arribó otro coche de Copay y realizaron el transbordo de pasajeros para continuar hacia Paysandú, tal como estaba previsto en su hoja de ruta.
Las pedreas a vehículos, principalmente ómnibus, son frecuentes desde hace varios años en los accesos a Montevideo, causando importantes daños a las empresas. Se han registrado lesionados y en alguna ocasión llegaron a provocar graves accidentes.
