San Javier fue todo celeste y celebró el triunfo de Uruguay en Rusia

Coloquialmente se los conoce como “los rusos de San Javier”, con sus comidas y bebidas y típicas. Shaslik, vareñikis, pirashkis, areshkis, borsh, piroj, kvuas y más. Pero esos “rusos”, en su inmensa mayoría, son tan uruguayos como el mate, la torta frita, el dulce de leche y -¡como no!- Carlos Gardel, de quien el domingo se cumplió otro aniversario de aquel infausto día en que un accidente truncó su vida y estableció su leyenda.
“Los rusos de San Javier”, ese pueblo simple pero hermoso, con gente cálida y orgullosos de la herencia que les dejaron sus antepasados, aquellos rusos liderados por Vasili Simionovich Lubkov, tuvieron una buena idea turística aprovechando el “modo fútbol” en que se encuentra el país.
Entre el sábado y la víspera desarrollaron una celebración bajo la consigna “Vení a ver el partido Uruguay-Rusia y sentite locatario”. El alcalde del municipio, Aníbal Facchin recibió a las autoridades y a los cientos de personas que aceptaron la propuesta. La ministra de Turismo, Liliam Kechichián, el intendente de Río Negro, Oscar Terzaghi, el director de Turismo de Paysandú, Alejandro Leites, entre varias otras.
“Garra rusa y charrúa, vamos Uruguay”, se podía leer en un gran cartel celeste que representaba con toda claridad los sentimientos encontrados, especialmente en las generaciones mayores en la medida que era la madre patria la que se enfrentaba al país de acogida y donde nacieron y crecieron sus hijos.
Pero al compartir con los asistentes, especialmente en la mañana de la víspera cuando se proyectó al aire libre, en pantalla led, el encuentro entre ambas selecciones que dio un categórico triunfo a la celeste, quedó en evidencia la enorme preponderancia de la barra charrúa uruguaya, en banderas, gorros, sombreros, bufandas, camisetas y hasta materas, dejando en franca minoría a quienes defendían los colores de Rusia.
En la plaza de la ciudad, tomando las ideas de las matrioskas –de hecho hay siempre una de cinco componentes– se colocaron carteles que las representaban con las caras de los principales astros de la selección nacional.
Unas cuantas fachadas también se decoraron con motivos rusos e incluso sobre uno de los carteles de acceso al pueblo, fue colocado otro con las cúpulas bulbosas tan características de la arquitectura tradicional rusa. De paso, recordaba el acceso al Mercado Izmailovo, en Moscú, paseo obligado para todo turista que llegue a la capital rusa, para aprovisionarse de matrioskas y otros recuerdos.
Y gran parte de los 2.830 habitantes de la localidad de Río Negro embanderaron sus casas por igual con los pabellones de Uruguay y Rusia.
Los rusos que llegaron a principios del siglo XX trajeron -por ejemplo- el girasol y generaron el primer molino aceitero en base a esa semilla. Luego construyeron un cine. Eran ávidos por el trabajo pero también por brindar espacios de recreación, de cultura. Imposible olvidar el aún vigente grupo Kalinka.
El fin de semana y especialmente ayer, San Javier fue una fiesta celeste. Por Suárez, Cheryshev (en contra vale igual) y Cavani, que hicieron explotar como en cualquier tribuna ese guerrero grito de gol. Seguirán siendo “los rusos de San Javier”, seguirán atrayendo con sus comidas y sus costumbres, así como Puerto Viejo su tranquilo y apacible balneario.
Ahora suman un nuevo recuerdo. Porque ahí se disfrutó como en Rusia el triunfo celeste.

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