Bajo la lupa

La alianza estratégica que existe entre Estados Unidos y el Reino Unido, tildada de “relación especial”, se asentó en las últimos ocho décadas, sobre todo, desde la Segunda Guerra Mundial. Vínculos comerciales y culturales dejaron atrás la fase de la guerra de la independencia estadounidense y, más tarde, las distancias por la intromisión británica en América Latina en el siglo XIX. Y, más allá de diferencias coyunturales, la amistad nunca estuvo en discusión en la época contemporánea.
Pero claro, el que ocupa hoy el sillón principal de la Casa Blanca es Donald Trump, un presidente que genera problemas en casi todos lados o al menos siembra polémica allá donde va. También con la relación entre Washington y Londres. Muchos de sus dichos, acciones y políticas generaron molestia en la capital inglesa que, por estos días, lo tiene de huésped en su país durante cuatro días.
El mandatario estadounidense, desde Bruselas y antes de partir hacia la isla británica, cuestionó el plan de gobierno de Theresa May con respecto al Brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea, votada por los británicos). “No sé si votaron por eso”, dijo Trump en una rueda de prensa en la capital de Bélgica. “La gente votó para separarse (de la Unión Europea), así que me imagino que eso es lo que harán, pero tal vez tomen un camino diferente”, agregó.
May respondió enseguida asegurando que sus propuestas “responden al voto de los británicos”. Ese plan del actual Gobierno de Gran Bretaña provocó la dimisión de los dos euroescépticos más notorios: el ministro de Exteriores, Boris Johnson –amigo de Trump– y el encargado de negociar el Brexit, David Davis.
Al mismo tiempo, los ciudadanos de a pie se están haciendo sentir con la presencia del presidente de Estados Unidos en su territorio. Se han registrado manifestaciones hostiles en repudio a la visita del presidente, que no habían tenido lugar desde los días de la guerra de Irak, en 2003. “Unidos contra Trump” es uno de los eslóganes de las protestas.
Según un sondeo del instituto YouGov publicado el jueves, el 77% de los británicos tiene una opinión desfavorable de Trump, el 74% lo considera un sexista y el 63%, un racista. Casi la mitad de las 1.648 personas encuestadas estima que la reina no debería recibirlo.
Un globo gigante representando a Trump como un bebé en pañales flotará en el cielo de Londres durante su visita, después que el alcalde, Sadiq Khan, que ha protagonizado varios enfrentamientos en las redes sociales con el mandatario, diera su permiso. El globo de seis metros de largo está ubicado desde ayer a 30 metros de altura cerca del Parlamento.
En un artículo publicado en el diario Evening Standard, Khan escribió que la relación especial “también significa expresarse cuando pensamos que una parte no está a la altura de los valores que tanto apreciamos”. “Como muchos londinenses, siento que esta es una de estas ocasiones”, sentenció. El Gobierno británico está ansioso por demostrar que hay vida más allá de la Unión Europea y que la famosa “relación especial” con Estados Unidos podría traducirse en ambiciosos acuerdos comerciales, un anhelo que coincide con la presencia en la Casa Blanca de un presidente proteccionista. “Cuando dejemos la Unión Europea, empezaremos a trazar una nueva dirección para el Reino Unido en el mundo, y nuestras alianzas mundiales serán más fuertes que nunca”, dijo la primera ministra May. “No hay alianza más fuerte que nuestra relación especial con Estados Unidos y no habrá alianza más importante en los próximos años”, añadió con énfasis.
En una conferencia de prensa en conjunto, ayer, Trump y May apostaron por calmar las tensiones en torno a la visita del estadounidense. En la instancia, aseguraron que su relación es fuerte y especial, mientras miles de personas tomaron las calles de Londres y otras ciudades británicas para protestar. Incluso, en un intento por zanjar la polémica creada por sus declaraciones, Trump colmó de elogios a la primera ministra, que anunció que sus países buscarán un acuerdo de libre comercio tras el Brexit.
“Lo que hagas está bien”, dijo un Trump conciliador a la premier conservadora, tras haber criticado duramente su estrategia negociadora en el Brexit. “Esta señora”, añadió, volviéndose hacia ella, “es una mujer increíble, que está haciendo un trabajo increíble”. “Es una dura negociadora. He estado observándola el último par de días y es una persona muy, muy inteligente y resuelta”, añadió. “Prefiero tenerla como amiga”, concluyó. Sobre la relación bilateral, la mentada “relación especial”, Trump dijo que “es especial en su mayor grado”.
Más tarde, el presidente de Estados Unidos marchó a tomar el té con la reina Isabel II en el castillo de Windsor, antes de viajar a Escocia para una visita privada de dos días. Y así, entre la zalamería a May y en un acto de retractarse de las palabras ofensivas que supo manifestar anteriormente hacia las autoridades británicas, Trump cerró la parte oficial de su viaje al Reino Unido.
Se podrá decir que la “relación especial” quedó a buen resguardo entre los gobiernos y que avanzarán con respecto a acuerdos comerciales una vez que los británicos concreten el Brexit. Con el pueblo, como en casi todos lados, expresó el habitual rechazo al inefable mandatario estadounidense.