Cumple un año la venta de marihuana en las farmacias

Uruguayan Enrique Curbelo sells marijuana at his pharmacy in Montevideo on July 9, 2018. A year after pharmacies started selling marijuana in Uruguay, the first country to regulate recreative cannabis, clients and storekeepers celebrate its decriminalization but point out things could get better. / AFP PHOTO / MIGUEL ROJO

(AFP)
Hace cuatro años y medio que Uruguay despenalizó y reguló el consumo recreativo de cannabis y hace uno que se pueden adquirir en farmacias hasta 40 gramos mensuales por persona. Luego de una primera fase algo incómoda, en la que había que hacer largas filas y aún así a veces se acababan las existencias antes de que le llegara su turno, las farmacias se han organizado y las colas ya no son usuales. Para comprarla en la farmacia basta con ser mayor de 18 años, residir en el país e inscribirse como “adquiriente” en cualquier oficina de Correos.
Tras superar el momento crítico inmediato a la implementación en que los bancos rechazaron trabajar con los establecimientos que vendieran cannabis (por una normativa internacional contra el narcotráfico), el mecanismo uruguayo, inédito en el mundo, ha caminado sin mayores sobresaltos.
“Para mí es lo mismo que vender aspirinas”, asegura a AFP Enrique Curbelo, un afable señor de 76 años al que este nuevo producto le está permitiendo levantar su pequeña farmacia de barrio, Lilen, alicaída en los últimos años por la competencia de las grandes cadenas. “Tenía que vender lo que ellas no venden”.
Curbelo tuvo que deslastrarse de sus prejuicios para entrar en el selecto grupo de farmacias que expenden la planta. Son apenas 14, la mitad en Montevideo, para surtir a los 24.812 compradores, una cifra que se ha multiplicado por cinco desde que comenzó la venta, de acuerdo con el estatal Instituto de Regulación y Control del Cannabis (Ircca). Aunque a simple vista no parece haber un patrón predominante, las estadísticas oficiales hablan de una mayoría de varones (70,2%) entre los 18 y los 29 años (49,1%). Pueden optar entre dos especies y dos empresas productoras.
Según estimaciones del Ircca, cada autocultivador y cada miembro de club provee de cannabis a otras dos personas, mientras quienes compran en farmacia comparten con una persona más.