Una vergüenza mundial

 

El fútbol uruguayo, la dirección que comanda el deporte más importante del país y todo su entorno, da vergüenza y pena. En estos momentos, está brindando una imagen muy alejada a la seriedad, inserto en una lucha de poder y de idas y vueltas, inmerso en un ambiente enrarecido y turbio en torno a las elecciones del presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). Una vergüenza mundial, a años luz de lo que ha sido la selección desde que tomó las riendas el maestro Oscar Tabárez, un oasis en medio de este desierto de dirigentes que solo buscan cuidar su chacrita. En el que gobierno también ha tenido que ver en este descalabro.
Las presidencias en la AUF siempre han sido complicadas y han estado bajo presión de forma permanente por parte de los clubes, en especial de Nacional y Peñarol, y con la incursión de Tenfield –la empresa de “Paco” Casal que ostenta los derechos de televisación del fútbol profesional vernáculo–, la nubosidad y las cosas poco claras aumentaron. Las renuncias y los mandatos inconclusos han sido moneda corriente en la Asociación, y lo que pasó en los últimos días es una perla más para ese collar lleno de desavenencias.
“El fútbol es un juego maravilloso como pasión pero mueve millones de dólares y el problema está ahí”, sostuvo el expresidente José Mujica en declaraciones a Telemundo, consultado por la actual situación del fútbol local y los comicios en la AUF. Y no. El inconveniente se ubica en la forma cuasi mafiosa de manejar el poder y en la corrupción de muchos de sus personajes, sin más vueltas.
Mucho de lo que sucede en la actualidad, viene de la época de cuando Mujica era presidente. Dio su empujón para voltear a Sebastián Bauzá, quizá el mejor titular de la AUF de los últimos tiempos. Mujica tomó la medida de sacar la Policía del Parque Central y del Estadio Centenario, lo que provocó la salida de Bauzá; y la medida ni siquiera llegó a concretarse una vez. Y cuando Bauzá se marchó, en agosto de 2014 y poco después del Mundial de Brasil, Mujica solucionó el asunto en torno a la seguridad, que incluyó una reunión con uno de los dueños de Tenfield, Nelson Gutiérrez, en la Torre Ejecutiva.
Un poco antes, en 2013, el gobierno de Mujica decidió perdonarle la deuda de 100 millones de dólares que Casal mantenía con la DGI, luego de la amenaza del empresario de demandar al Estado por 300 millones de dólares. El expresidente también forzó la salida del entonces ministro de Turismo y Deporte, Héctor Lezcano, en medio de una polémica con Tenfield. Y, más cercano en el tiempo, apoyó la comisión directiva de la Mutual encabezada por Enrique Saravia –diputado suplente del MPP y afín a Tenfield–, que terminó desbancada por el Movimiento Más Unidos que Nunca.
Pero volvamos a Bauzá. La caída de este dirigente, que en su momento fue amenazado por los hombres de Casal –“sabemos a que colegio van tus hijas”, le dijeron–, desembocó en la aparición de Wilmar Valdez como presidente de la AUF. Muchos pensaron que llegaba para ser monigote de Tenfield o ser marioneta de los clubes, pero este hombre allegado a Rentistas marcó la cancha, puso distancia con la empresa de Casal y envalentonó el papel de la selección uruguaya.
Luego del Mundial de Rusia, con el apoyo de los jugadores de la Celeste y de la actual Mutual, Valdez pretendía alcanzar la reelección en la votación prevista para el pasado martes 31 de julio. Pero, como buen proceso uruguayo, todo se complicó y se embarró. La aparición de los famosos audios, las sospechas de extorsión para favorecer, en especial, al candidato más cercano a Tenfield, Eduardo Abulafia, hicieron que el proceso eleccionario quedara definitivamente manchado.
La Justicia se encuentra actuando al respecto, con la citación a declarar del propio Valdez, del también candidato Arturo del Campo y del periodista Julio Ríos, estos dos últimos en conocimiento de muchos de los 15 audios con que cuenta la fiscal para analizar. Y también pasó por lo mismo Walter Alcántara, el hombre que grabó a Valdez sin que éste supiera. En uno de ellos el dirigente profirió un insulto al gobierno, lo que habría provocado desistir de buscar una reelección en la AUF.
En medio de este desbarajuste, la Conmebol llamó la atención sobre la falta de idoneidad de Del Campo y Abulafia para ser presidentes de las Asociación, y, lo más grave, apareció el comunicado con el que la FIFA le recordó a Uruguay que si no firma el nuevo estatuto antes del 2 de diciembre queda desafiliado del organismo que rige el fútbol mundial, como informó EL TELEGRAFO hace meses y que los dirigentes, y también periodistas capitalinos, minimizaron. Además, se supone que el nuevo presidente de la AUF se debe votar con el nuevo estatuto, uno que le da más votos al fútbol del Interior y que genera resquemores en Montevideo.
El próximo martes 21 de agosto tendrá que elegirse un nuevo presidente de la AUF, tras el cuarto intermedio votado el último día de julio. Valdez ya se fue al presentar renuncia. No hay técnico de la selección porque a Tabárez se le terminó el contrato y no hay quién para negociar con él, y se vienen partidos amistosos internacionales. La excelente imagen que goza el combinado celeste a nivel global es diametralmente opuesta a la vergüenza que dio el país –salió en todos lados– a escala mundial.